viernes, 13 de julio de 2012

¡Acabad ya con este despilfarro! (Política, Economía. 785)

Diego Sanchez de la Cruz incide en algo imprescindible para poder salir de donde estamos. Acabar con el despilfarro reduciendo de manera drástica el gasto público, que se sitúa cerca del 30% por encima de los ingresos, sin olvidar por supuesto las necesarias reformas que hay que seguir cometiendo:


"Entre los años 2002 y 2007, los ingresos públicos crecieron a un ritmo imparable del 53%. Esta situación alimentó la gran burbuja de un Estado del Bienestar capaz de multiplicar el gasto público año tras año sin limitación aparente. Evidentemente, este grave desajuste no se habría producido sin la confluencia de dos grandes factores: la política de dinero barato del BCE y la multiplicación del crédito a la construcción otorgado en gran parte por las cajas de ahorro. En ambos casos, el dirigismo político estaba al servicio de un “rally” alcista que consiguió inflar el crecimiento económico español y, con ello, alimentar la ficción de un Estado cada vez más gastador.

Cuando este esquema atrofiado se derrumbó en 2008, los políticos españoles actuaron como si todo siguiese funcionando perfectamente. En vez de asumir que la fiesta se había acabado y que llegaba el momento de replegar el gasto público, los gobernantes de nuestro país prefirieron comportarse como si aquel espectacular crecimiento de los ingresos fuese permanente. Así se consumó un desajuste presupuestario escandaloso que, pese a las promesas de “austeridad”, jamás llegó a ser replegado.
En 2009, el Estado ingresó cerca de 370.000 millones de euros y gastó 485.000 millones, es decir, un 32% más de lo que había recibido. Un año después, los ingresos fueron de 381.000 millones de euros mientras que los gastos alcanzaron los 480.000 millones, desfase presupuestario equivalente a un 26%. La cosa tampoco fue mucho mejor en 2011, ya que el año pasado las arcas del Estado recibieron 377.000 millones pero el gasto público ascendió hasta los 470.000 millones, firmando un desajuste fiscal del 24%.

Desde 2004 a 2010, el gasto público en España saltó del 38% al 46% del PIB. Las plantillas de empleados públicos no pararon de engordar. El número de empresas creadas por las Administraciones se multiplicó de forma espectacular. Y años después, la mala noticia es que los sucesivos “paquetes de austeridad” que se han aprobado para atajar esta deriva han consistido en recortes cosméticos del gasto unidos a aumentos agresivos de la presión fiscal. Así, los sufridos contribuyentes españoles han acabado soportando uno de los marcos fiscales más elevados de Europa, mientras el ajuste presupuestario que necesita acometer el Estado ha seguido retrasándose a base de medidas incoherentes con un alcance limitado.

Ha llegado la hora de hacer del realismo el eje de actuación política. El primer paso sería ajustar el gasto público a los ingresos tributarios, que en 2011 supusieron el 35% del PIB. Partiendo desde una posición de equilibrio fiscal podríamos empezar a olvidarnos de la crisis de deuda pública y así profundizar en las urgentes reformas que necesita España. Por tanto, es hora de olvidar los cantos de sirena de quienes aún creen que los “planes de estímulo” tienen algo que aportar. La crisis de deuda de un Estado obeso no la deben pagar ni las familias ni las empresas. El gran ajuste que debe acompañar a las reformas debe hacerse a base de reducir el gasto público. Hay que acabar con este despilfarro, y hay que hacerlo ya."

Fuente: Diego Sanchez de la Cruz

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