domingo, 8 de abril de 2012

El masoquismo social y el pago de impuestos. (Política, Economía. 618)

Muy de acuerdo con este artículo de María Blanco al respecto del pago de impuestos, el sistema actual y el debate alrededor de la "amnistía fiscal":


"La medida más polémica que ha tomado recientemente el gobierno de Rajoy es la “regularización” fiscal. Según los técnicos más puristas no es una regularización pero tampoco se trata de una amnistía, porque no se trata de dejar a cero la cuenta fiscal del ciudadano: ha de pagar un 10% y porque los propietarios de los capitales que afloren pagarán impuestos sobre ellos. Sea como fuere, todos entendemos de qué hablamos y en qué consiste, lo llamen como lo llamen los políticos por “necesidades del guión”.

La mayoría de lo que oigo y lo que leo en medios y redes sociales apuntan a la justicia o injusticia de la amnistía, los incentivos perversos que introduce, el mal ejemplo para la sociedad, el trato judicial que discrimina al que cumple y al que paga su castigo cuando incumple. Otros con el rostro compungido afirman con la cabeza y aseguran en su defensa que es inevitable, la cosa está muy mal, y hay que hacer que esa gente que tiene su dinero fuera sin declarar tribute como todos. Eso, o sacrificamos a las clases medias (más) con una subida del IVA. Y suben la luz...

Sin embargo, a mí lo que me come la moral es ese “que tribute como todos”. Todos vivimos en una sociedad occidental en la que se nos ha impuesto, o nos hemos dejado imponer un “estado del bienestar” insostenible. Porque no es una sorpresa que el famoso “estado del bienestar” iba a quebrar.

Cualquier estudioso de los modelos económicos o de la política económica lo sabe: es estático, no tiene en cuenta cambios. De manera que, en cuanto la pirámide poblacional se invierte y envejece la población, o cuando llegan inmigrantes con patrones familiares diferentes, aquello zozobra y acaba por naufragar. Pero lejos de revertir el proceso y de desmantelar ese fallido paraíso, nosotros los occidentales nos hemos empeñado en poner parches para que no haga aguas y hemos alimentado, de esta forma, un modelo que hace mucho que está caduco y que es irrealizable. “Todos tienen de todo pagado por todos” es similar a decir “y ya nunca más habrá violencia”: es una mentira preciosa. La raíz del problema del sistema del bienestar no es que no se pueda financiar, eso es una consecuencia, la raíz es qué incentivos genera. Se ha promocionado el pago obediente y sin rechistar de impuestos para que “todos podamos tener de todo”. Y, a medida que ese ideal se manifestaba irrealizable, se iban exigiendo cada vez más impuestos, más control sobre la vida y la cartera del ciudadano, con dos argumentos. Primero, si usted no paga no quiere que todos tengamos de todo, especialmente los menos favorecidos. Es usted una mala persona. Segundo, a cambio, le ofrecemos lo que necesita, que no tiene que coincidir con lo que usted pide, porque nosotros sabemos mejor que usted lo que necesita.

Así que pagar impuestos se ha planteado como algo moral.
Pero, lo cierto es que no todo el mundo tiene una visión tan buenista de los impuestos. Para Ayn Rand, por ejemplo, y para muchos libertarios del siglo XXI, este sistema del bienestar lo que promueve es que unos, los menos, vivan a costa de los otros, los trabajadores; fomenta que una autoridad arbitraria pueda legítimamente quitarle a usted la riqueza que genera para dárselo a los clientes políticos (subvencionados), esté usted de acuerdo o no.

Desde este punto de vista, el fraude fiscal es una consecuencia de un nivel impositivo excesivo desde el punto de vista de aquellos que generan la riqueza que se pretende gravar (sean grandes capitales o una chapuza de fontanería). De manera que lo perciben como un mensaje de los ciudadanos a los gobernantes: “Ustedes se están pasando quitándome lo mío, y no veo resultados que lo justifiquen. No lo voy a consentir”.

Por eso, para los libertarios, la amnistía fiscal significa que el gobierno reconoce que las barreras desplegadas que frenan que se mantengan capitales en territorio patrio, es decir, impuestos y burocracias, están demasiado altas y está dispuesto a mirar a otro lado, a bajar un poco el peso de la carga, con tal de que vuelvan esos dineros para poder aumentar los ingresos del Estado.

¿Será una medida efectiva? Pues probablemente no, los grandes ahorradores que no han declarado y han sacado su dinero fuera, no estarán dispuestos a traer los capitales para “regalar” un diez por ciento que ahora no pagan al Estado, teniendo en cuenta de que hoy por hoy, con el aumento de la carga fiscal a las sociedades, la subida del IRPF, la subida de la luz, etc., no somos rentables. España no es un país para inversores."

Fuente: Voz Populi

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