Daniel Lacalle expone el último fracaso del socialismo, Venezuela, y la lección que hay que aprender (y que no se quiere, con el coste y sufrimiento que supone para la gente, especialmente la más necesitada).
Artículo de El Español:
“Si pones al gobierno federal a cargo del desierto del Sahara, en 5 años habrá una escasez de arena” Milton Friedman
El socialismo siempre promete el cielo y entrega el infierno. En la madrugada del jueves, el chavismo certificó su último fracaso con lo que prometieron que no se daría nunca: el impago técnico. Con su habitual arrogancia, Maduro “decretaba” “la refinanciación y reestructuración de la deuda a partir del 3 de noviembre”. Es decir, el impago.
Lejos quedan aquellas algaradas de Chávez cuando decía “póngame el petróleo a cero y Venezuela no sufrirá”, o las propias de Maduro “Un gobierno revolucionario con poder económico como el que yo presido tiene planes para pasar cualquier situación así tiren los precios de petróleo a donde los tiren”.
El socialismo ha llevado a Venezuela a un desastre económico sin parangón. No, no es “el precio del petróleo”. Venezuela es el único país de la OPEP que ha caído en impago, depresión e hiperinflación. No es el petróleo, es el socialismo.
El desastre de gestión es espectacular y el mayor ejemplo del efecto devastador del socialismo es la petrolera estatal. PdVSA, la petrolera nacional, ha pasado de ser hace veinte años una de las más eficientes y rentables del mundo, a terminar importando petróleo.
A pesar de que Venezuela cuenta con las mayores reservas de crudo del mundo -296.000 millones de barriles-, el país comenzó a importar petróleo el año pasado. Su producción es menos de 2,7 millones de barriles al día, una caída del 20% en menos de dos décadas, mientras el chavismo multiplicaba su plantilla por cinco, hasta los 175.000 “trabajadores”.
Brutales aumentos de costes, empeoramiento espectacular de producción, márgenes y expolio de la caja para pagar subvenciones al chavismo llevaron a la empresa a ser una de las más rentables y con mejor balance del mundo a endeudarse en más de 43.000 millones de dólares.
Durante la gestión de Maduro, no solo se ha llegado a la hiperinflación, que ya supera el 2000% y una escasez de más del 80%, sino que se han desplomado un 64% las reservas en divisa extranjera, el peor nivel en cuarenta años.
Este desastre no es por el bajo precio del petróleo, es el reflejo de la realidad de lo que es el socialismo. Ningún país petrolero muestra unas cifras tan atroces, ni similares.
De hecho, si algo ha demostrado esta caída de los precios del petróleo es que la inmensa mayoría de los países productores la han gestionado admirablemente, con caídas de PIB muy inferiores a lo temido, manteniendo sus reservas en moneda extranjera a niveles confortables, y adaptándose a la nueva realidad rápida y eficientemente. Casi todos, menos Venezuela.
La verdadera guerra económica en Venezuela: la del chavismo contra su pueblo
Venezuela tenía 12.700 empresas privadas cuando Chávez alcanzó el poder, según Conindustria. Hoy queda menos de un tercio de esa cifra. Al destrozo económico y jurídico se añadió el asalto a la propiedad privada con expropiaciones de más de 690 empresas en doce años. Hoy, esas empresas expropiadas “en socialismo” están técnicamente quebradas y las que sobreviven zombis producen una cantidad muy inferior a la mitad de las cifras previas al robo.
Como siempre ocurre en socialismo, lo primero fue negar la realidad. “Los inversionistas no deben preocuparse por la deuda de 2017 y 2018”, afirmaba Rafael Ramírez. Y efectivamente, no se debían preocupar. Debían aterrarse. Uno de los mayores bancos de inversión del mundo, que compró $2.800 millones de bonos ante las promesas de unicornios del chavismo, se enfrenta ahora a esa “reestructuración” que decreta Maduro.
Maduro “decreta” reestructuración como si fuera un milagro. Pero es otro clavo en el ataúd del chavismo. Ese destrozo económico no solo no está cambiando, sino empeorando.
La reestructuración simplemente no tiene solución. Correa, en Ecuador, ya vivió el “exitazo” de hacer impago.
Ecuador, el "ejemplo" de los populistas de cómo “enfrentarse al FMI” y hacer impago, duplicó su deuda, se hipotecó hasta la cabeza con China a tipos muy superiores a los que decidió “impagar” y finalmente tuvo que pedir ayuda al... FMI.
Correa hizo impago de 3.200 millones de dólares para acabar dependiendo de China a un coste muy superior (7,5%) a menor plazo (8 años). Y Ecuador ahora descubre que su verdadera deuda es de más de 41.800 millones de dólares en vez de los 27.871 millones que dejó “oficialmente” Correa. Ese agujero le costará miles de millones adicionales en ajustes. Exitazos del impago.
Pero Ecuador al menos tenía una economía con posibilidades. Maduro ahora busca refinanciar con… ¿con qué? Ha devastado el país. Entre 1999 y 2014, Venezuela recibió 960.589 millones de dólares de ingresos petroleros, 56.500 millones anuales durante 17 años, cinco veces más que el promedio de ingresos anuales reales de los gobiernos anteriores entre 1993 y 1998, según la BBC citando a Ecoanalítica.
Esa enorme renta petrolera fue despilfarrada y a la vez se destruía la economía asaltando la seguridad jurídica y la iniciativa inversora con expropiaciones salvajes. ¿Quién le va a prestar a unos gestores tan desastrosos, a semejantes asaltadores, aunque sea a tipos superiores y distintos plazos? Ahora empieza la ristra de litigios y denuncias por incumplimiento. Y el grifo se cierra. Esta reestructuración no va a ser un alivio ni el principio de la solución. Es la constatación del fracaso más absoluto del gobierno venezolano y le costará mucho, como siempre, a los pobres ciudadanos. Porque NUNCA ha existido cuento de que el impago venga acompañado de mayor gasto público real. Nunca.
La lección de esta nueva muestra del fracaso socialista es que es un sistema basado en la mentira que ignora los principios más básicos de la economía y hunde hasta al país más rico.
Al final, la promesa socialista de dinero gratis sale muy cara para los que fingen defender: las clases bajas. Aprendamos la lección.
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