martes, 22 de julio de 2014

Los muertos palestinos que no interesan

Elías Cohen muestra los numerosos y gráficos ejemplos en los que la solidaridad con los palestinos es un subproducto del odio a Israel, que muestra cómo la actitud de los que critican a Israel no obedece precisamente al amor por los palestinos, pues no dejan de demostrar lo poco que les importan en cuanto no anda de por medio el Estado judío. 
Los ejemplos y el silencio y ausencia de crítica y protesta en dichos casos habla por sí sola...

Artículo de Libertad Digital: 
En esta última escalada de violencia entre Israel y Hamás la retórica de muchos activistas, políticos, periodistas y académicos ha vuelto a ser significativa en cuanto a propalestinismo y demonización de Israel se refiere. Los ejemplos son sustanciosos.
El activista propalestino Manu Pineda, paisano mío, que está en Gaza sirviendo como escudo humano, ha declarado a El Confidencial:"Siento vergüenza de que mi vida valga más que la de los palestinos".
Cayo Lara, por su parte, ha llamado abiertamente a romper relaciones con Israel y comparado a los judíos con los nazis. Alberto Garzón, la joven promesa de Izquierda Unida, también paisano, ha declarado que lo que está haciendo Israel en Gaza es un genocidio.
El profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense Najib Abu Warda ha publicado un análisis (sin datos ni fuentes contrastadas, viva la deontología) en el que compara elholocausto nazi con el "sionista".
En numerosísimas ocasiones, la solidaridad con el sufrimiento de los palestinos, a la cual Pineda se siente "enganchado", no es sincera, sino un subproducto del odio a Israel. Si las hemerotecas hablaran...
En 2007, después de que Hamás ganara las legislativas palestinas, una lucha fratricida entre la referida organización islamista y la del presidente Mahmud Abás, Al Fatah, dejó más de 200 muertos en el campo de batalla, que fue toda la Franja de Gaza. Los últimos mohicanos de Al Fatah tuvieron que huir por mar para salvar el pellejo. La nada sospechosa ONG Human Rights Watch acusó a ambas facciones de violaciones del derecho internacional humanitario, de perpetrar matanzas de civiles, ejecuciones públicas de opositores y cautivos; denunció que se lanzó a prisioneros desde azoteas de edificios altos y se libraron combates en hospitales.
Nadie alzó la voz. Nadie habló de matanzas. Nadie lloró por las víctimas palestinas.
La tampoco sospechosa organización israelí B’tselem, famosa por estar en contra de la ocupación y monitorear constantemente la actividad de los colonos y del Ejército israelí en los territorios palestinos, y el Palestinian Human Rights Monitoring Group, menos sospechoso aún, sostienen que desde 1987 han sido 1.593 las vidas que se han cobrado los conflictos intestinos entre fuerzas palestinas; sólo en Gaza habrían sido más de 600 desde 2006.
En Siria, donde las cifras de muertos se mueven entre los 180.000 y los 200.000, la ONU declaró a principios de 2013 que habían muerto en torno a 1.000 palestinos. En febrero de este año, el periódico on line Islamic News Daily, al que presumimos muy lejos de los intereses sionistas, cifró -haciéndose eco de informaciones de la agencia de noticias Safa- en 2.072 los muertos palestinos en Siria. El mismo mesThe Guardian publicaba que las fuerzas de Al Asad sometieron a asedio el campo de refugiados palestinos de Yarmuk, a las afueras de Damasco. La agencia Safa contabilizó 840 muertos en dicho campo y 163 en el campo de Deraa. Los mató Asad, pero a nadie pareció entonces importarle la vida de esos 2.072 palestinos.Seguimos esperando alguna manifestación o concentración ante la embajada siria, con fotos de Asad luciendo una esvástica.
Ciertamente, esto de preocuparse por los palestinos sólo cuando los mata Israel, viene de largo.
En Los orígenes sociales y económicos de la monarquía jordana, el economista político e investigador Tariq Moraiwed Tell informa de que en septiembre de 1970, en su lucha contra la OLP, el Ejército jordano mató entre 7.000 y 20.000 palestinos (la primera es la cifra esgrimida por Amán; la segunda, la de Arafat). Fue el conocido Septiembre Negro, que dio nombre al célebre grupo terrorista palestino antiisraelí que llevó a cabo, entre otros crímenes, la Matanza de Múnich, en la que asesinó a 11 atletas israelíes que participaban en los Juegos Olímpicos de aquel año (1972).
Nadie habló entonces de genocidio, ni acusó al rey Husein de nazi.
Entre 1975 y 1977 murieron más de 5.000 palestinos en el marco de la guerra civil libanesa. Pero las condenas y los gritos al cielo sólo se alzaron cuando en 1982 los israelíes se inmiscuyeron en la misma e invadieron el País del Cedro. Entre 1984 y 1989, en la poco conocida Guerra de los Campos se dio muerte a más de 5.000 palestinos.
No hubo flotillas al Líbano, ni llamamientos de condena internacionales, ni denuncias sobre la violación del derecho internacional o de los derechos humanos.
Ni las hemerotecas ni los datos engañan. Eso sí, juegan malas pasadas. Los de siempre, los que duermen a pierna suelta mientras los muertos no los mate Israel, han vuelto a retratarse. Su actitud no obedece precisamente al amor por los palestinos, pues no dejan de demostrar lo poco que les importan en cuanto no anda de por medio el Estado judío. Aquí la causa fundamental está clara. Es el odio. El odio a Israel, el judío de entre las naciones.

Fuente: elmed.io

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear