lunes, 27 de octubre de 2014

20 falacias sobre Empresa y Política: 14) Estado y competencia

Una nueva falacia sobre empresa y política mostrada por Carlos Rodríguez Braun. En este caso, la falacia sobre la necesidad del Estado para la defensa de la competencia.


Artículo de Expansión:
De todos los fallos del mercado que supuestamente exigen la acción del Estado para corregir el rumbo perverso de las empresas, quizá no haya ninguno más veterano y extendido que el de la defensa de la competencia. 
Desde hace más de un siglo se alega que las empresas derivan hacia el monopolio, si el Estado no lo impide; hay ecos de esta noción en la mencionada advertencia de Smith contra los empresarios que conspiran para aumentar los precios, lo que pueden hacer mediante cárteles y acuerdos anticompetitivos de todo tipo. Y la idea alcanza una dimensión desaforada en el socialismo, que desde Marx sostiene que la tendencia del mercado libre es a devorarse a sí mismo en un proceso incontenible de concentración y centralización del capital. Las variantes más modernas de esta fantasía aluden al temible aumento de la desigualdad, entendida, otra vez, como unas rentas crecientes y abusivas de unos capitalistas cada vez más poderosos. 
La conclusión se impone por su propio peso, y así como el socialismo más violento agitó ese espantajo para animar la revolución, sus variantes más democráticas llevan mucho tiempo alegando que el Estado debe intervenir para forzar a las empresas a competir, todo en defensa de los pobres e indefensos consumidores, claro está. 
El Estado interventor 
Recordemos, no vaya a ser que confundamos a Smith con un comunista, que lo que el viejo escocés señalaba era el mal que podían provocar los empresarios utilizando al Estado precisamente para no competir, y prevenía contra dicha tentación. El pensamiento intervencionista contemporáneo, por el contrario, razona al revés y concede el protagonismo y la vigilancia al Estado interventor. Sus argumentos son habitualmente esgrimidos con tanta vehemencia como poca razón. Por ejemplo, que el número de empresas en un sector determinado es la clave para saber si hay o no competencia, o que si hay empresas muy grandes, entonces hay monopolio. 
En realidad, mientras no haya barreras de entrada artificiales la competencia puede existir siempre. Otra cosa es la intimidación o el fraude, perseguibles por sí mismos, con o sin monopolio. Pero si no existen tales barreras el Estado no debería hacer nada, y, al contrario, cuando es él mismo el que las erige, entonces surgen los monopolios, al margen de la acción del mercado. 
Otra de las regularidades de la intervención es la denominada “captura del regulador”, que se produce cuando dicha intervención genera incentivos por parte de los empresarios para utilizarla en su beneficio, por ejemplo, frenando la llegada de nuevos competidores con la excusa de que practicarán estrategias predatorias para quedarse con el mercado. Son ficciones que aspiran sólo a perpetuar los privilegios de los empresarios menos competitivos, a expensas de los consumidores. 
Es, por fin, realmente curioso que tantas personas piensen que los Estados van a luchar eficazmente contra los monopolios y en favor de la competencia, cuando no hay nadie más monopolista y anticompetitivo que ellos mismos.

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