sábado, 18 de octubre de 2014

Especulación bajista

Droblo analiza y refuta algunas de las falsas y extendidas creencias sobre los mercados en algunas cuestiones éticas.
Artículo de La Carta de la Bolsa:
Todos los días millones de personas pierden dinero en los casinos haciendo apuestas aún a sabiendas que la casa siempre gana y que las probabilidades de obtener premio son mínimas. Nadie puede decir que no es consciente que lo más probable es perder las monedas que se depositan en una tragaperras y sin embargo los bares de medio mundo están en estos momentos ocupados por jugadores. Me temo que la popularización de la bolsa por la tendencia alcista de los últimos años del siglo pasado y la aparición de internet ha atraído a muchos a la bolsa esperando un “pelotazo” similar a los de los juegos de azar pero creo que la mayoría de los que invierten en bolsa lo que buscan es un plus a la rentabilidad de sus ahorros. Sin embargo, y aunque ambos especulan con su dinero legalmente, el gran público diferencia entre los que lo hacen comprando y los que lo hacen vendiendo, otorgando una inmerecida mala fama a los “bajistas”.
Es difícil hacer valoraciones éticas con las inversiones: quizás el que defiende que el que compra acciones hace algo bueno y el que las vende algo malo cambiaría de opinión si la compañía de la que tratamos fabrica bombas de racimo y minas anti-persona. Pero es que además esa teoría que dice que el que compra apoya a la empresa en la que invierte es un mito, es inútil dar una categoría moral a las compras y ventas de bolsa porque lo que pasa cada día es simplemente que unas acciones cambian de manos, es decir, sólo financiamos a las empresas cuando acudimos a una OPV o pagamos una prima por una ampliación de capital, el resto del tiempo el que compra, sea de lo que sea la empresa, lo que hace es darle dinero a otra persona –que siendo malpensados, a saber qué hace con nuestro dinero- a un precio determinado. Pero incluso entre los que van a una OPV y dan directamente su dinero a la empresa en la que están invirtiendo, son una minoría los que realmente quieren esa participación como inversión y sólo hay que ver el volumen del primer día de negociación de cualquier nueva compañía para comprobar cómo muchos venden en las primeras horas.
Tampoco hay relación entre la simpatía que genera una empresa y el interés de la gente por ella. No sólo los fondos éticos han resultado un fracaso, es que las compañías con más accionistas suelen ser las más criticadas. En España por ejemplo en cualquier encuesta el sector bancario está muy mal considerado, sin embargo si sumamos todos los accionistas de los 6 bancos del Ibex (Santander, BBVA, Popular, Sabadell, Bankia y Bankinter) la cifra resultante es de ¡casi 5 millones de personas!…muchas de ellas esperando cobrar dividendos de ellas y a la vez criticando los altos beneficios que tiene la banca. No creo que debamos fustigarnos por ello, ni en la bolsa ni en otras inversiones. El otro día encontré un fondo ético de inspiración cristiana que invertía en un ETF (fondo cotizado) que vende deuda soberana sin tenerla…y no significa que quiera que un país quiebre o que aumente los intereses que pague por su deuda, simplemente apuesta a que los tipos de interés de largo plazo estarán más altos, algo perfectamente normal. Tampoco el que vende futuros del petróleo es un santo que está deseando que se encuentre una energía barata e inagotable que desbanque a los combustibles fósiles ni el que compra una opción de venta de los precios del café es un diablo que está buscando la ruina de los recolectores de grano de Costa de Marfil…
Tampoco es cierto que el que compra esté apoyando a la empresa porque la hace subir de capitalización, ese error viene de la simplificación periodística que dice que un valor sube “porque hay muchas compras” o baja “porque salió mucho papel”. En realidad siempre hay el mismo volumen de compradores y vendedores porque es lo que se cruza…si no hay compras nadie puede vender y si no hay ventas nadie puede comprar. Lo que hace que los precios se muevan es la intención de los compradores de pagar más o menos por lo mismo y/o de los vendedores de elegir un precio más alto o más bajo. Por lo tanto una acción puede pasar de valer 100 a valer 1 y a pesar de que todos los días hubo compradores no por ello la empresa ganó en valor. ¿Por qué entonces se critica tanto cuando la CNMV publica que alguna acción tiene un 1 o un 2% de su capital en posiciones bajistas? ¿A qué viene denominar “fondos buitres” a los hedge funds que apuestan a que un precio pueda bajar, o acusarles de “forzar el descenso de la cotización” como si eso fuera tan sencillo y no hicieran lo contrario la inmensa mayoría de especuladores? Un gestor que trabaja para sus clientes busca la rentabilidad con los instrumentos que tiene, y si piensa que el precio de un activo bajará, ¿por qué no hacerlo? ¿Por qué esa diferencia con el especulador alcista si su objetivo es el mismo? ¿Por qué vender con la esperanza de comprar más barato es distinto que comprar con la esperanza de vender más caro?
Otro tema muy diferente es el de las inversiones cuasimonopolísticas de algunas compañías financieras pero una vez más, el defecto de ellas es el mismo tanto si son compradoras como si son vendedoras. Si se permite que la negociación de determinados productos pierda su base real y esté en manos de unos pocos que pueden manejar sus movimientos, el impacto en la economía real será muy peligroso, sea comprando acero o vendiendo soja, sea inflando el valor de unas acciones o desplomándolas. La solución contra esto es una mejor regulación para las grandes apuestas especulativas que en el tema bursátil debería pasar además por limitar el volumen del trading de alta frecuencia… y es que cuanto más numeroso sea el número de participantes –humanos, claro- en cualquier mercado, más difícil de manipular será este y más útil será para la economía real. Todos invertimos al tener el dinero en el banco, y normalmente elegimos uno y no otro porque nos inspira seguridad, nos ofrece rentabilidad (sea con intereses o con bajas comisiones) y nos da el servicio que buscamos pero si la solvencia de esa entidad financiera dependiera de unos pocos clientes poderosos que lo pueden manipular todo seguramente desconfiaríamos de tener nuestro capital allí.
Esta crisis es tan grave y está resultando tan profunda por culpa de los que llevaron a la inmensa mayoría de los activos del mundo a tal punto de sobrevaloración que obligaron a personas y a empresas a endeudarse en exceso para poder obtenerlos. Ojalá los “bajistas” hubieran frenado aquello.

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