Una carta abierta de George Reisman al secretario de trabajo de EEUU explicando porqué hay que abolir el salario mínimo y liberalizar la legislación de licencias para reducir el desempleo y aumentar los salarios reales.
Artículo del Instituto Mises Hispano:
"Carta abierta a Thomas Perez, Secretario de Trabajo de EEUU.
Querido Secretario Perez:
Aumentar el salario mínimo es una fórmula para causar desempleo entre los miembros menos cualificados de la sociedad. Cuanto más altos sean los salarios, mayores serán los costes de producción. Cuanto más altos sean los costes de producción, mayores serán los precios. Cuanto más altos sean los precios, menor será la cantidad de bienes y servicios demandados y la cantidad de trabajadores empleados para producirlos. Todas estas son proposiciones de economía elemental, que usted y el Presidente deberían conocer.
Es verdad que serán mayores los salarios de los trabajadores que mantengan sus trabajos. Disfrutarán del beneficio de un monopolio creado por el gobierno, que excluye del mercado la competencia de esos trabajadores desempleados que están dispuestos y capacitados para trabajar por menos de lo que reciben los monopolistas.
El pago de salarios monopolistas más altos vendrá a costa de menores gastos en empleo y bienes de capital en el resto del sistema económico, lo que debe generar más desempleo.
Lo que estén desempleados en otros ligares y estén relativamente más capacitados desplazarán de trabajadores con menos cualificación, con el resultado final de aún más desempleo entre los miembros menos cualificados de la sociedad.
El desempleo causado directa e indirectamente por el aumento del salario mínimo requerirá gasto público social adicional y por tanto impuestos más altos o mayores déficits presupuestarios para financiarlo.
Su política y la del Presidente va fundamentalmente contra el empleo y la gente pobre. Aunque enriquece a los pobres a los que se da el estatus de monopolistas protegidos por el gobierno, empobrece el resto del sistema económico en un grado aún mayor. Lo hace mediante la combinación tanto de llevarse una cantidad de riqueza igual a las ganancias de los monopolistas como haciendo que la producción total sea menor en una cantidad correspondiente al desempleo adicional que crea. El aumento en precios e impuestos que ocasiona aumentar el salario mínimo disminuye las ganancias de los monopolistas al tiempo que sirve para crear pobres nuevos y adicionales, mientras empeora la pobreza de los que quedan desempleados.
Además, cuanto más se aumente el salario mínimo, peores serán los efectos sobre los pobres. Porque, por un lado, el desempleo general resultante es mayor, mientras que, por el otro, la protección que proporciona un salario menor frente a la competencia de trabajadores mejor pagados se erosiona cada vez más. Con el salario mínimo actual de 7,25$ la hora, los trabajadores que ganen ese salario estarán seguros frente a la competencia de trabajadores capaces de ganar 8$, 9$ o 10$ la hora. Si se aumenta el salario mínimo, como quiere el Presidente y usted, a 10,10$ la hora y lo trabajos que actualmente pagan 7,25$ tienen que pagar 10,10$, trabajadores que antes no hubieran considerado esos trabajos por su capacidad de ganar 8$, 9$ o 10$ la hora, los considerarán ahora; muchos tendrán que considerarlos, porque estarán desempleados. El efecto es exponer a los trabajadores cuya cualificación no excede de un nivel correspondiente a 7,25$ la hora a la competencia de trabajadores mejor formados y más cualificados que actualmente son capaces de ganar salarios justo por encima de 7,25$ hasta justo por debajo de 10,10$ la hora. El afecto adicional podría ser que simplemente ya no haya espacio en el sistema económico para el empleo de gente mínimamente formado y de baja cualificación.
Por supuesto, el salario mínimo se ha aumentado repetidamente a lo largo de los años desde que se introdujo por primera vez y ha continuado habiendo al menos algún espacio importante para el empleo de dichos trabajadores. Lo que lo hizo posible fueron los largos periodos en los que el salario mínimo no aumentó. La continua inflación de la oferta monetaria y el aumento en el volumen de gasto y por tanto el salarios y precios a lo largo del sistema económico reduce progresivamente el grado en que el salario mínimo excede el salario que prevalecería en su ausencia. Los salarios mínimos de las décadas de 1930 y 1940 (25¢ la hora y 75¢ la hora) hace mucho que se convirtieron en nulidades. Para reducir y acabar eliminando el daño causado por el salario mínimo actual, tiene que mantenerse sin cambios.
El nivel de vida no aumenta con leyes y decretos arbitrarios imponiendo salarios más altos, sino con el aumento en la productividad del trabajo, que incrementa la oferta de bienes en relación con la oferta de trabajo y por tanto reduce los precios en relación con los salarios y por tanto permite que los precios aumenten menos que los salarios cuando aumentan la cantidad de dinero y el volumen de gasto en el sistema económico.
Si su objetivo y el del Presidente es aumentar el nivel de vida del trabajador medio, deberían abandonar sus esfuerzos por aumentar el salario mínimo. Por el contrario, deberían tratar de eliminar todas las políticas públicas que restringen el aumento en la productividad del trabajo y por tanto en el poder adquisitivo de los salarios.
Si su objetivo es aumentar concretamente los salarios de los trabajadores peor pagados, deberían trabajar para eliminar todo lo que limita el empleo en las ocupaciones mejor pagadas, principalmente la imposición de escalas salariales sindicales impuestas por la fuerza, que funcionan como salarios mínimos para trabajadores cualificados y semicualificados. Al causar desempleo en la parte más alta de la escala económica, las escalas sindicales sirven para aumentar artificialmente el número de trabajadores que deben competir en los peldaños inferiores de la escala económica, incluyendo la parte más baja, donde los salarios son los más bajos. En la medida en que los trabajos más altos puedan absorber más empleo, la presión competitiva en la parte más baja se reduciría y los salarios podrían aumentar en consecuencia.
Abolir o al menos liberalizar mucho la legislación de licencias actuaría igual. En la medida en que mayores números de trabajadores de baja cualificación pudieran trabajar en cosas como conducir taxis, cortar el pelo o vender perritos calientes en carritos, el efecto sería también una reducción en la presión competitiva en lo más bajo de la escala económica y por tanto mayores salarios en ese nivel.
Aquí lo principal es que necesitamos obtener una mayor libertad económica, no una mayor intervención pública, como vía para la mejora económica de todos, especialmente los pobres.
Atentamente,
George Reisman, Ph.D."
Publicado el 4 de abril de 2014. Traducio del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
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