"Quizás conozcan ustedes el cuento del Ganso de Oro de los hermanos Grimm en el que el hijo de un leñador, tras varias vicisitudes, encuentra un ganso con las plumas de oro. En su periplo, se aloja en una posada y las hijas del posadero, al ver el ganso dorado, intentan robarle una pluma y se van quedando pegadas una tras otra. Como nuestro protagonista no suelta el ganso, anda moviéndose con una comitiva, que resulta tan grotesca que al pasar delante de una princesa que había perdido la risa a causa de una terrible enfermedad, le hizo reír. Aunque nuestra historia es más bien para llorar, la imagen se parece a la de los españoles, que llevamos pegados multitud de políticos y gobernantes, todos queriendo hacerse con nuestras plumas doradas.
Y es que el ganso de los hermanos Grimm, me recuerda a aquel otro ganso de Colbert, ministro de finanzas del rey Luis XIV, que decía que el arte de los impuestos consiste en desplumar al ganso de forma tal que se obtenga la mayor cantidad de plumas con el menor ruido. Y a eso es a lo que está decidido nuestro actual gobierno, con la inminente subida del IVA, si atendemos a las declaraciones que hizo ayer el ministro Montoro. Y es que el IVA es la forma de recaudación más sutil que existe después de la inflación, pues lo abonamos cada día en pequeñas dosis, pluma a pluma, en cada compra casi sin darnos cuenta. La cuestión, es si a este ganso le quedan todavía plumas.
Subir el IVA posiblemente creará más paro…
Y es que el incremento del IVA, se traslade o no a los precios finales,mermará las cuentas de las empresas, ya de por sí endeudadas y con sus cuentas de resultados sujetas con pinzas. Si deciden no trasladar el aumento en un intento por mantener el volumen de ventas, se resentirán los márgenes al asumir la parte que no paga el consumidor. Si, por el contrario, se traslada a los precios, los empresarios perderán clientes por la ley de la oferta y la demanda, pues a mayor precio de un producto, habrá menos compradores dispuestos a adquirirlo.
No podemos saber con exactitud cuándo ni a cuántos les ocurrirá, pero tarde o temprano algunos empresarios se verán forzados a reducir sus costes, comprar menos o de peor calidad y, en última instancia, a despedir trabajadores.
Y no sólo perjudica a los sectores más cercanos al consumo. Parece lógico pensar que la menor demanda de productos finales se traducirá en una menor demanda de los bienes de capital que son necesarios para producirlos, por lo que el efecto contractivo de la medida se extenderá por toda la economía con similares consecuencias sobre el empleo.
Es más, podríamos incluso ir un paso más allá y deducir que, en la medida que la subida del IVA reduce la renta disponible de los ciudadanos, también disminuye su capacidad de ahorro y, por consiguiente, de desapalancarse y devolver los préstamos o de invertirlo en nuevos bienes de capital.
Luego en todos los casos, la subida del IVA perjudica a la economía. Por un lado porque obliga a los ciudadanos a cambiar sus hábitos de consumo y de ahorro e inversión. Por otro porque reduce los recursos de los que se nutre el sector privado para redirigirlos al sector público, que los empleará en mantener los privilegios de políticos y los grupos de presión que les son afines.
…probablemente incremente los costes…
El efecto puede que no sea tan inmediato como la recaudación, pues a los consumidores les llevará un tiempo ajustar su comportamiento a las nuevas circunstancias. Pero cuando las fuerzas del mercado actúen, a las personas que pierden su empleo no les cabrá otra que solicitar la prestación por desempleo. ¿Qué quiere decir esto? Que el estado tendrá que hacerse cargo de pagarle un salario a una persona a la que antes, no sólo no le pagaba nada, sino por la que percibía las cotizaciones correspondientes de la Seguridad Social.
Pero todavía se le puede sacar una derivada más al asunto. Y es que la subida del impuesto, como hemos visto, reduce la capacidad adquisitiva de las familias y empeora las finanzas de las empresas, algunas de las cuales, las que estén más apuradas, podrían incluso hasta dejar de pagar sus préstamos. Este previsible aumento de la morosidad puede ejercer más presión sobre el sistema financiero y, tarde o temprano, puede acabar trasladándose a las arcas públicas, en tanto en cuanto la banca está conectada a la respiración artificial del estado. Y es que a perro flaco, todo son pulgas.
…y hasta puede que reduzca los ingresos del Estado
Fíjense la paradoja, la subida de IVA supondrá al estado un incremento absoluto de ingresos por la recaudación procedente de aquellos bienes de primera necesidad que no se ven afectados por la subida del precio. Sin embargo, se producirá una caída en las ventas de los productos y servicios que no son de primera necesidad cuya demanda sí es elástica.
Caída que irremisiblemente se traducirá en una reducción en la recaudación del IVA por la menor venta de estos últimos bienes. ¿Cuánto pesa cada componente en la balanza? No lo conocemos a priori, pero en una economía avanzada y no de mera subsistencia como es la nuestra –de momento–, parece que podemos pensar que los segundos tienen mayor peso, por lo que el resultado puede que sea hasta una caída de la recaudación.
Además, lo normal es que por mucho que la demanda de los productos de primera necesidad sea inelástica –esto es, no varía o varía muy poco con el incremento de los precios–, incluso en estos casos caigan algo las ventas, pues aquellas familias que estén pasando ya dificultades para llegar a fin de mes, es posible que se vean obligadas a la dramática decisión de reducir incluso el consumo de estos bienes esenciales.
Aunque parezca mentira, subir impuestos es la solución fácil para los políticos. Pese a que sea poco popular, tienen múltiples justificaciones: es por el bien de todos, permite mantener los servicios sociales, si no hubiera fraude no habría que subirlos, etc. Pero que no les engañen, la única justificación de la subida de impuestos es no tener que desmontar el sistema que tienen montado a base de cargos de confianza, subvenciones, administraciones duplicadas, entramados de empresas públicas, embajadas, organismos supervisores de todo tipo. ¿Cuándo tocará desplumar a ese ganso?"
Fuente: El Confidencial
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