Pero claro, las medidas y filosofía adoptada son diametralmente opuestas a las llevadas a cabo en lugares como España y a las defendidas por los keynesianos:
"Jürgen Ligi no es un político europeo al uso. Lejos de apostar por las subidas de impuestos y los planes de estímulo, el ministro de Finanzas de Estonia no tiene ningún reparo en reivindicar soluciones liberales para acelerar la recuperación económica del Viejo Continente. Ligi se ha entrevistado en exclusiva con Libre Mercado para explicar en profundidad los ingredientes del éxito económico de Estonia.
Pregunta (P): Su país tiene una deuda pública de apenas el 6% del PIB justo cuando toda Europa registra un endeudamiento estatal muy superior...
Respuesta (R): Esto nos está ayudando mucho. Los demás países europeos gastan, de media, el 3% de su PIB en pagar los intereses de su deuda pública. Nosotros creemos que lo más lógico es que el gobierno gaste de acuerdo a sus ingresos, ajustándose al ciclo económico en la medida de lo posible para promover el balance presupuestario.
P: Su país acaba de entrar en el euro justo cuando la moneda única pasa por sus peores momentos. ¿Por qué su gobierno siguió adelante con este proceso?
R: Cuando entramos en la Unión Europea prometimos entrar también en la Eurozona en el menor tiempo posible. Hubiese sido inmoral retrasar nuestro ingreso en la moneda común por conveniencia, definiendo el proceso solamente en base a la situación económica del momento. Hay muchos países que están actuando de esa forma, retrasando el debate sobre la entrada en el euro por la situación económica actual. Nosotros quisimos cumplir con lo prometido a nuestros socios.
En cualquier caso, para una economía pequeña como Estonia, es natural ligar nuestro sistema monetario a una divisa internacional. Ya en 1992, cuando sustituimos el rublo soviético por la corona, decidimos fijar la moneda al marco alemán, para que la divisa germana nos sirviese como soporte.
Desde entonces y hasta la entrada en el euro, jamás aprobamos una devaluación, pues no creemos en esas políticas de empobrecimiento. Nuestra apuesta es por la flexibilidad y la competitividad. Desde la adopción de la moneda única, la inflación ha bajado de más del 5,5% en 2010 a niveles del 3,5% en 2012.
P: Su país ha sido uno de los pocos que ha centrado sus programas de austeridad en los recortes del gasto.
R: Podemos decir que más de dos tercios de nuestras medidas de consolidación consistieron en reducir los presupuestos públicos. Hemos subido el IVA, pero por lo demás hemos concentrado el ajuste en el sector público. Esto no ha sido algo dramático porque hemos afrontado la situación de forma rápida y clara.
En una crisis como ésta, el sector público no puede comportarse como si todo siguiese igual que antes. Por eso hemos reducido el gasto, hemos reducido el número de empleados públicos... En el Gobierno, los ministros nos hemos bajado el sueldo un 20%...
P: ¿Y esto no ha generado contestación y protestas, como ocurre por ejemplo en España?
R: Creo que un programa de austeridad presupuestario no tiene que ser algo dramático ni doloroso porque, ante todo, es algo realista. Si se explica correctamente, todo el mundo lo entiende. No puede ser que el sector público actúe sin ningún tipo de solidaridad ni consideración por el sector privado. Si en las empresas ha sido necesario aplicar rebajas salariales para sobrevivir, en el sector público no puede ocurrir lo contrario. Es necesaria una consolidación acorde a la situación real del país.
P: ¿A cuánto ascendieron esos ajustes?
R: Nuestros programas de reducción del gasto público se aplicaron rápido y con decisión. En 2009, el ajuste fue equivalente al 9% del PIB, cifra récord en Europa. Un año antes, en 2008, ya habíamos aplicado un recorte del 5% del PIB. Muchos países aspiran a tomar medidas similares, pero a lo largo de muchos años. Nosotros lo hemos hecho rápido y con decisión, por eso ya en 2010 nuestra economía volvió a la senda del crecimiento.
P: Crecimiento que, por lo visto, debe mucho al nacimiento de nuevas empresas. Entre 2008 y 2011, el número de compañías ha crecido en más de un 40%. ¿A qué se debe este boom del emprendimiento en Estonia?
R: Tenemos una receta sencilla, que consiste en ser un país atractivo para hacer negocios. Nuestro sistema tributario es sencillo y transparente. Nuestro flat tax grava los ingresos personales y el reparto de beneficios empresariales al 21%. Cuando las ganancias del sector privado son reinvertidas, nuestro tipo impositivo es cero.
