jueves, 8 de marzo de 2018

Contra-manifiesto a la Huelga Feminista

El siguiente manifiesto es una refutación y contra-manifiesto al presentado en la Huelga Feminista de hoy: 


Fuente Contra-manifiesto:

Asisto con perplejidad y preocupación ante el ascenso del feminismo confrontativo y belicoso como el nuevo colectivismo más peligroso de este siglo XXI. Yo soy individualista anti-colectivista. Esto es, concibo a las personas por ellas mismas, no por ningún grupo al que pertenecen, creo que los derechos son humanos y universales, no creo que deba haber derechos distintos por ningún grupo al que se pertenece, pues entonces serían privilegios. No quiere decir con esto que concibo a las personas como individuos aislados, ni muchísimo menos, justo al revés creo que cada uno tiene la libertad de elegir a qué grupos pertenecer y que todos somos miembros de una sociedad global que nos une y contribuye a nuestro crecimiento a través de relaciones voluntarias.
Intuyo que el feminismo cobra importancia ahora pues una parte importante de la sociedad es colectivista por naturaleza (requiere identificarse con un “nosotros” frente a un “ellos” para sentirse protegida y construir su propia identidad), y caídos los dos grandes colectivismos clásicos (el nacionalismo, en cierto modo para la derecha, y el socialismo/comunismo para la izquierda), cierta izquierda ha buscado refugio en un nuevo colectivismo, pero esta vez el más primario de todos (solo a la altura del racismo), que es el que distingue a las personas por sus sexos.
Con esta crítica no pretendo ni muchísimo menos reivindicar a “los hombres” o “el machismo o “el patriarcado”, sino denunciar el absurdo del pensamiento “por grupos” que nos invade y que hace categorías opuestas que considera homogéneas y que contrapone en una simplificación del análisis social muy empobrecedora. Así “hombres/mujeres” como “pobres/ricos”, “proletarios/capitalistas”, “heteros/LGTBI”, “mestizos/indígenas” “nacionalistas/no-nacionalistas”, “nacionales/extranjeros”, “blancos/negros” “judíos/cristianos”... como antes “católicos/herejes”...
Al final siempre es un “nosotros/ellos” que encasilla tanto al “nosotros” como al “ellos” en estereotipos, pues para conceptualizar a gentes tan diversas como las que se engloban en cualquiera de estas categorías sólo se puede hacer en base al tópico y el mito. Para mí el análisis por grupos, cualquiera que sea el grupo, se contrapone al individualismo, por tanto todos los colectivismos son iguales en esencia y padecen de los mismos errores conceptuales: el atajo mental que supone catalogar a un individuo por el colectivo al que pertenece, o al que le adscribimos, para no tener que averiguar sus características propias sino asignarle automáticamente las del grupo. Es una pura simplificación hasta el absurdo. Así, sea lo que sea que se diga, cualquier cosa que se diga que empiece por “las mujeres son... “ es siempre es falso y una caricatura. Lo único que tienen en común todas las mujeres es que son mujeres. Como lo único que tienen en común todos los homosexuales es que son homosexuales, o todos los cristianos es que son cristianos, o todos los musulmanes, musulmanes.
De hecho en este sentido sí es correcto hablar de “marxismo cultural” pues lo que se hace es trasladar las categorías marxistas de “opresores/oprimidos” como “proletarios/capitalistas” a otros aspectos de la realidad social, ya no la “infra-estructura” económica que decía Marx, sino ahora la “estructura” de poder “hombres/mujeres”. Porque al final del discurso lo que hay es una victimización de las mujeres como “oprimidas”, se entiende que por los hombres (=opresores). Esto es lo radicalmente erróneo y peligroso.
En el siglo XXI la configuración de la identidad de cada individuo es mucho más compleja que anteriormente. Todos somos parte de un mundo global, y todos pertenecemos a muchos grupos. Pero ninguno de ellos es homogéneo o nos categoriza o nos define únicamente. De hecho es elección nuestra decidir qué importancia le damos a cada grupo a que pertenecemos, o a qué grupos decidimos pertenecer (y hay miles posibles, desde “calvos” hasta “trekkies”, desde “believers” hasta “trans”, desde “nacionalistas catalanes” hasta “esperantistas”, “abogado” o “conductor”...). Por ello ningún grupo es único, y ningún grupo es “oprimido” por el otro grupo. Es algo mucho más complejo que una simplificación en dos categorías, pues hay miles, y es algo mucho más complejo que determinar “opresión” de una sobre la otra, pues lo que hay son miles de individuos interactuando en función de cada una de sus categorías unas veces, y de otras, otras.
Por ello lo que yo rechazo es el colectivismo (y más aún el colectivismo victimista de raíz marxista) que indica este manifiesto feminista. Y lo que reclamo es una sociedad de individuos libres que se puedan relacionar en igualdad entre sí, y que cuando se hagan los estudios sociales o las políticas públicas se hagan igual para todos, no por sexos, orígenes, nacionalidades, etc… De hecho me sorprende que una parte importante de los estudios sociales en sociedades desarrolladas y complejas como las nuestras se estén haciendo sobre una base de una simplificación tan burda y primitiva como es la división en hombres/mujeres, y por eso reclamo no introducir “la perspectiva de género” en TODOS los estudios. Soy consciente de que el estudio implica, casi siempre, usar categorías, pero no creo que la generalización de las categorías más primarias a todo análisis contribuya mucho a un mejor entendimiento de la sociedad, ni creo que siempre se deban usar las mismas categorías para analizar.
