La crisis griega viene de lejos, y es común a muchos países. Un incremento del gasto del gobierno que lo emplean como arma para ganar apoyo electoral, lo que crea déficits crónicos y un nivel de deuda insostenible, con consecuencias bien conocidas: inflación, estancamiento y crisis económica, creándose unas redes clientelares y grupos de presión que evitan las reformas necesarias y el adelgazamiento de la administración con un sistema inflexible debido a su excesiva regulación y burocratización:
"En una entrevista publicada en el blog Colectivo Burbuja, el politólogo heleno, economista y experto en el sector energético Nikos Tsafos analiza la grave situación económica de Grecia, desmontando algunos de los mitos concernientes a su país.
Pregunta (p): ¿Cómo ha llegado Grecia a esta situación?
Respuesta (R): La mayoría de los problemas económicos de Grecia se remontan a los años 80 cuando el gasto del gobierno se convirtió en un arma básica para ganar apoyo electoral. El incremento del gasto estatal produjo déficits presupuestarios crónicos (los cuales acabaron disparando la deuda pública) y a que el Estado dominase la economía limitando el papel del sector privado.
La consecuencia de todo ello fue alta inflación, el estancamiento de la calidad de vida y posteriormente una crisis económica a finales de los años 80 y principios de los 90. Tras esa crisis vino un periodo en el que el país contuvo la inflación (también falseó los datos) y mejoró el estado de sus finanzas para poder entrar en la zona euro. Una vez dentro, Grecia relajó su política y volvió a gastar en exceso. Pero, ahora, y siendo miembro de la moneda única Grecia pudo financiarse a intereses muy bajos de modo que el mercado no pudo disciplinar al país como había hecho a finales de los 80.
La insostenibilidad de las finanzas continuó por más tiempo y cuando los mercados perdieron la confianza en el país su déficit y su deuda acumulada ya eran demasiado altas. Ése fue el momento en el que Grecia trató de acudir a la UE y el FMI en busca de ayuda.
P: España, Italia y en general la mayoría de países mediterráneos sufren el peso de redes clientelares que lastran su economía productiva. ¿Qué consecuencias generan en el caso griego?
R: Las redes clientelares causan tres grandes problemas. El primero, crean grupos de presión que se resisten a los cambios, ya sean estos recortes en el gasto público, la privatización de compañías estatales, la recaudación de impuestos o la desregulación del sector privado. Segundo, las redes clientelares socavan el sentido de justicia de la sociedad, si los que son recompensados son aquéllos con conexiones, entonces la meritocracia carece de sentido y el trabajo duro no vale la pena. Ninguna sociedad puede llegar lejos en ese contexto. Y tercero, las redes clientelares envenenan la política: cuando la gente vota a candidatos basándose exclusivamente en los beneficios personales que les aportan, puede decirse que, en verdad, la ideología, los partidos y los programas no encierran ningún significado.
P: A diferencia de muchos analistas, en tus artículos afirmas que el mayor problema de Grecia no es de carácter económico sino político. ¿Qué te lleva a sostener eso?
R: La mayoría de problemas económicos son, en su raíz, problemas políticos que requieren de soluciones de esa índole. Por supuesto, la política y la economía están íntimamente relacionadas, pero hay una tendencia, especialmente entre los economistas, a pasar por alto los fundamentos, los orígenes políticos de esta crisis. Por ejemplo, cuando se discute acerca del déficit presupuestario se necesita hablar acerca de la capacidad del Estado para introducir y recaudar impuestos, la habilidad del mismo para hacer cumplir la ley y castigar a los defraudadores, el coraje y la sabiduría para cortar el gasto que beneficia a los grupos de presión políticamente importantes.
Todo ello son cuestiones políticas, cuando los países gastan demasiado o sobrerregulan, normalmente lo hacen por cuestiones políticas. De manera que, concentrarse exclusivamente en las tasas de interés o los tipos de cambio es una manera limitada, y en mi opinión errónea, de entender esta crisis.
P: ¿Está la austeridad matando a Grecia?
