lunes, 28 de abril de 2014

Suecia: Las escuelas libres derribaron el proyecto socialista

Mauricio Rojas, sobre las escuelas libres en Suecia y la nostalgia y los intentos de los socialdemócratas para controlar y estatalizar nuevamente y en mayor medida la educación en las escuelas.

Artículo de Biblioteca de Mauricio Rojas:

(Traducción del artículo publicado en sueco en la editorial del periódico Svenska Dagbladet):
 
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De tanto en tanto los socialdemócratas suecos atacan a las escuelas libres (escuelas públicas de gestión privada). Más recientemente, con la propuesta de dar a las autoridades municipales poder de veto sobre el establecimiento de nuevas escuelas libres a fin de detener su “sobre expansión”. Esto significa que las municipalidades podrían impedir la creación de escuelas que compitan con las propias, lo que era toda la idea con la reforma que permitió (en 1992) la creación de las escuelas libres. Por su parte, los socialdemócratas de Escania (Skåne) van mucho más lejos y quieren prohibir el derecho mismo a elegir escuela.
 
Se nota la nostalgia entre los socialdemócratas por aquel tiempo en que regía el orden en el frente escolar y en tantos otros. Sí, aquel tiempo en que ellos podían decidir tanto y los ciudadanos tan poco. ¡Ay, tantas libertades –de elegir guardería, escuela, centro médico, forma de atención a los mayores, etc. –que han destruido el idilio socialdemócrata!
 
De todo ello es la pérdida de poder sobre la escuela lo que más les duele. El proyecto socialdemócrata clásico tenía su eje en la socialización del individuo mediante la socialización (estatización) de la escuela. Es así como se crearía al hombre nuevo socialista, formado por el Estado desde la cuna hasta la tumba. Por eso es que la existencia de las escuelas libres es tan dolorosa para los socialistas de cualquier tipo.
 
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Ello hace del movimiento de las escuelas libres el verdadero héroe de la lucha por la libertad de nuestra sociedad. Empezó de manera muy modesta en 1992-93, pero hoy abarca unas 1.250 escuelas básicas y secundarias a las que asisten más de 210.000 alumnos. A ello hay que agregarle más de dos mil escuelas infantiles y las 55.000 personas que trabajan en alguna escuela libre pata poden aquilatar el peso actual de este movimiento que no ha dejado de crecer desde su nacimiento.
 
La socialdemocracia sabe que le sería muy costoso lanzarse a una confrontación frontal con un movimiento popular tan significativo. Por ello elige una línea más cautelosa de ataque, consistente en tratar de frenar el aumento de las escuelas libre y, haciendo gran cosa de algunos ejemplos de mala gestión, sembrar la desconfianza hacia los emprendedores escolares y su legítimo afán de lucro.
Es lo que le queda cuando no se puede recurrir a ningún argumento serio contra el movimiento de las escuelas libres. De hecho, las investigaciones realizadas no han podido documentar ni un solo efecto negativo del surgimiento de las escuelas libres. La segregación socioeconómica, por ejemplo, no ha cambiado de manera significativa y no solo eso, la estadística de la Superintendencia de Escuelas (Skolverket) muestra que la diferencia de resultados, medida por las calificaciones obtenidas, ha ido disminuyendo sucesivamente entre la escuelas básicas libres y las municipales, mientras que en las escuelas secundarias ha simplemente desaparecido.
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En vez de esta campaña insidiosa contra las escuelas libres la socialdemocracia debería honestamente reconocer que los verdaderos problemas de la escuela sueca tienen que ver con esa “escuela de frivolidad” (flumskola, escuela basada en la falta de disciplina y exigencias, donde todo es juego y la falta de autoridad y responsabilidad la norma) que ellos mismos crearon."

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