Me preocupa, además, la subordinación  de las estadísticas y de la mera lógica al debate. Se presentan datos pretendiendo extrapolar a una realidad que no es. Cuando se dice que xxx mujeres son víctimas de “violencia de género” se está dando a entender algo falso, y es que hay un número estadísticamente significativo de mujeres víctimas de violencia por su género, y eso simplemente no es verdad. Ni tampoco es verdad que cuando se dice “las mujeres somos víctimas de la violencia” se esté dando una  imagen de la realidad, pues se da a entender que todo el colectivo “mujeres” es víctima, cuando es una parte ínfima de éste colectivo. El número de mujeres asesinadas por violencia de género en 2017 es de 57. Cincuenta y siete. En España hay 23 millones de mujeres. Esto representa un 0,00022%. Es estadísticamente absurdo extrapolar nada del colectivo “mujeres” ni del colectivo “hombres” en base a una cantidad tan reducida (ojo, no digo que son pocas las mujeres víctimas de la violencia de género, ojalá sean cero, como ojalá sean cero todas las víctimas de violencia). El número de hombres acusados de violencia es también ínfimo. Así como el número de hombres víctimas de la violencia (que es muy superior al de mujeres, por cierto). Por tanto no se puede decir, usando honestamente las estadísticas, que en España haya un maltrato generalizado a las mujeres, o que sea un problema general. Tampoco se puede decir que “los hombres” atacan a las mujeres. Hablar de “violencia de género” traslada a todo el género un problema que es solo de una parte pequeña. Claro que hay violencia contra las mujeres, pero en la sociedad española actual es, afortunadamente, poca, y en su inmensa mayor parte no es debido a que son mujeres, por tanto cuando se dice “violencia de género” se da a entender que es un problema del género entero (de ambos géneros, uno como víctima y otro como victimario) y no es así. De hecho España es un país muy poco violento, y por suerte, no tenemos este tipo de problemas masivos. En España tan solo un 3% de la población fallece por “causas externas” (no enfermedades) y en su mayor parte (9.800 frente a 5.800) son hombres. Esto incluye accidentes de tráfico (1.400 hombres frente a 400 mujeres), ahogos, caídas, y el suicidio como principal causa, que también  afecta a los hombres mayoritariamente (2.900 hombres frente a 900 mujeres). Con estos datos no quiero denunciar una “opresión” hacia los hombres, simplemente quiero decir que extrapolar a una situación de generalización de violencia contra las mujeres es simplemente falso.
Lo mismo ocurre con el uso de los otros datos que suelen hacer las feministas. Así por ejemplo la famosísima por mil veces repetida “brecha salarial” del 23% no tiene como explicación que haya “discriminación”, sino  que las mujeres trabajan de media menos horas, en sectores peor remunerados mayoritariamente, y con menos horas de trabajo a lo largo de la vida laboral por el tiempo dedicado a los hijos y la maternidad (lo que resta acumulación de experiencia y mejoras por productividad (véase los excelentes análisis de Juan Ramón Rallo al respecto).
Toda acción “feminista” parte de una representatividad espúrea. Las feministas hablan en nombre de “las mujeres” pero sin representar, ni muchísimo menos, a la mayor parte de las mujeres. Y de hecho esta reducción de un grupo diverso a una unidad es la que provoca tanto sus problemas de legitimidad como su propio rechazo por muchas, la mayor parte diría, de las mujeres, que no son feministas. Y desde luego no lo son en el mismo sentido. Su ideología simplista colectivista les impide ver que haya mujeres que piensen distinto que ellas, y así, al igual que ocurría con el comunismo que acusaba a los “traidores de clase”, las mujeres feministas acusan a las otras mujeres que no comulgan con ellas de “traidoras” o “sometidas”, es un puro totalitarismo.

Para explicar mi preocupación voy a comentar (en azul y entre paréntesis) el manifiesto que convoca a la “huelga feminista” de este 8 de marzo y que miles de personas dicen que apoyarán. El manifiesto lo extraigo de la convocatoria oficial.
Se me podrá aducir que hay muchos feminismos y que no todos son como este, pero este es el que convoca a la huelga de la que los medios hablan por meses. Me da la sensación de que con el feminismo está ocurriendo como con el comunismo, cualquier aplicación práctica del feminismo que es una barbaridad se justifica diciendo “pero eso no es verdadero feminismo” sin embargo, más allá de la supuesta bondad intrínseca del feminismo no se presenta un manifiesto o texto que sea “verdadero feminismo” y que se presente a la sociedad. En cualquier caso cualquier feminismo tiene como premisa analizar la sociedad desde la óptica hombres/mujeres, y es esa premisa la que yo denuncio como simplista.

