martes, 11 de diciembre de 2012

Con la excusa del cambio climáticos acabarán de expoliar al ciudadano. (Calentamiento global. 112)

Es realmente increíble hacia donde vamos y el expolio continuo y creciente al que estamos sometidos. Y si esto se lleva adelante, como parece conseguirán, da escalofríos las consecuencias que puede tener para la economía mundial y el bienestar social. Un neocomunismo a nivel global con consecuencias en el tiempo dramáticas:

Un artículo del blog Desde el Exilio:

"Conferencia sobre Clima en Doha: una cueva de ladrones.


¿Les molesta el hecho de que la promoción de las energías renovables aumente el precio actual de la energía a niveles astronómicos, pozo sin fondo al que el consumidor debe por ley arrojar su dinero? Pues esperen a que les explique lo que se ha estado cociendo en Doha a nivel internacional. La locura parece imparable.
Gracias a Dios, el paquete de medidas llamado “Loss and Damage”  (Pérdidas y Daños) no ha sido aprobado en su totalidad durante la recientemente concluida Conferencia sobre Cambio Climático COP18 en Doha. Pero el esquema ya está definitivamente montado. Se trata de inmensas sumas de muchos miles de millones de dólares que deberán fluir de norte a sur para paliar los daños y perjuicios causados por nuestros pecados contra clima. ” Hemos conseguido un gran avance ”, se alegra Martin Khor, representante del “South Center”, uno de los lobbies  de los países en vías de desarrollo: “El término, ‘Loss and Damage’ se incluye en el texto (el documento final de la Conferencia de Doha, tiemblen), nuestro próximo paso será la batalla por el dinero”. Aún deben conectar el  ‘Loss and Damage’ a un fondo común del que los países del Tercer Mundo obtendrán dinero para adaptarse al Cambio Climático. Será sólo una cuestión de tiempo que el sistema se automatice.
La tenacidad con la que algunos científicos del clima de este país y sus correspondientes voceros en prensa y televisión emplean para ser escuchados, para asociar cualquier desastre natural al Cambio Climático Antropogénico, nos va a salir mucho más cara de lo que ya lo es y más de lo que ninguno de nosotros se atreve a pronosticar. Las sequías, inundaciones, tormentas, olas de calor, olas de frío, cualquier cosa que pueda suceder en los países del Tercer Mundo, conducirá –automáticamente- al pago obligatorio de daños y perjuicios por parte de los países desarrollados: el nuevo cuerno de la abundancia a la redistribución de riqueza (noten, neocomunismo se llama eso) es el fondo “Loss and Damage”. No se equivoquen!: no se trata de las ayudas que ya realizamos los países desarrollados en caso de desastre natural, se trata de un pago mediado por un recurso jurídico vinculante. Los bíblicos siete años de escasez, el Diluvio, las fluctuaciones periódicas de los Monzones, tanto si son para llover menos como si para llover más, … nada es ya fruto del capricho natural como lo era en los últimos milenios. Ahora ya tenemos culpables y deberán pagar por ello, por cada evento climático extremo: nosotros.
Que sean precisamente las compañías de seguros las más empeñadas en establecer una relación directa entre las emisiones de CO2 y los desastres naturales, lo que supone una sustancial subida en los precios de las primas de los seguros, es cuando menos de mal gusto y, si lo prefieren, canallesco. ¡Pagaremos dos veces! Pagaremos más en primas para asegurar nuestra propiedad frente a desastres naturales en Teruel y pagaremos más impuestos para poder llenar el fondo “Loss and Damage” del que saldrán los dineros para paliar los desastres naturales en Kolo-Kolo.
¿Las sequías? Culpa nuestra, ¡por supuesto! Y eso que hace apenas dos semanas la prestigiosa revista Nature publicaba un estudio  según la cual las grandes sequías a nivel mundial siguen siendo las mismas que en los últimos 60 años.
¿Y la lluvia?, ¿las grandes inundaciones o su ausencia total? Pues resulta que tampoco en esto podemos dramatizar, sino todo lo contrario: basta con leer el “Geophysical Research Letters” de octubre, en el que un equipo de investigadores australianos publica su trabajo sobre el tema y cuyos resultados se pueden resumir de la siguiente manera: en un mundo más cálido  generalmente se esperan procesos extremos de precipitación muy abundante. Sin embargo, los trabajos realizados en el período de 1940 a 2009, es decir durante un período de 70 años, muestran que la lluvia fue menos extrema: “Las áreas secas se convirtieron en algo más húmedas y las muy húmedas en algo más secas”. Queridos periolistos de ABC, El Mundo o El País: créanme, es mejor estudiar fenómenos naturales durante largos períodos de tiempo e intentar entenderlos que declarar de “interés público y primera plana” al más reciente evento extremo y subtitular: a causa del “cambio climático”.
¿Y los huracanes?  Aunque el tema debería estar suficientemente claro, permítanme que les lleve de nuevo al  ”Geophysical Research Letters”, también al número de octubre, en el que podemos leer el último estudio sobre frecuencia e intensidad de los huracanes. Si en lugar de leer/ver la propaganda de nuestra prensa/televisión leen en esa revista de ciencia, verán cómo el número de huracanes ha disminuido desde 1880. Los autores del estudio también usan modelos (hoy, está claro, sin modelos no eres nadie) para formular una perspectiva de futuro: con sus proyecciones informáticas hasta el año 2090 muestran que, según parece, en los próximos años los huracanes no serán ni más fuertes ni se producirán en mayor número.
¿Qué pasa con las islas que se hunden en el océano? Aquí vale la pena mirar muy de cerca a los estados insulares, cuyos gobiernos se quejan de que sus islas se hunden en el mar, como Tuvalu, y que ya están deseando que funcione el Fondo “Loss and Damage”. Hace dos años, un grupo de investigadores de Nueva Zelanda publicó en la revista “Global and Planetary Change” un estudio exhaustivo en el que, mediante fotografías aéreas, se comparó la superficie de decenas de islas de diferentes regiones del Pacífico hace 60 años y con su superficie hoy en día. El resultado: La mayoría de las islas presentan la misma superficie, incluso en algunas ha aumentado, ninguna se ha hundido. En Tuvalu, siete de las nueve islas han aumentado su superficie.
No me malinterpreten: no tengo nada que decir en contra de que los países ricos ayuden a los pobres económicamente, tal y como vienen haciendo en caso de desastres naturales, incluso para mejorar sus infraestructuras energéticas y, por qué no, incluso centrándose en las energías renovables. Repito: tal y como vienen haciendo.
Pero no veo ninguna razón para instaurar un nuevo fondo de compensación (eufemismo o neologismo de “saco de redistribución de riqueza”) mediante el cual realizar pagos obligatorios sólo porque alguien opina que la culpa de los fenómenos naturales es de los “ricos”. Debemos estar agradecidos a los Estados Unidos que en Doha han adoptado una postura escéptica frente a  este plan y han logrado que no se concretase nada, por ahora.
Queda por señalar que los estudios sobre la prevalencia de los huracanes, las oscilaciones en las lluvias torrenciales, el aumento de superficie de las islas del Pacífico y los períodos de sequía constante que les cito son todos trabajos “peer review”, no cuentos chinos salidos del blog de Ruiz de Elvira."

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