Antonio Fernández muestra los recelos que está despertando no ya en la oposición sino en los propios socios de la coalición Barcelona en Comú la política de nombramientos del partido de Ada Colau.
Artículo de El Confidencial:
“Un día, llegamos a una reunión de portavoces municipales y nos encontramos con que allí estaba el marido de la alcaldesa, sin ser portavoz, sin ser dirigente y sin ser concejal. ¿Qué hacía ese señor allí? No lo sabemos, pero le dijimos que aquella reunión era sólo para cargos electos… en las urnas, claro. ¿Y quién lo había elegido a él? Su señora esposa, pero no los ciudadanos. Por tanto, le advertimos de que su presencia estaba de más y le forzamos a irse. A partir de entonces, asistió a las reuniones Gerardo Pisarello, que es el número 2 del Ayuntamiento”.
Así cuenta a El Confidencial uno de los líderes de un partido político de Barcelona su experiencia con Adrià Alemany, el marido de la alcaldesa Ada Colau, a quien intentaron colar por la puerta de atrás en la reunión de portavoces municipales. Fue el primer destello de un savoir faire que comienza a despertar recelos no sólo en la oposición, sino incluso entre los socios de la coalición Barcelona en Comú (BeC), de la que forman parte Podemos, ICV, Guanyem y Procés Constituent. Es un peligrosísimo antecedente que pone en duda la prometida regeneración democrática de las instituciones. El convergente Xavier Trias llegó a amenazar a Colau con no asistir a más reuniones de los grupos municipales si iba su marido, que no es concejal ni, por tanto, representante del grupo municipal.
Y es que la primera etapa de Ada Colau al frente de la alcaldía de Barcelona no está siendo precisamente un camino de rosas. Sus primeras decisiones fueron polémicas. Llegó y lo primero que hizo fue renunciar a la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2026 sin consultarlo con nadie. Esos JJOO, que podrían suponer una importante fuente de ingresos para poblaciones del Pirineo, estaban siendo esperados como agua de mayo por media Cataluña. Pero la otra media, personificada en Ada Colau, le arrancó de cuajo esa ilusión. Fue otro destello del personalismo individualista que ha inyectado a la primera etapa de su legislatura.
Hay otras decisiones que han sentado especialmente mal a sus socios de gobierno: la política de nombramientos de altos responsables políticos o de cargos de confianza. Fuentes cercanas a Colau ya habían advertido a El Confidencial de que en su política de nombramientos iba a pesar mucho el Observatorio DESC, la plataforma en la que la activista ha trabajado los últimos siete años y desde la que había activado la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Una persona muy cercana a ella llegó aafirmar a este diario, tras la investidura de Colau que los directivos de DESC controlarían los resortes del poder municipal.
“Si no has pasado por DESC, no eres nadie”
El tema fue tomado tan a pecho que Colau no se desvió ni un milímetro de esa estrategia. Y ha llegado al extremo de que sus propios socios de coalición comienzan a recelar de ella y han resucitado un peyorativo nombre para referirse a los directivos, cargos eventuales de confianza y familiares que han sido colocados a dedo: La Secta. “Es que su modo de actuar recuerda a una secta. Y ahora parece que, si no has pasado por DESC, no eres nadie”, se duele un miembro de BeC. O sea, la candidatura de la regeneración se ha convertido en una nueva casta con un modus operandi que sólo incorpora viejas formas de hacer. Lo grave de esta acusación es que no la hace la oposición, sino que son los propios socios de BeC quienes dan la voz de alerta.
En esta coyuntura, uno de los primeros colocados fue el marido de la propia alcaldesa, Adrià Alemany. De hecho, tras intentar colocarlo de rondón en la junta de portavoces, le encontró acomodo en el partido: Alemany ha dejado su trabajo de técnico en la Fundación del FC Barcelona y ha sido nombradoresponsable de relaciones políticas e institucionales de BeC. De ese modo, puede ser interlocutor con el Ayuntamiento. Este nombramiento, incluso para sus socios de coalición, está fuera de lugar, aunque las fuentes consultadas reconocen que “Adrià Alemany es el cerebro en la sombra de Ada Colau y el que ha dirigido siempre desde la retaguardia a la alcaldesa”.