http://hacialahuelgafeminista.org/manifiesto-8m/

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Manifiesto 8M

JUNTAS SOMOS MÁS (esto es una obviedad). Cada 8 de Marzo (en castellano los meses van en minúscula. ME CORRIJO: salvo que se considere una fecha singular que sea un nombre en sí misma, que entiendo que es lo que ellas entienden en este caso) celebramos la alianza entre mujeres para defender nuestros derechos conquistados. Fue la unión de muchas mujeres en el mundo, la que consiguió grandes victorias para todas nosotras y nos trajo derechos que poseemos hoy. Nos precede una larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas (parecen olvidar a Clara Campoamor, LIBERAL, no socialista, quien consiguió el voto femenino en España, en contra del criterio de las izquierdas -que creían que las mujeres votarían lo que les diga el confesor y por ello a las derechas-) y sindicalistas. Las que trajeron la Segunda República (la Segunda República fue un desastre de violencia y enfrentamiento e inestabilidad en la historia de España, otro mito que se quiere reafirmar, en lugar de mirar al futuro se reivindica un pasado que tiene muy poco que reivindicar), las que lucharon en la Guerra Civil (no queda claro si son en ambos bandos o solo en uno. No queda claro por qué las que lucharon en la Guerra Civil y no en las guerras carlistas, o en las guerras napoleónicas por poner dos ejemplos, no queda claro por qué aquí se homenajea a las mujeres que lucharon en la guerra y luego abajo se condena a las guerras por “patriarcales”, es una pura contradicción), las que combatieron al colonialismo (¿Y las que fueron parte de las expediciones coloniales que permitió el mestizaje no eran mujeres?) y las que fueron parte las luchas anti-imperialistas (¿Qué luchas anti-imperialistas? ¿Se refiere a las que lucharon contra el Imperio Español? ¿Contra el Imperio Soviético? ¿Contra el Imperio Otomano? Porque lo que en realidad están queriendo decir sin decirlo es que homenajean solo a las mujeres de izquierdas que lucharon contra el “imperio” -que no lo es- norteamericano, a pesar de que ellas se adhieren a la manifestación global que está dominada por una cultura occidental-norteamericana). Sin embargo, sabemos que aún no es suficiente: queda mucho por hacer y nosotras seguimos luchando (el lenguaje belicoso siempre es rechazable. Es llamativo cómo las feministas hablan de “aliados masculinos” como si estuviesen en una “guerra” contra los hombres. Y de hecho es en esa lógica de confrontación en la única en la que tiene sentido su feminismo).
La sororidad (esto de inventarse palabras que cuesta saber lo que quieren decir pero que parecen dar nuevo sentido al lenguaje es propio de 1984 o ruptura del lenguaje como institución tradicional de coordinación social) es nuestra arma (más símiles belicosos que indican enfrentamiento); es la acción multitudinaria (la realidad es que la huelga no parece que vaya a ser mayoritaria, como no son multitudinarias la mayor parte de las acciones feministas, de hecho es muy minoritaria) la que nos permite seguir avanzando. La fecha del 8 de marzo (aquí se escribe “marzo” con minúscula, se agradecería una unidad de criterio al menos) es nuestra, internacional y reivindicativa (sobre la fecha del 8 de marzo y su uso por la URSS en su propaganda también habría mucho que decir, no queda claro si cuando dicen que es suya también hacen suyas la propaganda de la tiranía soviética).
Hoy, 8 de Marzo (aquí con mayúscula), las mujeres de todo el mundo estamos convocadas a la HUELGA FEMINISTA.
Nuestra identidad es múltiple, somos diversas. Vivimos en el entorno rural y en el entorno urbano, trabajamos en el ámbito laboral y en el de los cuidados (es curioso que la “pluralidad” se reduzca a estos dos ámbitos. No parecen ser plurales por ideologías, no parecen ser plurales por opciones de vida, al final no parecen ser “plurales” si no son “combativas”). Somos payas, gitanas, migradas (no entiendo por qué dicen “migradas” y no “migrantes”. La emigración es una elección, dura, pero una elección, y decir “migradas”  da la sensación de que han sido forzadas, y eso no es verdad). y racializadas (no entiendo qué se quiere decir con “racializadas”. Da la sensación de que no son de distintas razas sino que otras personas les ponen razas a las mujeres. Supongo que quieren decir “plurales en razas” pero que “nos han impuesto”, o algo así. Ni “migradas” ni “racializadas” lo recoge el diccionario de la Academia de la Lengua Española). Nuestras edades son todas y nos sabemos (tampoco entiendo este “nos sabemos” en lugar de “somos”) lesbianas, trans, bisexuales, inter, queer, hetero… Somos las que no están: somos las asesinadas, somos las presas (me parece importante acordarse de la población reclusa, pero, ¿por qué incluyen también a aquellas mujeres que han cometido un crimen entre “las que no están”, porque estar, están, y las reclusas están recluidas por cometer algún delito -cuestionable si merecería pena de cárcel, pero legal-. La inmensa mayor parte de los recluidos en España son hombres, +/- un 94%). Somos TODAS (no, la mayor parte de las mujeres no suscriben este manifiesto. Están apropiándose de una representatividad que no tienen). Juntas hoy paramos el mundo y gritamos: ¡BASTA! ante todas las violencias que nos atraviesan (“las violencias que nos atraviesan” es una expresión literaria que da una sensación de victimización cuan vírgenes padeciendo los siete dolores con siete puñales muy poco real. La mayor parte de las mujeres no son víctimas de violencia -entendiendo esta por violencia real objetiva contrastable, no imaginaria percibida atribuible-).
