Jonathan S. Tobin sobre el vergonzoso distinto trato que se da a los refugiados de cualquier país del mundo (a los que se trata de reasentar y buscar hogar en otras partes del mundo (vía Acnur) y a los palestinos (con una organización exclusiva para ellos), y que no reubica ni trata de reasentar a nadie.
La razón es simple, su cometido es político, no humanitario, y su finalidad no es resolver el problema de los refugiados palestinos, sino perpetuarlo, lo que les aboca en la miseria.
La razón es simple, su cometido es político, no humanitario, y su finalidad no es resolver el problema de los refugiados palestinos, sino perpetuarlo, lo que les aboca en la miseria.
La guerra civil en Siria ha causado más de 3,2 millones de refugiados, que se han convertido en una carga insoportable para los países vecinos. Con tantos de ellos languideciendo en campamentos, los refugiados están comenzando a manifestar su frustración ante su angustiosa situación; algunos de ellos están tratando de huir de los campamentos de Jordania, el Líbano y Turquía y de dirigirse a Europa como inmigrantes ilegales. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) trata de llenar el vacío que otros dejan respecto a esta cuestión. Está intentando que países occidentales se comprometan a aceptar a algunos de los refugiados sirios para que éstos se reasienten allí. Su objetivo inicial es que esas naciones acepten de forma permanente al menos a 130.000 sirios durante los próximos dos años. Pero lo que no se menciona al exponer esta iniciativa es el evidente contraste existente con los otros refugiados famosos de la región: los palestinos. A diferencia de los sirios, a ellos no los reasentarán.
No es ninguna sorpresa que Acnur esté tratando de encontrar nuevos hogares permanentes a tantos sirios como pueda; es lo que esa agencia lleva haciendo por los refugiados desde su creación en 1950; ha ayudado a decenas de millones de personas a sobrevivir al suplicio que supone encontrarse sin hogar, tratando de encontrarles nuevos lugares donde pudieran vivir y echar raíces. Mientras algunos sirios se limitan a aguardar a que acabe la guerra, con la esperanza de poder regresar a lo que quede de sus hogares una vez concluya la lucha, muchos creen, lógicamente, que la mejor opción que tienen es buscar otro lugar en el que conseguir seguridad y sustento. Es lo normal para cualquier población refugiada, pero, mientras el mundo trata de lidiar con la tragedia humana ocasionada por la guerra que se libra entre el régimen de Asad, el Estado Islámico y grupos rebeldes, vale la pena comparar los titubeantes y en absoluto suficientes esfuerzos por ayudar a los sirios con la completa falta de interés por reasentar a un solo palestino mostrada por el Alto Comisionado en todo el tiempo que lleva actuando.
La culpa de ello no es de Acnur, la agencia responsable de ayudar a todos los grupos de refugiados del mundo salvo a uno: los palestinos. Ellos tienen su propia agencia de la ONU para los refugiados: la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA, por sus siglas en inglés). Pero esta agencia no reubica a nadie. Su finalidad no es resolver el problema de los refugiados palestinos, sino perpetuarlo.
Pese a que la UNRWA opera como si fuese una organización humanitaria, su propósito ha sido siempre fundamentalmente político. La población de refugiados árabes del antiguo Mandato de Palestina fue causada por la guerra que libraron quienes actuaban en nombre de esos árabes para estrangular al Estado de Israel en su nacimiento. En vez de aceptar la partición del territorio en dos Estados, judío y árabe, así señalados de forma explícita, el mundo árabe-musulmán prefirió librar un guerra para evitar que se creara un Estado judío, por muy pequeño que fuera su territorio. Con muy pocas excepciones, varios cientos de miles de refugiados huyeron debido a la expansión de la guerra, así como por las instrucciones explícitas de algunos líderes árabes que les ordenaban huir para allanarles el camino a los ejércitos árabes invasores. Cuando concluyó la guerra de Independencia, con el nuevo Estado judío vivo, pese a existir de forma fragmentada y con unas fronteras inseguras, las tácticas de los enemigos de Israel cambiaron. Desde ese momento, sus esfuerzos fueron encaminados a resaltar el sufrimiento de los árabes que habían huido, a fin de promover una iniciativa militar o diplomática para proseguir la guerra. De hecho, mientras que a los refugiados sirios que se encuentran en campamentos de naciones vecinas se les permite que se reubiquen en cualquier otro lugar, los palestinos que siguen atrapados en campamentos de refugiados en Siria no pueden ni quieren moverse del lugar donde tanto padecen.
El resultado de esta política no fue sólo hacer imposibles todos los intentos de que entre Israel y el mundo árabe se firmara la paz; además garantizó que un número creciente de palestinos vivieran en una miseria cada vez mayor. Al mismo tiempo, una cifra casi igual de judíos se vio obligada a huir de sus hogares en el mundo árabe cuando los pogromos y la discriminación hicieron insoportable su situación. Pero, mientras que la UNRWA dejó que los palestinos se quedaran sufriendo donde estaban, grupos judíos se aseguraron de que sus refugiados no padecieran de esa forma: todos ellos fueron reubicados en Israel o en Occidente.
Es una historia que resulta familiar. El mundo ignora el legado de los refugiados judíos, que merecen una compensación por las pérdidas sufridas tanto como los descendientes de los árabes que fueron desplazados en 1948. Al mismo tiempo, los refugiados palestinos siguen siendo un obstáculo inamovible para cualquier acuerdo de paz, pues se les ha dicho innumerables veces que volverán a sus antiguos hogares (o a los de sus padres y abuelos) en lo que antaño fuera Palestina. El hecho de que el líder de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, haya defendido recientemente el derecho de retorno deja claro que ningún dirigente palestino osará hacer las paces con Israel, pues están comprometidos con un derecho de retorno sinónimo de la destrucción del Estado judío.
Si bien le deseamos suerte a Acnur en su titánica tarea de ayudar y reubicar a los refugiados sirios, la moraleja de todo esto es que tratar a los palestinos de forma diferente a otras poblaciones semejantes ha tenido un coste peligrosamente alto por lo que respecta al sufrimiento de los implicados.
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