No fue el único nombramiento con polémica: Vanesa Valiño, compañera del primer teniente de alcalde, Gerardo Pisarello, ha sido contratada como asesora de la Concejalía de Vivienda. Puro virtuosismo del más rancio nepotismo. Pero la cosa va más allá de los vínculos familiares propiamente dichos: Colau, Alemany, Pisarello y Valiño estuvieron estrechamente vinculados al Observatorio DESC, del que Pisarello fue vicepresidente y Valiño directora hasta hace pocos días. Pisarello es argentino, país de donde también es la esposa de Jordi Borja, fundador y alma máter del Observatorio, así como el gran valedor de Ada Colau y quien puso su organización a disposición de la candidatura de la antigua activista social.
No son los únicos: la concejal Gala Pin, que tiene bajo su supervisión el barrio de Ciutat Vella (donde había ejercido como okupa) proviene también del Observatorio. Y la moderna posporno Águeda Bañón, nombrada directora de comunicación del Ayuntamiento, fue la responsable de la página web de DESC los últimos años. Este diario intentó contactar con esta última, pero a finales de esta semana todavía no había aparecido por las dependencias municipales.
Viviendo del erario público
Por si fuera poco, el Observatorio DESC ha vivido, en parte, del propio Ayuntamiento desde el año 2012: fue recibiendo del Gobierno municipal de Barcelona 120.000 euros anuales, lo que le ha permitido contratar a cuatro personas permanentemente. Los gastos en personal de esa partida fueron de algo más de 72.000 euros, mientras que los alquileres ascendieron a algo más de 6.000. Ada Colau cobraba un salario de 2.699,49 euros mensuales, aunque el Observatorio aseguraba que su “salario neto a jornada completa era de 1.500 euros”. Gala Pin percibía 1.846,51 euros (en 2014 se le subió a 2.104,10 euros) y el salario de Vanesa Valiño era de 2.366,30 euros, según la auditoría facilitada a El Confidencial. Lo único que cambiará, pues, es el salario, puesto que ahora cobran más.
La oposición también acusa a Colau de manejar el Ayuntamiento como si fuese un cortijo propio. En esta legislatura, señalan fuentes de la oposición a El Confidencial, habrá 92 cargos de confianza en el consistorio. “De ellos, el 70% se los apropió Ada Colau y nos deja el resto a repartir entre los seis grupos de la oposición. Es decir, no le basta tener a su servicio toda la estructura municipal, sino que quiere restarnos herramientas a nosotros”. Desde el Ayuntamiento se afirma que, en realidad, en muchos de esos cargos seguirán las mismas personas que había hasta ahora y que no se pueden considerar de BeC.
¿Nuevos tiempos para la política?
El concejal convergente Jordi Martí, por su parte, ha dirigido ya una batería de preguntas a la alcaldesa para que responda cuántos miembros del Observatorio DESC forman parte del Gobierno municipal, cuántos miembros de esta entidad han sido contratados como personal directivo o eventual de confianza, los salarios de todos ellos desde el año 2012 (mientras estaban en vigor los convenios firmados entre el propio Ayuntamiento y la plataforma), cuántas contrataciones tiene previsto realizar más de personas vinculadas a DESC, si tiene previsto aumentar al apoyo económico municipal al Observatorio y con qué conceptos se han justificado los importes de las subvenciones recibidas desde 2012.
La interpelación de Martí acaba reclamando a Ada Colau si la “adaptación a los nuevos tiempos de las estructuras de apoyo político que propone hace referencia a la incorporación a la nómina municipal de familiares y compañeros de trabajo”. La prometida “regeneración democrática”, según la oposición, ni está ni se la espera.
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