¡BASTA! de agresiones, humillaciones, marginaciones o exclusiones (aquí está, quizás, el punto central del manifiesto, y es que se habla de agresiones en genérico sin especificar, situando todo el rato a las mujeres como víctimas, con una idea del feminismo bastante errónea en mi opinión, por la cual las mujeres son débiles y víctimas y los hombres son fuertes y agresores. Una falsedad y una generalización burda, que no ayuda en nada a distintos roles o la evolución social). Exigimos que el Pacto de Estado contra las violencias machistas –por lo demás insuficiente– se dote de recursos (interesante que lo que se exige es más gasto público que beneficiará sobre todo a las mismas asociaciones feministas. Este punto puede darnos muchas pistas de sus reivindicaciones) y medios para el desarrollo de políticas reales (y lo que reclaman es la intervención del Estado, reclaman que el Estado solucione los supuestos problemas sociales. Esto es socialismo en esencia) y efectivas que ayuden a conseguir una sociedad libre de violencias contra las mujeres y niñas (por fortuna la inmensa mayor parte de las mujeres y las niñas no sufren violencia en la sociedad española, y las que las sufren no la sufren más que los hombres. Pero sí, es un objetivo loable alcanzar una sociedad libre de violencia, en general, contra todos). Denunciamos la represión a quienes encabezan la lucha por los derechos sociales y reproductivos (nunca entendí muy bien por qué el aborto es una de las banderas feministas, yo creo que hay muchas mujeres que no están de acuerdo con la reivindicación del aborto. Además aquí hacen una denuncia -otra más- sin sustento alguno, ¿de qué represión están hablando? Porque que yo sepa en España el aborto ya es legal y las mujeres que luchan por “los derechos sociales y reproductivos” -eufemismo para decir el aborto- tienen plena libertad de acción).
¡BASTA! De violencias machistas, cotidianas (ojo que según ellas las violencias son “cotidianas”. Ateniéndonos a la definición de violencia de la RAE se requiere del uso de la fuerza, o de la ira. Simplemente no es cierto que la mayor parte de las mujeres españolas vivan situaciones de violencia de manera cotidiana. Claro que hay violencia, tanto contra hombre y mujeres, pero en la sociedad española es excepcional, no cotidiana) e invisibilizadas (en ninguna parte del manifiesto hablan de ejemplos reales, claro, que como están “invisibilizadas” entramos en un debate imposible, pues entramos en el debate de lo que es invisible, ¿de qué violencias en concreto están hablando?), que vivimos las mujeres sea cual sea nuestra edad y condición (fíjense que esas violencias las viven “las mujeres” independientemente de la edad y condición, esto es, que todas las mujeres viven violencias machistas cotidianas. Sin embargo la mayoría de las mujeres no harán esta huelga, miles y miles de mujeres están diciendo en público ya que no se sienten víctimas de estas supuestas violencias) . QUEREMOS poder movernos en libertad por todos los espacios y a todas horas (¿Quién impide a las mujeres moverse en libertad por todos los espacios? ¿Hay alguna ley que impida a las mujeres moverse por España? ¿Hay ausencia de libertad para las mujeres? ¿Qué espacios no pueden entrar las mujeres? Es simplemente mentira que no haya libertad de movimiento en España). Señalamos y denunciamos la violencia sexual como expresión paradigmática de la apropiación patriarcal de nuestro cuerpo (los agresores sexuales ya no son los culpables, pues ya son solo una “expresión paradigmática” de una “apropiación patriarcal” por la cual TODOS los hombres pasamos a ser culpables de las agresiones. Es curioso pues no se sabe cómo “se apropia” del cuerpo de las mujeres. Más bien las mujeres son propietarias de su cuerpo -como lo son los hombres- y ellas deciden qué hacer con él. Así si deciden ser azafatas, modelos, o exhibirlo es su decisión y han de ser libres para hacerlo), que afecta de modo aún más marcado a mujeres en situación de vulnerabilidad como mujeres migradas y trabajadoras domésticas (es cierto que gran parte de las agresiones sexuales se producen a mujeres inmigrantes. Pero más bien tiene que ver con que la violencia hacia las mujeres es muy superior en los países de origen y se reproducen esas mismas estadísticas en el país de acogida). Es urgente que nuestra reivindicación Ni una menos sea una realidad (Muy de acuerdo en “ni una menos” pero también en “ni uno menos”. Es decir, combatir la violencia es parte importante de una sociedad civilizada, y de hecho lo hemos hecho de manera admirable y radical en la sociedad occidental en el último siglo).
¡BASTA! De opresión por nuestras orientaciones e identidades sexuales! Denunciamos la LGTBIfobia social, institucional y laboral que sufrimos muchas de nosotras, como otra forma de violencia machista (no me queda nada claro por qué la LGTBLfobia es solo contra las mujeres, y no contra los hombres homosexuales también. A no ser que se esté dando a entender que los hombres homosexuales por el hecho de ser homosexuales no son “hombres”, que es lo que parece que va implícito en esa reivindicación). Somos mujeres y somos diversas (esto ya lo han dicho al inicio y aquí no aporta nada. Que son mujeres ha quedado muy clarito).
¡MUJERES LIBRES (las mujeres ya son libres, según la ley y su propio entender, la libertad no se ha de “dar” nadie, sino ejercerla, y tienen perfecta capacidad de hacerlo, como de hecho lo hacen en este manifiesto), EN TERRITORIOS LIBRES! (los “territorios” no son “libres”. La libertad se predica de los seres humanos, de cada persona, los territorios ni tienen derechos, ni son libres, ni entiendo muy bien por qué hablan de territorios aquí).
