lunes, 28 de octubre de 2019

Franco, mal menor

Un artículo de Cabriel Le Senne desde la objetividad y el sentido común, que por supuesto será tildado de fascista por los fanáticos de un totalitarismo. 

Aunque nada más lejos de la realidad. TODOS los totalitarismos son repugnantes y rechazables, lo que no tiene sentido es loar a unos y criminalizar otros. Lo que no tiene sentido es blanquear a unos mientras se crean leyendas negras de otro. Lo que no tiene sentido es poner de ejemplos democráticos unos falseando la historia, acusando a otros de ejemplos democráticos y de convivencia. 

Todo esto es falaz, es necesario denunciarlo poniendo de manifiesto la hipocresía y dogmatismo de quienes lo lleven a cabo. 


Lo cierto es que ninguna de las dos opciones eran alabables, ni eran ejemplos democráticos ni ejemplo de libertades civiles ni económicas. Las dos eran rechazables por muchos motivos, como también la es la ensoñación pretendida por algunos de crear una falsa realidad impuesta a la fuerza instrumentalizada con fines políticos, por medio de la desMemoria histórica, el dinero público y el adoctrinamiento educativo. Decir esto es algo obvio, de absoluto sentido común, sin embargo el dogmatismo no emplea el uso de la razón.

Y por otro lado, lo también cierto, y es donde se puede entrar a discutir, es cuál alternativa era menos mala en términos relativos, si el autoritarismo (que no totalitarismo, que es mucho peor en todos los sentidos) del franquismo o el totalitarismo que se iba imponiendo en el lado republicano al ir imponiéndose el frente comunista en dicho bando de anarquistas, socialistas y comunistas, apoyado por Stalin y sus agentes e infiltrados enviados, y que movían los hilos al respecto, y que entre otras cosas y dada la deriva antidemocrática (por ser suaves) que se fue gestando, haciendo oídos sordos a opositores y partidarios propios no radicales, llevaron a un levantamiento como alternativa. 

Y toda Europa conoce bien los resultados para su sociedad (tanto en nivel de bienestar, como de derechos y libertades) de la implantación en los distintos países de Europa de un gobierno satélite del régimen comunista. 

No se trata de idealizar ni aprobar nada, se trata de comparar si Guatemala es peor que Guatepeor o no, y de la responsabilidad que debiera de haber por parte de todos de rechazar la instrumentalización político de este episodio negro en la historia de España, de emplearlo para vivir del dinero público unos, de emplearlo como revanchismo acabada la guerra, de tratar de obtener rédito electoral dividiendo a la sociedad en buenos y malos, de reabrir las heridas de un pueblo que sufrió mucho por ello dinamitando la convivencia y generando nuevos odios, de generar nuevos problemas o de reescribir la historia en función de cómo le interese a uno. No eso, que es lo que se está haciendo, sino de aprender del ejercicio de responsabilidad que llevaron a cabo los que sí estuvieron implicados en dicha contienda y final de la dictadura, y emplear lo que llevo a tal horror para unirnos como sociedad y evitar actos y hechos como aquéllos, y hacer lo contrario de lo que algunos están haciendo vil y miserablemente (y que no es incompatible o implica que las familias, cuales quiera que sean, puedan buscar-enterrar...a sus seres queridos, perdidos tanto durante la guerra como tras ella durante el franquismo. 

Artículo de Mallorca Diario:


Este artículo se publicará el día en que está prevista la exhumación de Franco, por lo que parece oportuno escribir al respecto. Iré al grano: en la Guerra Civil se enfrentaron dos bandos, y ganó el menos malo, afortunadamente.

Durante los últimos 40 años casi nadie se ha atrevido a llevar la contraria a la izquierda respecto a la Guerra Civil. El resultado es que tanto en la enseñanza, como en los medios y en la llamada cultura ha predominado absolutamente la demonización del franquismo y un maniqueísmo totalmente ridículo: el bando nacional era malo y el conocido como republicano, bueno.

La realidad es que ninguna de las dos Españas que chocaron en la Guerra Civil eran demócratas: socialistas, comunistas y anarquistas -todos revolucionarios- lucharon por controlar el bando republicano, hasta que se impuso el comunismo apoyado por Stalin, mientras que es cierto que los nacionales se alzaron contra la legalidad vigente -aunque habría que hablar mucho de las causas de la guerra-, y que Franco, después de lo visto, no fue capaz de poner fin a la dictadura.

Por tanto, ninguno de los dos bandos era democrático ni aceptable según los estándares actuales. Sería muy fácil decir que ambos eran malos y quedarse en una confortable equidistancia. Ya sería un gran avance respecto al discurso actual. Pero podemos ir más allá: tenemos innumerables ejemplos que permiten intuir dónde habría acabado una España en la que hubiera vencido el bando republicano: en una República Democrática, pero no como la pensamos hoy, sino como la alemana oriental. Es decir, un régimen comunista mucho más opresivo que el franquismo, y del que habríamos salido completamente arruinados, como todos los países de Europa del Este, que sólo ahora comienzan a levantar cabeza, o tantos otros.

Por el contrario, la dictadura franquista se fue suavizando con el tiempo, siendo un régimen más autoritario que totalitario. En lo económico, a partir del Plan de Estabilización de 1959, España se desarrolló rápidamente, hasta tal punto que a la muerte de Franco en 1975, alcanzó su punto de mayor convergencia respecto de la media de los países europeos más desarrollados -punto que no hemos igualado aún. Franco dejó una clase media consolidada que permitió la llegada de la democracia. Y por cierto, el franquismo cedió voluntariamente el poder a la muerte del dictador, algo nunca visto en una dictadura comunista.

Por todo ello digo que, mirado con perspectiva, Franco fue un mal menor, porque la alternativa era peor. En cualquier caso, bien está dejar atrás esos tiempos y procurar cerrar las heridas, enterrar dignamente a los muertos, y, si hieren sensibilidades, retirar monumentos y calles. No obstante, si hay que hacerlo, tendrá que ser para ambos bandos. Cambiar los nombres de las calles para poner los del bando contrario, retirar unos monumentos y dejar otros, o imponer una visión sesgada de la historia es simplemente revanchismo. Para eso más valdría respetar la historia y no tocar nada, que sería lo mejor, francamente (es la palabra que mejor encaja, lo siento). No olvidemos, además, que el Parlamento Europeo acaba de condenar el comunismo y el estalinismo, recomendando a los Estados miembros que "sensibilicen a la nueva generación con respecto a estas cuestiones incluyendo la historia y el análisis de las consecuencias de los regímenes totalitarios en los planes de estudios y los libros de texto de todas las escuelas de la Unión".

Como dejan claro las últimas manifestaciones y algaradas, e incluso los resultados electorales, la extrema izquierda sí es un problema real en España. Tenemos el deber de hacer ver a los jóvenes que el comunismo es incluso peor que el franquismo. Llevar pancartas con la hoz y el martillo no es cool: es hacer apología de los peores crímenes de la humanidad. Sí, peores que los de Franco.

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