R: Es difícil de decir dónde ha aplicado Grecia la "austeridad". Sí, ha recortado el gasto público y ha subido los impuestos. Pero la reducción del gasto estatal no fue de ninguna manera estratégica y el aumento en la recaudación por impuestos ha sido igualmente equivocado, centrándose en medidas "fáciles" para evitar el conflicto con los grupos de presión más políticamente fuertes. Lo que está matando a Grecia no es la austeridad en sí misma sino la falta de un impulso reformador que la acompañe. Sin esas reformas la austeridad no puede dar resultados, es entonces cuando el país incrementa los recortes y se entra en un círculo vicioso. Pero el problema de Grecia no es el exceso de austeridad, el problema de Grecia es la falta de cambios.
P: ¿Entienden verdaderamente la UE y, sobre todo, Alemania como deben ayudar a Grecia?
R: El resto de europeos comprenden lo que necesita hacerse, pero son, en ocasiones, poco diplomáticos en sus comunicados. Alemania, en particular, debería centrarse en lo que debe ser hecho en lugar de en señalar las culpas. Después de todo, para que alguien pueda endeudarse demasiado otro alguien debe prestar demasiado, y ese alguien a menudo han sido los bancos alemanes. Ya hay demasiadas voces que echan la culpa, no hace falta más dedos señalando.
No creo que ni la UE ni el FMI entendieran cuan profundamente problemática era la economía Griega la primera vez que ofrecieron ayuda. Ahora, lo entienden. En general, Europa ha sido una fuerza positiva: han presionado para que se hiciesen las reformas cuando muchos griegos las repudiaban y han puesto en la agenda múltiples puntos que los mismos griegos han tenido miedo de tocar.
P: ¿Tiene Grecia algún futuro dentro de la moneda única?
R: El futuro griego está en la zona euro, una salida sería demasiado negativa, no solo económicamente, sino, y de manera más importante, también en lo político. Grecia necesita hacer cuatro cosas.
Primero, ha de reducir el gasto estatal para aliviar la presión impositiva sobre los ciudadanos y para aumentar el espacio del sector privado. Segundo, el Estado necesita ser más eficiente de forma que provea de hecho el servicio que está destinado a proveer. Tercero, el país necesita mejorar su sistema judicial para contener la evasión de impuestos y otras infracciones, mayores y menores, que asedian al ciudadano en la vida diaria. Y cuarto, Grecia necesita desregular su economía, hay demasiadas líneas rojas y demasiadas restricciones que ahogan a los emprendedores y limitan la productividad.
P: Muchos economistas, entre ellos Krugman, apoyan la salida del euro de Grecia y su vuelta al dracma. Desde esa perspectiva, una gran devaluación monetaria dispararía las exportaciones estabilizando al mismo tiempo la balanza de pagos de la misma forma que hizo Argentina. ¿Estás de acuerdo con este punto de vista?
R: Hablando en términos generales, la afirmación según la cual si Grecia saliera del euro sus problemas desaparecerían, no es convincente. Sí, las exportaciones griegas se volverían más baratas, pero no necesariamente mejores. Siendo un importador neto, los bienes y servicios serían más costosos de adquirir. Grecia necesita mayor competitividad, pero no está ni mucho menos claro que bajando precios a través de una devaluación sea la mejor manera de conseguir ese objetivo. Cualquier empresario podría decirte que la competencia basada únicamente en el precio (y no en el valor añadido) es la estrategia errónea y es poco probable que pueda conseguirse una ventaja sostenible.
Lo que de verdad consigue una salida de la zona euro es crear inflación, inflación aparejada a la pérdida del nexo que ayudaba a consolidar la democracia y da al país un fuerte sentido de propósito y de rumbo. En caso de volver al dracma, Grecia perdería todo lo anterior y, al mismo tiempo, habría hecho muy poco para enfrentar los problemas que encara (un gran sector público, un débil sistema recaudatorio, unos mercados altamente regulados, etc...) La salida de la Eurozona es una solución demasiado simple a los problemas.
Es verdaderamente complicado entender por qué tanta gente está enamorada de Argentina. Sí, su PIB ha crecido a una media del 7,6% entre 2003 y 2010. Pero ese dato se consigue empleando la cifra oficial de inflación del 9,1%, cuando todo el mundo sabe que el guarismo real es tres veces mayor. ¿Es Argentina una verdadera historia de éxito? No estoy seguro. Si te fijas en su sector energético, el cual sigo, está increíblemente mal administrado. El conjunto de su sistema es muy endeble, incluso han renacionalizado YPF. De manera que... ¿Querría que Grecia se convirtiese en Argentina? No."
Fuente: Libre Mercado
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