Somos las que reproducen la vida (es curioso que líneas más arriba reivindiquen a las mujeres que “luchan” por el aborto, y aquí que las “mujeres reproducen la vida”, lo que parece excluir a todas esas mujeres que deciden no tener hijos, y que también son mujeres). El trabajo doméstico y de cuidados que hacemos las mujeres es imprescindible para el sostenimiento de la vida (completamente de acuerdo, y es muy encomiable… como el trabajo que hacen los hombres cuidando de los suyos y en el ámbito doméstico. Es cierto que la mayor parte del trabajo doméstico es femenino, pero excluir el trabajo de los hombres en este ámbito es reproducir tópicos y estereotipos). Que mayoritariamente sea gratuito o esté devaluado es una trampa en el desarrollo del capitalismo (este es otro desbarre de campeonato. En el capitalismo precisamente se ha permitido la equiparación de hombres y mujeres, y que las mujeres se incorporen al mercado laboral. Lo de “trampa” da la sensación de que estamos jugando a un juego con estafas. Simplemente no es un trabajo por el que hay transacción monetaria, y por eso tiene una valoración especial. Precisamente pensar que todo ha de tener una contrapartida monetaria es la exacerbación del capitalismo que dicen denunciar). Hoy, con la huelga de cuidados en la familia y la sociedad, damos visibilidad a un trabajo que nadie quiere reconocer (¿Cómo que nadie quiere reconocer? Más bien la mayor parte de hijos e hijas y padres y madres reconocen con mucho cariño y agradecimiento la labor de cuidados que hace sus madres e hijas -y las labores que hacen sus padres e hijos-), ya sea en la casa, mal pagado o como economía sumergida. Reivindicamos que el trabajo de cuidados sea reconocido como un bien social de primer orden, y exigimos la redistribución de este tipo de tareas (lo de exigir la redistribución ya es distinto, ya que quiere decir que ellas pretenden regular un acuerdo tan íntimo y personal como el que se establece dentro de cada pareja, en cada casa, sobre la distribución de tareas, y eso es invasivo e inaceptable).
Hoy reivindicamos una sociedad libre de opresiones, de explotación y violencias machistas (otra repetición innecesaria). Llamamos a la rebeldía y a la lucha ante la alianza entre el patriarcado y el capitalismo (repiten estas consignas como si tuviesen algún contenido, como si “el patriarcado” fuese un conjunto de hombres que fuman puros con chistera que se reúnen con “el capitalismo” -otros hombres que fuman puros con chistera como en el emblema del Monopoly- y que se reúnen para conspirar contra “las mujeres”. Esto es una teoría conspiranoica delirante, y que alguien la firme en público da alipori) que nos quiere dóciles, sumisas y calladas (¿Quién “las quiere” así? es una especie de “personificación” de una fábula en la cual se cuentan una interpretación de la realidad hiper-simplificada -hombres versus mujeres- en la que hay buenas y hay malos. De hecho están reproduciendo algo así como el cuento de Caperucita Feroz o la Cenicienta pues hay un ente maligno que es el “hetero-patriarcado capitalista” contra el que las mujeres han de luchar pues son víctimas y las quiere “dóciles, sumisas y calladas”. Es delirante esta “personificación sin sustentación alguna).
No aceptamos estar sometidas a peores condiciones laborales, ni cobrar menos que los hombres por el mismo trabajo (este mito ya se ha demostrado con estadísticas y reiteradamente que es falso. Pero da igual, ellas siguen repitiendo la misma mentira por si acaso le consiguen algo de beneficio). Por eso, hoy también hacemos huelga laboral.
Huelga contra los techos de cristal y la precariedad laboral, porque los trabajos a los que logramos acceder están marcados por la temporalidad, la incertidumbre, los bajos salarios y las jornadas parciales no deseadas (¿Y los hombres no tienen incertidumbre, temporalidad o bajos salarios en sus trabajos? Claro que sí). Nosotras engrosamos las listas del paro (el paro masculino en España es del 18% y el femenino es del 15%. Esa afirmación es, por decir lo menos, exagerada). Muchos de los trabajos que realizamos no poseen garantías o no están regulados (¿Todos los trabajos deben estar “regulados”? ¿Todos los trabajos que hacen los hombres están regulados?). Y cuando algunas de nosotras tenemos mejores trabajos, nos encontramos con que los puestos de mayor salario y responsabilidad están copados por hombres (cierto en ciertos sectores. Se explica sobre todo porque esos puestos se accede tras una larga carrera laboral y hace 40 años el número de mujeres en la Universidad o que seguían carreras profesionales eran menos que los hombres. Esas diferencias no se notan en los cargos medios que ocupan mujeres y hombres en torno a 30-40 años a día de hoy). La empresa privada, la pública, las instituciones y la política son reproductoras de la brecha de género.
¡BASTA! de discriminación salarial por el hecho de ser mujeres (no es cierto que hay discriminación salarial), de menosprecio (¿Qué menosprecio?) y de acoso sexual (el acoso sexual es mínimo en comparación con el conjunto de mujeres y hombres. El bullying también afecta a los hombres) en el ámbito laboral.