También tenemos un mercado laboral flexible, esto es muy importante porque nuestro gobierno entiende que reformas así alimentan la creación de empresas. Nuestra intención es eliminar obstáculos burocráticos, por eso permitimos, por ejemplo, que una empresa quede constituida en apenas unas horas y a través de internet, sin necesidad de trámites presenciales.
P: Hábleme del flat tax. ¿Ha sido un éxito para Estonia apostar por este tipo de modelo tributario?
R: El flat tax ha sido nuestra tarjeta de presentación al mundo desde 1993, o sea que ya llevamos muchos años apostando por este sistema tributario. Las ventajas de tener un código fiscal así son muchas: es fácil de entender, es transparente... A través de los años, con independencia de las dificultades económicas que ha atravesado Estonia, el flat tax se ha consolidado como un éxito. De hecho, como es un mecanismo más eficiente para la recaudación, hemos podido bajar el tipo del 26% al 21%, y nuestra intención es que aplicar una nueva rebaja en 2015, llevando el tipo al 20%, el mismo nivel al que hemos fijado el IVA.
Una parte importante de nuestro flat tax es la exención tributaria a los beneficios empresariales que se reinvierten. Como comenté antes, el impuesto solamente se paga cuando se distribuyen los beneficios, pero cuando los rendimientos empresariales se reinvierten tiene un gravamen del 0%.
P: ¿Cuáles son las principales lecciones que Estonia puede aportar a países como Grecia o incluso España?
R: Muchos países que están en dificultades toman decisiones importantes pero lo hacen de forma lenta, y esto complica mucho la salida de la crisis. No hay dos países iguales, por ejemplo en Grecia no había disciplina fiscal antes de la crisis, pero en España sí la había. El problema de España fue su enorme burbuja inmobiliaria.
En Estonia apostamos por la flexibilidad laboral, la austeridad presupuestaria, la apertura comercial, la competencia... Somos un país muy abierto, que se esfuerza por resultar atractivo a la inversión. Desde nuestra perspectiva, podemos decir que en Europa hay una enorme necesidad de más competencia y más flexibilidad.
Hay reformas que, en general, son comunes a muchas economías europeas: la mejora de la educación, el impulso a la competencia, el desarrollo de nuevas privatizaciones y liberalizaciones, etc. Estonia ha intentado abordar estas cuestiones con rapidez y con profundidad. Hay otros países que llevan décadas retrasando estos ajustes y manteniendo un peso excesivo del Estado en la economía.
LM: Su país, como el nuestro, experimentó un rápido crecimiento del desempleo al comienzo de la crisis. No obstante, las cifras de paro han bajado mucho en los últimos años. ¿Ha triunfado esa flexibilidad laboral que Vd. abandera y de la que tantos españoles recelan?
JL: Es difícil dar una única receta para España, porque su problema laboral es de largo recorrido. A un paro continuado del 25% no se llega de forma repentina, o sea que la tarea debería comenzar por impulsar la competencia, flexibilizar el marco laboral… Entiendo que el gobierno español está analizando estas cuestiones.
LM: Estas recetas no serían bienvenidas en la mayoría de los países que hoy están en crisis…
JL: En Estonia es muy barato contratar y despedir. Tenemos uno de los mercados laborales más flexibles. A veces el sindicalismo y el izquierdismo se oponen a estas reformas, pero lo cierto es que aquí nadie protestaría contra el gobierno con banderas rojas y símbolos soviéticos. Por lo visto, esto sí parece ser recurrente al sur de Europa. Quizá al no haber sufrido un régimen comunista no conocen el peligro que entraña el socialismo para la economía y para el bienestar social.
Los partidos izquierdistas tienen más fuerza en el sur de Europa que en el norte, y esto no significa que aquí no tengamos debates profundos, pero los abordamos desde otras perspectivas, apostando por la competencia y el mercado.
LM: ¿Entonces hay en su país una mayor apertura al capitalismo que al sur de Europa?
JL: Aquí conocemos el horrible resultado del intervencionismo económico, y por eso ni siquiera debatimos si el capitalismo es o no es el mejor sistema, ese debate está superado.
LM: Paul Krugman ha sido muy crítico con Estonia y su modelo liberal, pero desde su gobierno no han dudado en corregir al Nobel de Economía.
JL: En sus críticas a Estonia escogió los años que más le convenían para intentar desdibujar el desempeño económico del país. En sus críticas también olvida a menudo el devastador efecto que están teniendo los “planes de estímulo” en las grandes economías que los han aplicado. Nuestra apuesta se orienta a la flexibilidad económica y a la reforma estructural, no creemos que inundar de gasto público y de liquidez una economía vaya a solucionar los problemas de fondo."
Fuente: Libre Mercado y Diego Sanchez de la Cruz
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