jueves, 3 de octubre de 2013

La corrupción, el 'impuesto' que sangra a los españoles. (Política, Economía. 2.039)

  • Un muy interesante artículo sobre los terribles daños que provocan en el ciudadano y su bolsillo la elevada corrupción en España, así como los motivos que la favorecen. 

    Artículo de La Gaceta:
    "IRPF, IVA, Seguridad Social... A todas estas cargas hay que añadir un impuesto que esquilma el bolsillo de los españoles: la corrupción. Araña un 2% del PIB, alrededor de 21.000 millones de euros anuales.
    Además de la injusticia que representa, del deterioro del sistema, de la degradación moral, y de la lacra que supone para la imagen de España, la corrupción tiene una consecuencia económica: esquilma literalmente sus bolsillos. Ciertos alcaldes, concejales, diputados, ex ministros no sólo tratan de burlar a la Justicia y de reirse de los ciudadanos; no sólo se saltan la ley a la torera con sus prácticas irregulares; sino que producen un considerable quebranto a la economía del país. La corrupción tiene un precio.
    Concretamente, el Banco Mundial calcula que puede implicar una bajada del 2% del PIB en países como España, lo que se traduce en que cada año se lleva por delante en torno a los 21.000 millones de euros. 

    Eso significa que la corrupción empobrece y que, en un contexto de crisis, puede frenar las posibilidades de recuperación, según señalaba esta semana el Fiscal General del Estado, Eduardo Torres-Dulce.

    O sea que si usted no llega a fin de mes, no puede pagar la hipoteca o tiene problemas para encontrar trabajo o mantenerlo ya sabe quien tiene, indirectamente, la culpa.
    La cadena de causas de la actual situación es larga y compleja. Pero, sin duda, uno de los factores que agravan la crisis son las prácticas ilegales de ayuntamientos y empresarios, conseguidores y pícaros. Las mordidas y las comisiones suponen un factor de encarecimiento que, por ejemplo, han contribuido a inflar la burbuja inmobiliaria.
    Lo expresa claramente el informe presentado por la Fiscalía General. Afirma que aunque la corrupción en torno al urbanismo y la construcción ha bajado, se apunta a que estas malas artes son las causantes de que nuestra recuperación económica se esté retrasando. El propio Banco Mundial ha alertado en varias ocasiones de lo perjudicial que es la corrupción para las economías.
    Injusto impuesto
    Algunos estudios de esta organización internacional apuntan a que estas acciones ilegales pueden acarrear una merma del 0,5 por ciento del Producto Interior Bruto de cualquier país, siendo aún más importante en los países de la OCDE, entre los que está incluida España, dónde la bajada del PIB puede llegar a ser del 2 por ciento.
    La corrupción actúa como un impuesto que todo el mundo debe abonar y que genera un coste y un riesgo para las inversiones. Con ello, no es de extrañar que la prima de riesgo se eleve o que seamos poco competitivos, puesto que la baja calidad de nuestro sistema político nos hace ser poco atractivos para los dineros extranjeros, que prefieren irse a países como Holanda, Suiza, Japón o Australia, dónde el sistema lucha mucho más fervientemente contra estas actitudes.
    Según algunos informes de la organización Transparencia Internacional, la corrupción es un escollo prácticamente insalvable para cualquier economía del mundo. En un encuentro organizado en junio, los expertos aseguraban que en torno al cinco por ciento del presupuesto anual de la Unión Europea no se justifica; que la corrupción en el Viejo Continente hace desaparecer como por arte de magia cerca de un billón de euros de inversión y capital cada año; o que entre un diez y un veinte por ciento de los contratos en la UE tienen detrás artimañas ilegales.
    Este tipo de actitudes corruptas por parte de la administración provocan que los gastos de la inversión en nuestro país sean mucho mayores, puesto que además del dinero que cualquiera debe destinar para poner en funcionamiento la empresa que vaya a acometer, debe reservar, en muchos casos, una parte para sobornar al político de turno y que le dé las licencias que sean necesarias.
    Esto, como consecuencia, provoca que los fondos malversados a través de estas transacciones ilegales sean fondos que el Estado está dejando de percibir y, por lo tanto, provocan un empobrecimiento de todos los ciudadanos. Además, al ser dinero negro, se incentiva la fuga de capitales.
    Sumado a todo ello hay que añadir que la corrupción y la, por ende, baja calidad de las instituciones provocan desconfianza e inseguridad en los famosos mercados, que no son más que los ahorradores o empresarios que pueden estar dispuestos a depositar su dinero e invertir en nuestro país.

    El mundo del ladrillo, muy rentable en los años de la burbuja inmobiliaria, ha sido el más proclive a que se hicieran determinados tipos de corruptelas. Sobre todo porque, como cuenta a ÉPOCA el autor de Adiós, ladrillo, adiós, José Luis Ruiz Bartolomé, “el sistema que rige el urbanismo español facilita la corrupción.” Y es que esa dependencia que tiene el sector de las decisiones políticas –el establecimiento de qué suelo es o no urbanizable o la concesión de licencias– crea “terribles cuellos de botella que provocan esperas injustificadas y muy costosas”.
    “El exceso de intervencionismo de la Administración, especialmente la local, favorece la corrupción”, dice Ruiz Bartolomé. Y es que nuestro modelo urbanístico, que es muy intervencionista, “fomentó el encarecimiento de los precios al convertir de manera artificial un bien abundante, como es el suelo, en un bien escaso”, añade el experto en el mercado inmobiliario, con lo que también a esta corrupción tendríamos que deberle gran parte del encarecimiento desproporcionado de las viviendas que se ha vivido en los años inmediatamente anteriores a la crisis.
    Nunca pasa nada
    La sensación que se ha ido extendiendo durante los últimos años en la opinión pública, y de la que también alerta en su informe el Ministerio Público, es que a los políticos corruptos apenas les pasa nada. Además, a juzgar por el creciente número de casos de corrupción y el aumento del dinero defraudado en ellos parece que esa misma percepción también se ha instalado en quien se corrompe.
    Si comparamos las operaciones de corrupción actuales con los de hace años, el dinero intervenido ha aumentado desmesuradamente. Por ejemplo, en el caso Roldán, hace veinte años, el dinero defraudado fue de poco más de dos millones de euros. Ahora, en un caso como el de los ERE irregulares de Andalucía, esta cifra podría llegar a superar los 700 millones.
    Los estudios internacionales que hay al respecto no dejan lugar a dudas: los países que gozan de mayor libertad económica son los que también tienen un mayor grado de transparencia institucional. En un país con más de 700 casos de corrupción, cambios legislativos en esta senda se hacen imprescindibles.
    Muchos expertos apuntan a que la solución para acabar con la corrupción, sobre todo urbanística, que nos ha perjudicado tanto durante los últimos años, pasa por la liberalización del suelo. Ruiz Bartolomé aboga por inculcar ciertos valores “básicos” en la sociedad, como que “robar es malo o que no hay beneficio sin sacrificio”, además de que nuestros líderes den ejemplo. En cuanto al mercado inmobiliario, insiste, como tantos otros expertos en la materia, en la liberalización del suelo, recortando el poder que actualmente está en manos de los políticos.
    Este desmesurado poder político, más en la administración local, ha provocado que la poca libertad de la que goza el mercado inmobiliario español sea secuestrada, pues ésta resulta irreal si sólo se pueden hacer negocios previo pago de un soborno, para lo que hace falta tener dinero y buenas relaciones. Así pues, este intervencionismo se carga de un plumazo uno de los principios básicos de cualquier democracia: la igualdad de oportunidades."

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