Denunciamos que ser mujer sea la principal causa de pobreza (esto es estrictamente falso. Ni la mayor parte de las mujeres son pobres, ni hay diferencias sustanciales en “riesgo de pobreza” entre hombres y mujeres según el VII informe 'El Estado de la Pobreza en España) y que se nos castigue por nuestra diversidad (¿Quién “castiga” a quién? Es significativo el uso del verbo “castigar” que sitúa a las mujeres en una situación de inferioridad como niñas. Y ¿por qué diversidad se supone que se las castiga?). La precariedad se agrava para muchas de nosotras por tener mayor edad, ser migrada y estar racializadas (otra vez el uso de “migrada” y “racializada” que sitúa a las mujeres como sujetos pasivos, no como actoras de su propia vida. La precariedad entre hombres emigrantes y de otras razas también es superior), por tener diversidad funcional (las personas con diversas funcionalidades padecen mucha mayor precariedad en nuestras sociedades, cierto, pero tanto los hombres como las mujeres) o una imagen alejada de la normatividad (esto ya me supera un poco, porque la idea de que por tener una imagen “distinta” ¿De qué “normatividad”? se sufre discriminación por ser mujer me parece extraño, pero no sé exactamente a qué se refieren). Reivindicamos que nuestra situación laboral nos permita desarrollar un proyecto vital con dignidad y autonomía (supongo que eso también lo revindicarán de los hombres, ¿o ellos no tienen derecho a un “proyecto vital con dignidad y autonomía”?); y que el empleo se adapte a las necesidades de la vida (esto es una mamarrachada de nivel, o sea, que si yo tengo XXX “necesidades de la vida” -otro concepto sin definir que suena bonito y en el que puede caber de todo- entonces mi empleo se debe adaptar porque yo soy mujer):  el embarazo o los cuidados no pueden ser objeto de despido (de hecho en España es ilegal despedir a una mujer embarazada. Es una norma cuestionable que provoca menos contratos en mujeres en edad fértil, pero la norma así es) ni de marginación laboral, ni deben menoscabar nuestras expectativas personales ni profesionales (bueno, los hijos, tanto para hombres como para mujeres suelen ser la mayor expectativa personal. Y el tener hijos tiene un coste alto, tanto económico, como personal, como profesional. Evidentemente las horas que se dedican al cuidado de los hijos no se dedican a las “expectativas” personales ni al desarrollo profesional. Esto es necesariamente así, y cada uno y cada una deberá hacer su elección vital).
Exigimos también las pensiones que nos hemos ganado. No más pensiones de miseria, que nos obligan a sufrir pobreza en la vejez (es falso que la mayor parte de los pensionistas en España sufran pobreza, de hecho la pensión media es de más de 1.000€/mes). Pedimos la cotitularidad de las pensiones y que el tiempo dedicado a tareas de cuidado, o que hemos desarrollado en el campo, sea reconocido en el cálculo de las pensiones al igual que el trabajo laboral y luchamos  por la ratificación del convenio 189 de la OIT que regula (hace unos párrafos exigían que se “regule” el trabajo doméstico, y ahora dicen que ya está regulado) el trabajo doméstico (esto supone que la pensión ya no sea contributiva por persona, sino por matrimonio. Un concepto interesante pero que cambia completamente el sistema de pensiones y que también desde el punto de vista del feminismo puede ser cuestionable).
Gritamos bien fuerte contra el neoliberalismo salvaje (cuando alguien dice “neoliberalismo salvaje” es evidente que no sabe de qué está hablando, pues no hay tal cosa como una corriente de pensamiento “neoliberal” y al adjetivarlo de “salvaje” se evidencia que solo se quiere caricaturizar algo que no se comparte) que se impone como pensamiento único a nivel mundial (lo del “pensamiento único” es una imbecilidad evidente, pues ellas parecen no ser parte de ese pensamiento, ergo ya no es “único”. Es evidente que en el mundo hay pluralidad de “pensamientos”. Yo por ejemplo no “pienso” como este manifiesto, y en el mundo hay muchísimos más puntos de vista) y que destroza nuestro planeta y nuestras vidas (la acusación al “neoliberalismo” de que “destroza el planeta” es un clásico que ya ha sido refutado muchas veces, entre otras por Norberg. Pero no queda claro qué tiene que ver con el feminismo. Pues las mujeres también consumen los productos que produce el “neoliberalismo salvaje” y que son los que supuestamente contaminan. Cuando hablan de “destrozar nuestras vidas” aparte de intentar dar mucha pena no sé a qué se refieren. Tienen vidas lo suficientemente satisfactorias como para escribir este manifiesto y poder dejar de trabajar todo un día) . Las mujeres tenemos un papel primordial en la lucha contra del cambio climático y en la preservación de la biodiversidad (¿Por? ¿Todas las mujeres están de acuerdo en esto? ¿Los hombres tienen un papel menor?). Por eso, apostamos decididamente por la soberanía alimentaria de los pueblos (la “soberanía alimentaria es la tontería anti-económica por la cual cada uno sólo debería comer lo que se produce en su pueblo. Así olvídense de comer naranjas en Vizcaya, aguacates en Galicia, o soja en Sevilla -y esto les dolerá a muchas ecologistas- o güisqui o ginebra importado. Que el comercio es bueno para producir riqueza y mayor bienestar también en lo alimentario es una obviedad económica innegable, a pesar de que estas mujeres reivindiquen lo contrario. Cuando ellas se apliquen el cuento y solo consuman lo producido en su pueblo, entonces me empezaré a tomar en serio la reivindicación. Mientras haré caso al sentido común y las leyes económicas). Apoyamos el trabajo de muchas compañeras que ponen en riesgo su vida por defender el territorio y sus cultivos (¿De qué están hablando? ¿Quien pone en riesgo su vida en la España de 2018 por defender sus cultivos? ¿Quien las amenaza?). Exigimos que la defensa de la vida se sitúe en el centro de la economía y de la política (¿Y esto -aparte de ser una frase cursi- qué quiere decir exactamente? ¿La “defensa de la vida” incluye el rechazo al aborto? Porque es una frase propia de los “provida”).
