Un artículo sobre el insostenible crecimiento de la "ayuda social" en EEUU, desde su inicio en los años 60, que muestran la ineficacia de la misma, y el populismo e interés político (más votos, poder y recursos en sus manos) en la cuestión.
Y es que no hay peor ayuda social que aquella que aumenta día a día los dependientes, y empobrece de manera creciente a la sociedad.
Artículo de Libre Mercado:
Bandera de EEUU reflejada en un charco | Luis F. Quintero/LD
Nicholas Eberstadt es un economista especializado en el estudio del sector público. Uno de los campos a los que dedica mayor atención es el del impacto de la demografía en las cuentas del Estado. Uno de sus últimos trabajos, A Nation of Takers, pone encima de la mesa el galopante aumento de las "ayudas sociales" en suelo norteamericano.
Allá por 1960, el peso de las transferencias y los subsidios en el presupuesto federal de Estados Unidos rondaba el 30% de los desembolsos totales asumidos por el Ejecutivo de Washington. Medio siglo después, esa cuota ha crecido de forma espectacular, hasta alcanzar niveles cercanos al 70% del presupuesto.
En la década de 1970, Daniel Patrick Moynihan abordó esta cuestión y pidió "separar el problema de la pobreza del problema de la dependencia. Ser pobre es algo objetivo, ser dependiente es algo subjetivo. Obviamente, ambas circunstancias guardan ciertos rasgos en común y, en no pocos casos, el pobre será dependiente. Pero hay que hacer distinciones". El influyente sociólogo, diplomático y político señaló entonces que "un hombre o una mujer dependiente es una persona que no se vale por sí misma, como le ocurre a un niño. No podemos permitirnos que millones de americanos se queden colgados en esta situación".
Su advertencia cayó en saco roto. En las filas de la izquierda, la expansión del Estado del Bienestar fue practicada con todo entusiasmo. La derecha criticó en ocasiones esta estrategia pero, a la hora de la verdad, mantuvo e incluso profundizó las ayudas. El resultado es que, tal y como acredita la Oficina de Análisis Económico, el gobierno federal tiene hoy más de cincuenta programas sociales, con un coste equivalente al 18% de la renta nacional.
Las transferencias sociales se multiplican por siete
En 1960, los pagos recibidos por la América subsidiada suponían un desembolso de 24.000 millones de dólares, 100 veces menos que en 2010. Si ajustamos las cifras para tener en cuenta la inflación y el crecimiento demográfico, el resultado sigue siendo preocupante: las transferencias sociales se han multiplicado por siete desde entonces, creciendo a una tasa del 4% anual mientras la economía se expandía a un nivel medio del 2,2%. Esa brecha es aún mayor en los últimos tiempos, ya que el ritmo de aumento de las ayudas se mantiene constante mientras que el crecimiento económico se desacelera hasta un promedio del 1,6% anual.
El imparable avance del gasto social ha terminado haciendo que los Estados Unidos de América pasen de ser los Estados Unidos del capitalismo a convertirse en los Estados Unidos del Subsidio. En suma, los 2,2 billones de dólares que consignan las Administraciones Públicas a estos programas equivale a 29.000 dólares por familia y tienen un coste agregado similar al tamaño de la economía británica. Lejos de concentrarse en bolsas de pobreza, estas ayudas llegan al 49% de la población, según datos del censo recogidos por el Wall Street Journal.
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