domingo, 21 de junio de 2020

Inditex ha de ser imitada, no vilipendiada

Juan R. Rallo expone cómo Inditex ha de ser imitada, no vilipendiada, tras su readaptaciones productivas. 

Nota: el siguiente vídeo se expone el contenido del artículo en mayor grado: 

 

Artículo de El Confidencial: 

Foto: Foto: Reuters.Foto: Reuters.

No todas las empresas pueden llegar a convertirse en Inditex, pero todas ellas sí deberían al menos intentarlo. A la postre, la compañía de Arteixo probablemente sea el mayor éxito corporativo de la historia de España: un éxito corporativo cosechado desde cero y sin privilegios estatales de por medio. Inditex ilustra que sí se puede incluso en un territorio tan abiertamente hostil para el inversor como es el español.

Pero lo interesante de la experiencia de Inditex no solo es cómo ha llegado a convertirse en la mayor compañía textil del planeta, sino también cuál ha sido su actitud a partir de ese momento. Muchas empresas, cuando se vuelven demasiado grandes, tienden a anquilosarse en el modelo de negocio que les ha funcionado hasta entonces: por un lado, tienden a repetir aquello que saben hacer mejor, aun cuando el contexto de mercado haya cambiado; por otro, las grandes empresas necesitan de burocracias gigantescas para coordinar a decenas de miles de trabajadores heterogéneos y eso dificulta que puedan alterar de manera muy radical su modelo de negocio, esto es, reestructurarse no resulta ni mucho menos sencillo, pues se arriesgan a que algunos engranajes dejen de funcionar y a que, por consiguiente, su maquinaria se pare. Es esta fosilización de las grandes empresas lo que las hace muchas veces blanco fácil de nuevas, pequeñas y mucho más flexibles compañías, que pueden adaptarse desde cero al nuevo entorno de mercado (y es esa debilidad de los incumbentes frente a los emergentes lo que lleva a que los incumbentes busquen lobísticamente privilegios regulatorios que los blinden frente a la competencia).

Inditex no ha querido, sin embargo, quedarse fosilizada al estilo de otras grandes empresas. Tan pronto como comprobó que su organización tradicional, dependiente de la distribución de ropa a través de una enorme red de tiendas físicas, empezaba a flaquear, pasó a rediseñar su estrategia: si los consumidores del futuro van a comprar mucho más a través de internet y mucho menos en tiendas físicas, entonces habrá que reconvertir el canal de distribución (con todo lo que ello implica en su muy verticalmente integrado modelo de negocio). Es decir, cerrar tiendas pequeñas, cuyo cometido era acercar la mercancía al consumidor al tiempo que captaba información crucial sobre él, y habilitar un menor número de grandes tiendas escaparate que complementen la compra a través de internet. Esta ha sido la reconversión que Inditex ha venido efectuando desde el año 2012 y que ha querido acelerar tras el 'shock' económico y social que hemos vivido durante los últimos meses: de ahí que la empresa textil haya anunciado que piensa cerrar 1.200 tiendas en todo el planeta antes de que concluya 2021.

Sí, el titular de la mayoría de los medios de comunicación patrios ha sido que, tras las primeras pérdidas registradas por Inditex en toda su historia, la compañía gallega se ha lanzado desaforada y oportunistamente a recortar gastos para amasar nuevas ganancias a costa de sus trabajadores. Pero, dejando de lado que la propia empresa haya aclarado que no piensa menguar el tamaño de su plantilla a pesar de la clausura de tiendas, el asunto de fondo es otro: Inditex solo se está adaptando a los nuevos tiempos: tiempos que vienen marcados por un creciente peso de las compras 'online' en detrimento de las adquisiciones presenciales y que han sido especialmente espoleados por la fuerte perturbación del coronavirus (millones de personas por todo el mundo se han visto empujadas a comprar por internet mucho más que antes, lo que probablemente las lleve a seguir haciéndolo cuando la pandemia haya terminado).

¿Qué hay que reprocharle a una compañía que readapta su oferta para intentar ajustarse en todo momento a los nuevos patrones de demanda de los consumidores? Absolutamente nada: al contrario, aquellas empresas que se nieguen a seguir al consumidor y que pretendan perpetuar modelos de negocio obsoletos irán marchitándose con el paso del tiempo. Quienes han cargado contra Inditex por estar pisando el acelerador de su transformación justo cuando se han acelerado los cambios económicos y sociales dentro del sector de actividad en el que opera solo están reclamando, en el fondo, que la compañía gallega termine desapareciendo a largo plazo. Quien no satisface al consumidor en un mercado competitivo acaba extinguiéndose (salvo que capture privilegios políticos que lo blinden frente a sus rivales). En lugar de criticar a Inditex por estar haciendo lo que debe hacer, habríamos de ponerla como ejemplo de reacción temprana para el resto del tejido empresarial nacional.

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