Exigimos ser protagonistas de nuestras vidas, de nuestra salud y de nuestros cuerpos, sin ningún tipo de presión estética (o sea que no quieren que haya revistas de moda ni programas de estética que mayoritariamente consumen mujeres libremente. ¿Quienes son las firmantes de este manifiesto para decirles a las demás mujeres qué cánones estéticos deberían aspirar? ¿No se dan cuenta que están haciendo lo mismo que critican, pero explícitamente y además imponiendo en lugar de las demás que lo hacen sugiriendo? Dejad que cada mujer decida qué canon estético quiera seguir, pues las mujeres son maduras y responsables para decidir, no os necesitan a vosotras como sus “salvadoras” del cánon). Nuestros cuerpos no son mercadería ni objeto, y por eso, también hacemos huelga de consumo (¿Qué tienen que ver sus cuerpos con el consumo? ¿Quién “consume” cuerpos? ¿Cuando dicen que hacen “huelga de consumo” también dejarán de comprar alimentos, dejarán de comprar servicios de transporte…?. ¡Basta ya de ser utilizadas como reclamo! (no quieren que haya mujeres que aparezcan en la publicidad, ¿pero les parece bien que haya hombres que aparezcan en la publicidad? ¿Les parece bien la “utilización” de “los cuerpos masculinos” en anuncios de perfumes por ejemplo? ¿O reclaman una publicidad en la que no haya personas?)
Exigimos también la despatologización de nuestras vidas, nuestras emociones, nuestras circunstancias: la medicalización responde a intereses de grandes empresas, no a nuestra salud. ¡Basta de considerar nuestros procesos de vida como enfermedades! (¿Decir que “la medicalización responde a los intereses de las grandes empresas” quiere decir que tomarse una aspirina contra el resfriado es culpa de las grandes farmaceúticas? Vamos a ver, cada uno es libre de tomar, o no tomar, las medicinas que desee. Pero en general la inmensa mayor parte de la población tomamos medicinas pues nos sienta bien. Por ejemplo, las mujeres pueden tomar medicamentos para aliviar el dolor menstrual, ¿eso es “patologizar sus procesos de vida”? Yo más bien creo que es ayudar a una vida mejor. Pero coincido con ellas en que si alguien quiere no tomar medicamentos que no los tome, pero que no exijan que no los tomen los demás, pues eso es una barbaridad autoritaria).
La educación es la etapa principal en la que construimos nuestras identidades sexuales y de género y por ello las estudiantes, las maestras, la comunidad educativa y todo el movimiento feminista exigimos nuestro derecho a una educación pública, laica y feminista (¿Qué quiere decir una “educación feminista”? ¿Eso ha de ser obligatorio para todos? ¿Por qué la educación ha se ser pública? ¿Los que acuden a colegios privados o concertados no tienen derechos? ¿Por qué la educación ha de ser laica? ¿No son mujeres las mujeres religiosas? ¿No tienen derecho las personas creyentes a recibir educación en su religión?). Libre de valores heteropatriarcales desde los primeros tramos educativos, en los que las profesoras somos mayoría (yo no sé si no ven la contradicción evidente o no la quieren ver. La mayor parte de las educadoras son mujeres -ahí parece que no reclaman igualdad- pero sin embargo se supone que educan en el “heteropatriarcado” -que es una palabra muy larga que se han inventado pero que no queda nada claro a qué se refiere-), hasta la universidad. Reivindicamos también nuestro derecho a una formación afectivo-sexual que nos enseñe en la diversidad, sin miedos, sin complejos, sin reducirnos a meros objetos y que no permita una sola agresión machista ni LGTBIfóbica en las aulas (estoy muy de acuerdo en que hay que intentar evitar toda agresión en las aulas… de todo tipo, tenemos que conseguir escuelas sin ningún tipo de agresión. Ni contra mujeres, ni contra personas LGTBI, ni contra hombres, ni contra alumnos, ni contra maestros).
Exigimos un avance en la coeducación en todos los ámbitos y espacios de formación y una educación que no relegue nuestra historia a los márgenes de los libros de texto; y en la que  la perspectiva de género se transversal a todas las disciplinas (¿Perspectiva de género transversal en todas las disciplinas? ¿Eso significa que hay que enseñar física de partículas desde la “perspectiva de género” de cada una de las partículas? ¿Las matemáticas están “feminizadas”? Es un auténtico absurdo conceptual, y lo que es peor, un absurdo que se quiere imponer a toda la educación). ¡No somos una excepción, somos una constante que ha sido callada! (¿Una excepción a qué? ¿Quién ha callado qué constante? ¿Quien calla a quien?
