martes, 21 de julio de 2015

¿Es realmente el capitalismo tan malo como lo pintan?

El siguiente artículo analiza el mito extendido de que el capitalismo es malo a partir de la expresión Cui Bono (-quién se beneficia- de este mito), mostrando su origen (aunque es anterior a lo que comenta el artículo, si bien cobró especial fuerza a partir de ahí), y el porqué de su éxito.
Artículo de IF Revista Digital:
capitalismo libre mercado
Cui Bono: Frase atribuida al político Romano Marco Tulio Cicerón y que significa ”¿Quién se beneficia?”. Normalmente se aplica a situaciones donde para esclarecer la responsabilidad de un acto, se cuestiona quién se pueda beneficiar de su ocurrencia.

En mi anterior escrito te hablé de forma general del socialismo y de la forma en que los políticos se aprovechan de sus incumplibles promesas para convencer a los votantes y hacerse con el poder mediante engaños que -irremediablemente- terminan conduciendo al fracaso. A partir de este artículo, y en aquellos por venir, quiero que me acompañes en un análisis a mayor profundidad para que podamos determinar Cui Bono en la política; desde las cosas más simples hasta las políticas más elaboradas.
Dime si me equivoco, pero, ¿no es cierto que, desde que tienes memoria, has escuchado el cuento ese de que el capitalismo es malo? ¿Que quienes dedican su vida a la “lucha social” son mejores que aquellos que la dedican a generar riqueza? ¿Y que estos últimos, sin importar si su trabajo es honesto o no, siempre son vistos como una suerte de criminales? ¿Dime si no es cierto que siempre nos han enseñado que el mercado es algo malo que debe ser controlado? Pues bien, en este caso es mejor empezar desde el principio.

Origen del mito

Estamos hablando de una prolongada campaña de descrédito que se viene ejecutando desde hace casi 200 años. Todo empezó en el siglo XIX, cuando Karl Marx, economista alemán, escribe su famosa obra El Capital y su Manifiesto Comunista. Durante la época en la que Marx escribe sus obras, Europa se encontraba en la encrucijada entre 3 corrientes de pensamiento económico.
La primera de estas corrientes era el Mercantilismo, que es una doctrina que supone una economía con alta intervención del Estado y donde este otorga privilegios a algunos particulares afines para la explotación de los recursos y el emprendimiento de empresas. El Mercantilismo era la doctrina dominante en el mundo monárquico desde la Edad Media y hasta siglo XIX; y que sigue presente hoy día bajo otros nombres. Pero en aquellos años se encontraba en franca retirada ante el surgimiento de una segunda corriente conocida como Liberalismo o Laissez faire.
El Liberalismo, por su parte, propone una sociedad libre, donde los poderes del Estado se vean limitados y su única función sea la protección de los derechos de Libertad, Vida y Propiedad de los individuos a quienes sirve. Durante los siglos XVIII y XIX las ideas liberales habían inspirado cambios en Europa que amenazaba con arrasar a las fuerzas en poder. Marx, dio forma teórica a un conjunto de ideas que habían pululado por Europa por algún tiempo, creando lo que hoy en día conocemos como socialismo y que es la tercera corriente en pugna. El socialismo pretende el surgimiento de un hombre nuevo, desprovisto de interés propio y capaz de suprimir sus necesidades para el beneficio de un colectivo.
Marx, quien increíblemente reconocía las virtudes del libre mercado para crear bienes y servicios y servir a la sociedad; pretendía que surgiese una revolución violenta que, a sangre y fuego; y mediante una lucha de clases, impondría el socialismo y con esto, un sistema de dirección centralizada de todos los aspectos de la vida de los ciudadanos, a los cuales de forma incongruente, se suponía que quería liberar del Estado rector Mercantilista.
En su campaña de descrédito, lo primero que hizo Marx fue rebautizar al Libre Mercado con un nuevo nombre mucho más fácil de desacreditar. Le puso Capitalismo y con esto vendió la idea de que el Libre Mercado consistía únicamente en la acumulación de capital por parte de la clase empresarial mediante la pretendida explotación de los obreros. De esta forma no solo creaba una idea errada del objetivo del Libre Mercado, adicionalmente a esto le asociaba a este características propias del Mercantilismo, generando, de esta forma, confusión ante el ojo poco precavido y una muy mala imagen. En este punto me tengo que detener a aclarar:

¿Qué es el Mercado?

Comúnmente al escuchar la palabra “Mercado”, la mayoría de la gente lo asocia con una de dos cosas. La primera es con el lugar donde hacen las compras; y la segunda es con un conjunto de empresas o empresarios que confabulan para enriquecerse. Pues mi estimado lector, debo aclararle que esas ideas son equivocadas. El tan temido y terrible Mercado eres tú; si tú, quien lee estas líneas; y soy yo; y las personas que caminan a nuestro alrededor en el vecindario, caserío, pueblo o ciudad donde vivimos; y las que viven en la ciudad vecina; y en el país o incluso en el planeta. El Mercado somos todos nosotros, con nuestras particularidades y diversos gustos; y las interacciones que decidimos emprender voluntariamente para satisfacer nuestras necesidades.
Esas interacciones se traducen en intercambios que se conocen como comercio. Si tu gustas de acumular capital, en un mercado libre, eres libre de hacerlo; pero si por el contrario, eres más propenso a vivir una vida sin esas preocupaciones; en un espacio libre, también lo podrás hacer siempre y cuando, en ambos casos, asumas responsabilidad ente tus actos y decisiones.
Y tú te preguntarás: si el mercado somos nosotros y nuestras interacciones libres, ¿Quién se beneficia de calumniarlo?

Abriendo los ojos

Con esta inteligente movida ideológica, los socialistas en todas sus versiones (comunistas, socialdemócratas, socialcristianos, fascistas…) han logrado vender la idea de que el Mercado es algo malo que deber ser regulado o hasta suprimido por el Benevolente Estado. Cada ley que aprueban en esa dirección se resume en la pérdida de libertad del mercado y por tanto de los individuos. De esta manera, y con la aprobación de la población, suprimen el Libre Mercado y se atornillan en el poder. Acaban con la capacidad de respuesta de la sociedad y su voluntad de resistencia. Se hacen reyes de lo que alguna vez fue un mundo, relativamente libre.
Y entonces, Cui Bono.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear