"Si son asiduos de Libertad Digital e inBestia sabrán perfectamente qué queremos decir al hablar de Escuela Austriaca e inversión en valor (value investing). En caso de no ser así y tener interés en descubrir ambas corrientes, los enlaces citados, entre otros, serán un magnífico comienzo. Los objetivos para este artículo son menos ambiciosos. Tan solo pretendo señalar los puntos de encuentro entre ambos. Es un hecho que los parecidos son palpables, buena muestra de ello es el máster en Value Investing y Teoría del Ciclo del OMMA.
Los inversores en valor y los economistas austriacos comparten una cualidad extrañísima en el mundo de la bolsa y las altas finanzas: están convencidos de que no pueden predecir el futuro. Es más, que hacerlo es inútil, una auténtica pérdida de tiempo.
Busquen ustedes entre todos los economistas a sueldo del FMI, Banco Mundial, BCE o cualquier ministerio del mundo y difícilmente encontrarán alguno que no se sienta tentado a dar sus predicciones económicas para 2013. Para asuntos de bolsa funciona exactamente igual, y ustedes mismos lo podrán comprobar en estos días con titulares de esta guisa: "Los valores de moda para el 2013" u otros similares.
El value investor y el seguidor de Ludwig von Mises -por citar al más importante-, al ser conocedores de que nunca podrán prever el futuro, aspiran a identificar características, modelos, patrones que deriven en resultados beneficiosos. Aquéllos que etiquetan la Economía como una ciencia puramente matemática tienen menos reparo en vaticinar el comportamiento de una acción con una precisión asombrosa, incluso afinarla en el tercer decimal.
F. Hayek acuñó un término muy ajustado para referirse a ellos: la fatal arrogancia o la creencia que la investigación puede descubrir leyes científicas capaces de revelarnos lo que el futuro depara a la humanidad y no comprenden que en el análisis de cualquier proceso de alguna complejidad sólo cabe establecer tendencias o predicciones de tipo en principio.
El escepticismo que implica la postura de Hayek -compartida por los Value Investors- no deriva en despreocupación o desidia sobre el futuro próximo. Todo lo contrario. Sus objetivos son más razonables y sencillos de alcanzar. Por ejemplo, si la FED, BCE o Shinzo Abe imprimen dinero sin ningún tipo de respaldo, es una acción no deseable porque distorsionará el sistema de precios y, eventualmente, provocará inflación. Pero aventurase a profetizar si el eurodólar estará en diciembre del 2014 a 1,4472 es una apuesta que los hayekianos no están interesados en jugar. Entre deducir consecuencias lógicas de una política monetaria, y actuar en consecuencia, a hacer predicciones exactas sobre el comportamiento de un activo financiero, existe una gran diferencia.
De la misma forma, a un buffettiano no se le ocurre meter su dinero en una empresa por una mera cuestión de moda o en base a simples proyecciones halagüeñas de ingresos futuros. Así es como Warren Buffett o Bestinver pudieron evitar la burbuja puntocom a principios del milenio. No buscan el precio objetivo afinado al tercer decimal, hablan de un margen de seguridad, una horquilla de precio lo suficientemente amplia para tener cintura y poder enmendar un error de cálculo.
Complementariamente, la teoría austríaca sirve de apoyo y marco teórico al Value Investing para comprender en profundidad conceptos como los siguientes:
- El valor subjetivo: según Huerta de Soto, son los precios de los bienes finales de consumo, como plasmación en el mercado de las valoraciones subjetivas, los que determinan los costes en los que se está dispuesto a incurrir para producirlos, y no al revés.
- La Teoría del Ciclo Económico, magistralmente resumida en este rap.
- El cálculo económico o la imposibilidad del socialismo (y sus políticas). Aquí está explicado con claridad en tan sólo dos minutos.
¿Cómo podríamos trasladar este concepto de la Escuela Austriaca al mundo de la inversión? De la siguiente forma, las diferencias entre la cotización y el valor de la compañía pueden ser significativas en el corto plazo, pero en el largo plazo tienden a minimizarse.
Otro más, Rothbard en A Note on Mathematical Economics incide en un principio básico fundamental: los eventos de la historia son un fenómeno complejo y no existe ninguna ley de causalidad directa entre sus elementos para adelantarse y anticipar un resultado. Sin embargo, en multitud de organismos económicos siguen creyendo que pueden predecir el precio de los activos con precisión a pesar de que la realidad sea muy testaruda y refleje lo contrario.
Los value investors comprenden que el comportamiento humano no puede ser modelado por ningún tipo de ingeniería financiera. Por eso mismo no comparten partes esenciales de la inversión mainstream (domininante):
- La teoría del equilibrio: porque entienden que los mercados financieros son dinámicos, la oferta y la demanda están ajustándose en constante movimiento.
- El binomio rentabilidad/riesgo: a mayor riesgo mayor rentabilidad y viceversa. Esta regla, bien entendida, es cierta la mayor parte de las ocasiones. Sin embargo, la Escuela Austriaca nos enseña -y los inversores en valor lo aplican- que la economía no puede explicarse por causalidades porque es imprevisible. Tan imprevisible que son las acciones con menor riesgo aquéllas que aportan las mayores rentabilidades. Así lo demuestra el estudio académico de Nardin L. Baker and Robert A. Haugen Low Risk Stocks Outperform within All Observable Markets of the World.
- El concepto de diversificación o "no poner todos los huevos en la misma cesta": Uno de los gurús del Value Investing, Warren Buffett, asegura que diversificar como precepto es un síntoma de no saber dónde estás invirtiendo.
Fuente: Libre Mercado
No hay comentarios:
Publicar un comentario