viernes, 10 de octubre de 2014

La libertad era la mejor vacuna contra el Ébola en España

Muy de acuerdo con Antonio Javier Ocón sobre el suceso del Ébola en España, las reacciones ocurridas y el constante afán de socializar todo matando la libertad y la responsabilidad (que es inherente a la libertad).

Artículo de Inbestia:

¿Qué me dirían si dijese que por una decisión libremente me encuentro en situación extrema y ahora todos ustedes para salvarme a mí estarán obligados a arriesgar su vida para sacarme del apuro? Seguramente, el más políticamente correcto de los comentarios sería: “fue decisión tuya, ¿qué quieres ahora?”.

Los misioneros que están por todo el mundo entregando su vida para mejorar la de los demás me parecen unas personas admirables. Casi nadie tiene la valentía y la tenacidad para hacer eso. Se necesita mucha determinación y tener las ideas muy claras para dejar todo y entregar tu vida a los demás. No en vano, en eso consiste ser un héroe. Hacer de un modo libre y sin condiciones que la vida de los demás sea mejor poniendo en riesgo la tuya. Es una forma de realización. Algo que no se puede medir en euros ni en dólares. Se trata de una misión en la vida. De ahí la propia palabra de misionero.

Hoy, España vive una psicosis debido al virus del Ébola. Ayer, en mi opinión, se produjo uno de los capítulos más lamentables de la historia reciente de la humanidad. El sacrificio de un perro para evitar la difusión del mencionado virus tuvo más repercusión que miles de muertes en África. Y aún más, muchos de los que estaban en contra de repatriar a los religiosos Miguel Pajares (Q.E.P.D.) y Manuel García Viejo (Q.E.D.P.) hablaban de derechos de los animales y de falta de humanidad por querer sacrificar a un animal en pos del vil y rastrero objetivo de evitar que el foco infeccioso se extienda. No quisiera entrar a debatir en la falta de capacidad de los animales para ser sujetos de derechos (para ello lean mejor a Rothbard). Tampoco quiero detenerme en las causas que hacen que en este país unas personas sean más o menos bien vistas como repatriados. ¿Qué hubiese dicho la opinión pública si en vez de religiosos no lo fuesen? En este país existen demasiadas etiquetas. Especialmente desde 1939… Ese es otro tema…

Sin embargo, lo que es innegociable, es lo que he comentado anteriormente. Esos dos religiosos para mí son héroes porque libremente entregaron su vida a los demás. Sí, libremente. Hablar de libertad es complejo, pero yo lo haré fácil: libertad es sinónimo de responsabilidad. Tanto los dos misioneros repatriados como todos los demás que hay en el mundo están desempeñando sus empresas de un modo voluntario. Como toda acción libre, quien la realiza previamente ha analizado los riesgos de la misma. Por tanto, el hecho de ir a África a ayudar enfermos conlleva unos riesgos. Los dos españoles repatriados los conocían. Este es el punto al que quería llegar, ¿por qué se vuelve a atracar a la libertad? No se trata, como pretenden algunos, de un tema de coste económico (lo que cuesta al Estado la repatriación). Se trata de algo mucho más profundo. Se trata de una repugnante falta de respeto al principio de responsabilidad inherente a la libertad. Por tanto, se trata de una puñalada en el corazón de la libertad. Algo, totalmente contra natura. Por eso, desde aquí me gustaría preguntar a los responsables de la repatriación (y sí, sé que es un “deber legal” del Estado), ¿en qué estaban pensando? Admiro profundamente la obra de los misioneros en todo el mundo. Sin embargo, ellos son libres y responsables de todas sus acciones. Lo que se ha hecho no dista mucho de un rescate financiero a una entidad bancaria. De hecho, es bastante peor. Se ha “socializado” un riesgo que fue tomado libremente por un individuo. Ahora se intenta focalizar en la auxiliar infectada por el virus por no desempeñar con diligencia el protocolo establecido. Eso es un error humano en el desempeño de una labor mecánica. Es algo que puede suceder. No somos máquinas. Sin embargo, lo que es de juzgado de guardia es el hecho de, una vez más, maniatar la responsabilidad que debe seguir a la libertad y repatriar a dos personas enfermas con un virus altamente contagioso y para el que no existe cura por el mero hecho de ser nacionales de un Estado. Mi máxima admiración a los misioneros que dan la vida cada día. Sin embargo, esos dos eclesiásticos, debieron fallecer donde quedó su alma y su empresa. En sus misiones. Allí fueron conociendo los riesgos y libremente. Allí pasaron a ser héroes. Sin embargo, como siempre, una mente privilegiada investida del imperium estatal, decide intervenir, impidiendo el libre transcurrir de las decisiones individuales y socializando todo tipo de pérdidas. Todo lo que ocurra de aquí en adelante no es culpa del PP, del PSOE, de una ministra determinada, ni de nadie en concreto. La culpa, será una vez más de ese afán que tenemos los humanos de inmiscuirnos en las decisiones de los demás. El virus del Ébola está en Madrid por no permitir a dos personas admirables morir libremente en el lugar en el que decidieron entregar su vida. Los héroes lo son por saltar al vacío sin red de protección y conociendo todos los riesgos. Ningún misionero merece, ni merecía, que se le privase de ese honor.

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