¡VIVAN LA HUELGA DE CUIDADOS, DE CONSUMO, LABORAL Y EDUCATIVA!
¡VIVA LA HUELGA FEMINISTA!
Ninguna mujer es ilegal. Decimos ¡BASTA! al racismo y la exclusión. Gritamos bien alto: ¡No a las guerras y a la fabricación de material bélico! Las guerras son producto y extensión del patriarcado y del capitalismo para el control de los territorios y de las personas (me parece muy loable el alegato pacifista. Ahora decir que las guerras son producto del patriarcado es un absurdo -cuando ha habido mujeres gobernando no ha habido menos guerras a igualdad de condiciones, véase Thatcher, Catalina la Grande, la Reina Victoria, Isabel de Castilla, etc…- Y decir que las guerras son fruto del capitalismo es desconocer la más bella verdad de la historia de la humanidad, desde el triunfo del capitalismo a mediados del siglo XX la violencia en la humanidad se ha reducido de manera radical). La consecuencia directa de las guerras son millares de mujeres refugiadas por todo el mundo (están obviando lo más evidente: la consecuencia directa de las guerras son los muertos, que en su inmensa mayoría son hombres. Las mayores víctimas de una guerra son los muertos y los soldados que han de ir a luchar a ellas, y son hombres en su inmensa mayoría, aún a día de hoy. De hecho en muchos países del mundo se mantiene el servicio militar obligatorio para los hombres solo), mujeres que estamos siendo victimizadas, olvidadas y violentadas (fíjense como explícitamente se consideran “victimizadas” siendo sujetos pasivos de sus propias vidas -no solo ellas, sino todas las mujeres-). Exigimos la acogida de todas las personas migradas (es la primera vez en todo el manifiesto que se habla de “personas”. BRAVO. Y estoy muy de acuerdo en la acogida a los emigrantes, sean hombres y mujeres. Aunque hay países que conceden asilo distinto en función del género del solicitante, anteponiendo a las mujeres solicitantes que a los hombres), sea por el motivo que sea. ¡Somos mujeres libres en territorios libres! (y vuelven a repetir un slogan ya dicho. Queda un poco cansina esta redacción)


Denunciamos los recortes presupuestarios en los sectores que más afectan a las mujeres: el sistema de salud, los servicios sociales y la educación (¿Por qué esto afecta más a las mujeres? ¿los hombres no se enferman y usan el sistema de salud? ¿los hombres no usan el sistema educativo? ¿los hombres no usan los servicios sociales?).
Denunciamos la corrupción como un factor agravante de la crisis. (¿Y esto qué tiene que ver con el feminismo? ¿no hay mujeres corruptas?).
Denunciamos la justicia patriarcal que no nos considera sujetas (en correcto castellano es “sujetos”) de pleno derecho. (esto es una mentira colosal y evidente. No hay ningún artículo legal, no hay ninguna sentencia o nada que no considere a las mujeres sujetos de pleno derecho. De hecho todos los artículos legales al respecto son explícitos insistiendo en la igualdad, comenzando por la Constitución).
Denunciamos la grave represión y recortes de derechos que estamos sufriendo. (¿De qué represión hablan? ¿qué recortes de derechos? no se puede hacer una acusación tan grave sin sustentarla en algo. Es muy preocupante cómo lanzan consignas victimistas y falsas con total desparpajo y sin ningún apego a la verdad, sin concretar y sin especificar. La verdad evidente es que en el último medio siglo cada vez hay más derechos conquistados, no menos. Tanto para los hombres, como para las mujeres -que es cierto que hace medio siglo tenían menos derechos, por tanto han avanzado más-).
Exigimos plena igualdad de derechos (de hecho ya está tipificado explícitamente en todas las leyes al respecto y además en la realidad cotidiana en los tribunales) y condiciones de vida (¿Las mujeres tienen peores condiciones de vida por el hecho de ser mujeres? ¿Qué es “condición de vida”?), y la total aceptación de nuestra diversidad.
¡NOS QUEREMOS LIBRES, NOS QUEREMOS VIVAS, FEMINISTAS, COMBATIVAS Y REBELDES! (me parece maravilloso que ellas se quieran así. Pero no entiendo por qué han de querer que TODAS las mujeres sean como ellas -salvo lo de vivas y libres- si hace unos párrafos reivindicaban la pluralidad. La pluralidad implica que cada mujer, en su libertad, “se quiera” como quiera ser. Y si no quiere ser “feminista”, o “combativa”, o “rebelde”, también sea libre de no serlo, ¿o no?).
Hoy, la huelga feminista no se acaba: (¿Si “no se acaba” la huelga quiere decir que es una huelga indefinida? ¿no regresarán a su trabajo las mujeres que hagan esta huelga el 9 de marzo?).

¡SEGUIREMOS HASTA CONSEGUIR EL MUNDO QUE QUEREMOS! (¿Qué mundo queréis? ¿Os habéis cuestionado si la mayor parte de las mujeres quieren ese mismo mundo que vosotras revindicáis? ¿Os habéis cuestionado si es moral obligar a todos los demás a cambiar esta realidad que vivimos por vuestra utopía que no es la de la mayoría? ¿Os habéis cuestionado si “el mundo que queremos” justifica tanta mentira, manipulación, confrontación, simplificación y tergiversación como este manifiesto pone de manifiesto que hacéis?)

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