miércoles, 9 de octubre de 2013

Los tres tipos de austeridad. (Política, Economía. 2.055)

El siguiente artículo expone los tres tipos de "austeridad" que se puede llevar a cabo, mostrando el fracaso que ha supuesto la "austeridad" keynesiana (la que se ha impuesto de manera abrumadora en Europa), al contrario que la austriaca.

Artículo del Instituto Mises Hispano:

"Leyendo la prensa económica, se tiene la impresión de que hay solo dos bandos en el debate de la austeridad: pro-austeridad y anti-austeridad. En realidad hay tres formas de austeridad. Está la forma keynesiana de Krugman y Robert Reich, que promueve más gasto público e impuestos más altos.

Está la forma de Angela Merkel de menos gasto público e impuestos más altos y esta la forma austriaca de menos gasto e impuestos más bajos. De las tres formas de austeridad, solo la tercera aumenta el tamaño del sector privado respecto del sector público, libera recursos para la inversión privada y tiene pruebas reales de éxito en potenciar el crecimiento.



Miremos con más detalle la forma de austeridad de Merkel implantada en Europa en la que los gobiernos “planean” recortar su gasto aumentar los ingresos fiscales. Por supuesto, los recortes “planificados” no son recortes reales. Cuatro años después del crash de 2008, el gobierno de Reino Unido solo ha implantado un 6% de los recortes planificados en gasto y solo un 12% de los recortes planificados en prestaciones. En casi todos los países europeos, el gasto público es superior hoy al de 2008. Un nuevo estudio de Constantin Gurdgiev, del Trinity College de Dublín, examinaba el gasto público como procentaje del PIB en 2012, comparado con el nivel medio del gasto anterior a la recesión (2003-2007). Solo Alemania, Malta y Suecia han recortado realmente el gasto.

Aunque varios gobiernos han aumentado los tipos fiscales, sus ingresos se han desplomado en respuesta a esto. Los grandes y crecientes mercados negros en Grecia, Italia, España e incluso Francia son un testimonio para las políticas fiscales europeas en la mala dirección.  Los compromisos actuales de controlar el fraude fiscal son una broma cuando los niveles fiscales ya están a niveles sangrantes.

Notablemente, la forma de austeridad de Merkel ha llevado a un aumento, no a una disminución, en el tamaño relativo del sector público. Por ejemplo, el sector público griego, aunque haciéndose más pequeño, ha estado sin embargo contratando a un ritmo más lento que el sector privado. Desde el primer rescate, Grecia perdió al menos 500.000 trabajos en el sector privado, pero perdió mucho menos trabajos del sector público. Durante años, el gobierno griego ha estado prometiendo recortar 500.000 trabajos en el sector público y en meses recientes finalmente ha prometido empezar a despedir a trabajadores en el sector público a lo largo de los próximos dos años. Un total de 12.500 funcionarios, incluyendo maestros y policías, afrontan una reasignación o el despido al acabar el año, con 15.000 más en la misma situación el año que viene. No es solo que sea demasiado poco y demasiado tarde, sino que también es solo una promesa.

La forma keynesiana de austeridad no es mejor. Según estos economistas, necesitamos incluso más gasto público para estimular la demanda para conseguir crecimiento. Para los keynesianos, las generosas cantidades de dinero ya gastado fueron aparentemente demasiado pequeñas y no se gastaron en los lugares correctos, pero los últimos cinco años son un testimonio del fracaso de este tipo de austeridad. Ahora nos queda un exceso masivo de deuda y poco crecimiento a mostrar. El gasto público simplemente ha “expulsado” el gasto privado.

Se ignora el hecho de que no necesitamos al gobierno para estimular la demanda porque nunca hay una falta de demanda. Los gobiernos deberían en su lugar estar más preocupados con la capacidad del sector privado de producir la oferta correcta.

El crecimiento vendrá del sector privado y la austeridad que necesitamos es una que haga más grande dicho sector privado y sea similar a la implantada en 1920 en Estados Unidos. En lo que Thomas Woods llama “Le depresión olvidada de 1920”, el gobierno de EEUU recortó el gasto en un 50% y redujo drásticamente los impuestos. La deuda pública se redujo en un tercio, mientras que la política monetaria se mantuvo quieta. La economía se recuperó rápidamente (en 18 meses) y en 1923 la tasa de desempleo había caído por debajo del 3%.

Un ejemplo más reciente de una táctica similar es Letonia, que siguió una estrategia similar en 2009-2010. Recortó el gasto público de un 44% del PIB al 36%. Despidió al 30% de los funcionarios, cerró la mitad de las agencias estatales y redujo el salario público medio en un 26% en un año. Los ministros del gobierno asumieron rebajas salariales del 35%, aunque apenas se redujeron las pensiones y las prestaciones sociales y el tipo único del impuesto sobre la renta personal se mantuvo sin tocar en el 25%.

La economía letona cayó un 24% en dos  años, pero rebotó abruptamente en 2011 y 2012, con un crecimiento real anual por encima del 5%. El desempleo llegó al 20,7% en 2010, pero ha disminuido constantemente hasta el poco más del 12% actual. Como los recortes conllevaban desregulación, Letonia disfrutó de un auge en la creación de nuevas empresas en 2011. Fue capaz de pasar de un hinchado sector constructivo a una economía vibrante de muchas empresas de tamaño pequeño y medio.

Letonia tomo mucho prestado del FMI y fue criticada en 2009 por su estrategia económica tan agresiva. Letonia devolvió recientemente su préstamo al FMI tres años antes, silenciando indirectamente a sus críticos.

La austeridad funcionó porque era la forma correcta de austeridad: la que daba esperanza a la gente y que tenía una luz al final de un túnel. Hoy Europa tiene fatiga de austeridad. Perdió la oportunidad de implantar el tipo correcto de políticas.

Como ahora parece imposible implantar la forma correcta de austeridad, ¿qué debería hacer Europa? Para volver al camino al crecimiento, Europa tiene que renunciar a políticas que espoleen la demanda agregada y centrarse en políticas que proporcionen los productos correctos a los precios correctos. Como decía J.B. Say:
El estímulo del mero consumo no beneficia al comercio, pues la dificultad reside en suministrar los medios, no en estimular el deseo de consumir y hemos visto que solo la producción genera esos medios. Así que el objetivo del buen gobierno es estimular la producción y el del mal gobierno animar el consumo.
Sin crecimiento, Europa va camino de descarrilar, ya que pronto será incapaz de financiar su deuda. Debe reenfocar su estrategia hacia el estímulo a la producción, liberando el espíritu empresarial europeo. Es una política que es mucho más probable que tenga éxito.

Publicado el 4 de septiembre de 2013. Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí."

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