Daniel Rodríguez Herrera muestra la reacción que empieza a acontecer de los propios trabajadores y ciudadanos contra los activistas climáticos y crecientes intromisiones de la actividad y vida de éstos, ante la pasividad de la policía.
Artículo de Libertad Digital:
Las protestas del movimiento Extinction Rebellion no sólo son cada vez más contradictorias con el objetivo que se supone que persiguen, sino que demuestran una vez más por qué la izquierda actual cada vez está más alejada de los intereses y necesidades de los trabajadores, dando pie a fenómenos como el de Donald Trump, aupado a la presidencia de Estados Unidos por el voto de los trabajadores humildes en algunos estados clave. Antes, si la gente bien intentaba impedir que los pobres prosperasen se hablaba de lucha de clases. Ahora se le llama emergencia climática.
Durante la mañana de este jueves, varios activistas se han subido a los vagones de los trenes del Metro en tres estaciones distintas, impidiendo así su salida. Pero en la de Canning Town, los viajeros se hartaron de esperar a que la Policía hiciera su trabajo y decidieron desalojar a los dos activistas con sus propias manos. El primero en ser desalojado fue Mark Ovland, que abandonó sus estudios para ser profesor de budismo para convertirse en activista profesional de la organización Extinction Rebellion, apoyada por numerosos famosos británicos como Emma Thompson, Jude Law, Benedict Cumberbatch o Mel B, quienes no han renunciado a su lujoso estilo de vida y sus correspondientes y elevadísimas emisiones de CO2.
Uno de los viajeros, tras recibir alguna patada de Ovland, de 36 años, ha logrado agarrarle una pierna y arrastrarle al andén, donde los demás trabajadores no parece que se hayan mostrado muy amistosos con el. La Policía ha detenido a ocho activistas, quienes, aseguran, serán tratados "enérgicamente" pese a que Ovland ha sido detenido y liberado poco después varias veces en los últimos días. Eso sí, el jefe auxiliar de la British Transport Police, Sean O’Callaghan, declaró su preocupación por el hecho de que "algunos viajeros se tomaran la justicia con sus propias manos y mostraran una actitud violenta para detener a un activista en Canning Town" y ha prometido investigar los hechos "en su totalidad". Unas palabras que hacen temer que quienes bloquearon el Metro se vayan de rositas y paguen el pato quienes actuaron ante la pasividad de la Policía que dirige O’Callaghan.
Resulta paradójico que la organización sabotee así el transporte público, y especialmente un ferrocarril, pues no deja de ser un método mucho más eficiente en términos de emisiones que los vehículos privados. De hecho, un portavoz de Extinction Rebellion ha considerado la acción como "un gol en propia puerta" y la protesta planeada en el aeropuerto de Gatwick ha sido cancelada.
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