Ciertamente, las entidades están tirando por el suelo su credibilidad con los clientes por las prácticas realizadas, y mucho deberán cambiar las cosas para recuperar la confianza pérdida (y el responder ante la justicia es una de ellas), básico si se quiere tener un sistema sólida que ayude a la economía real:
"Detrás de palabras como “rescate”, “inyección de capital” o “nacionalización” de Bankia hay verdaderos dramas personales y familiares de ahorradores tradicionales que fueron persuadidos (o presuntamente engañados y esperemos que la Justicia entre en el fondo del asunto) para contratar productos financieros que ni entendían ni les convenían.
No hablo de los confiados clientes que se dejaron convencer por los empleados de su sucursal de comprar acciones en la OPS de Bankia. Con una simple búsqueda en Google habrían descubierto que no era una buena opción de inversión, por mucho descuento del 50% que se “vendiera” respecto a su precio en libros (que han resultado ser datos más que falsos). Lo siento por ellos, pero compraron acciones sabiendo que eran acciones, con un riesgo claro de perder dinero. En todo caso, dado que las cuentas presentadas eran falsas, seguramente podrán reclamar con incierto éxito contra la lamentable gestión de supervisión de la CNMV en el caso Bankia.
Me refiero a los ahorradores tradicionales que en su día se sentaron confiados con su director de toda la vida para contratar un buen depósito a plazo fijo. Personas con nombre y apellido,como Antonio Barahona y esposa. Ahorradores que de ninguna manera habrían puesto su dinero en participaciones preferentes, un producto financiero complejo de carácter perpetuo y que sólo reparte intereses si la entidad financiera presenta beneficios.
O casos como el de un conocido mío joven (que no han engañado a gente mayor, solamente) que creía haber pignorado unos miles de euros a cambio de un préstamo personal para un negocio y que descubrió con asombro que le habían encasquetado obligaciones a 10 años de vencimiento en lugar de un depósito.
A esta gente se le ofreció un canje por acciones de Bankia, si querían recuperar sus ahorros. La elección era elegir entre una mala inversión y una probablemente peor, las acciones de Bankia.
La gente que acudió a este canto de sirena y no vendió a tiempo, lleva perdido más del 50% de sus ahorros y podría perder la mayoría de su dinero. Y los que no han acudido tienen participaciones preferentes que no proporcionan interés alguna (Bankia ha tenido que admitir contablemente que está en pérdidas) y no pueden hacerlas líquidas. Un corralito en toda regla.
Goirigolzarri declaró hace unos días que buscaría “una solución” para las participaciones preferentes emitidas por sus cajas originales. En todo caso descarta que se cajeen por capital. Si no se les devuelve el dinero a los ahorradores afectados, ninguna solución que proponga Bankia será buena. Y ahora que ha recibido dinero del Estado y además ha vuelto a mal acosnejar a los clientes que se arruinan en Bolsa después del canje, es muy complicado que se les ofrezca un canje decente.
Bankia no es el único caso de entidades que tratan a sus clientes con desidia o, en muchos casos, maltratan sin más a su fuente de ingresos natural. Estamos en unos momentos en que todos los contribuyentes vamos a tener que poner dinero para evitar un escenario dantesco de quiebra en cadena de las entidades financieras más débiles de nuestro sector bancario. Sin embargo este esfuerzo no puede ser a fondo perdido ni tampoco es concebible que los causantes de semejante despropósito no respondan ante la Administración y, si es pertinente, ante la Justicia.
Mucho tiene que cambiar la banca para recuperar la credibilidad de los clientes, única forma de que nuestro sistema financiero sea sólido y ayude a la economía real, que es para lo que existe.
Fuente: La Carta de la Bolsa
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