Matthew Bennett analiza las declaraciones vacías de Colau sobre los refugiados.
Artículo de Voz Pópuli:
Manifestación celebrada en Barcelona en favor de la acogida de refugiados. EFE
Miles, o decenas de miles (titulares), o 160.000 (la Guardia Urbana), o medio millón (los organizadores en un tuit) de personas se manifestaron en Barcelona el sábado bajo el lema "Vollem Acollir" a los refugiados: "Basta de excusas, acojamos ahora". El día dio lugar a titulares potentes en la BBC, Guardian, Deutsche Welle, New York Times, Washington Post, Le Monde, etc. En las fotos y vídeos del evento, se pudo ver, entre el mar azul de pancartas acogedoras, cómo ondeaban los colores y formas de las banderas separatistas.
“Barcelona vuelve a ser, como en otras ocasiones, no solo capital de Cataluña, sino de la solidaridad, del compromiso, de la defensa de los derechos humanos y de la paz”, dijo la alcaldesa, Ada Colau. No faltó, informaba El País, «una potente comitiva de representantes políticos y del Gobierno catalán»: Neus Munté, Carme Forcadell, Raül Romeva, entre otros. Los de siempre, casi me atrevo a decir. El secretario de Igualdad de la Generalitat, Oriol Amorós, llegó a decir: «Creo que es la manifestación más grande que ha habido en Europa».
En declaraciones a La Sexta el sábado, Colau aseveró que "frente a las políticas del miedo y el racismo, apostamos por la vida". Añadió—y aquí mi primera sorpresa—que los habitantes de Barcelona podrían encontrarse en medio de una guerra violenta en cualquier momento: «como en el pasado les pasó a nuestros abuelos y como en el futuro nos podría pasar a nosotros, en este mundo incierto, todos podemos llegar a ser víctimas de la violencia y un conflicto».
En contra de los buenos deseos y esperanzas de los rectos ciudadanos barceloneses, tenemos, de nuevo, al malvado Estado español, que esta vez se niega a acoger a los refugiados—no ya centenares de miles de ellos sino el compromiso de los 17.000 que en teoría ha adquirido con los socios europeos—o a ofrecer más datos sobre el tema a la Ciudad Condal.
En eso no voy a entrar. Parece claro que podríamos hacerlo mucho mejor con los refugiados, como naciones o como un continente unido, si de verdad quisiéramos. Sería un objetivo noble, sufrido y costoso si lo intentáramos bien. Tampoco me centré en los aspectos separatistas, aunque parece claro que la manifestación se benefició de los mecanismos y herramientas típicos, y con los fines habituales (véase los titulares internacionales).
No. Lo que me llamó la atención fue la clamorosa falta de cifras y detalles en el "plan" de la señora alcaldesa quien, de aspirante a liderar la ciudad en 2014, se quejaba en The Guardian de que no había espacio en Barcelona para más turistas—7,5 millones en una ciudad de dos millones de habitantes, escribía—y quien ahora quiere acoger a no se sabe cuántos refugiados. En septiembre de 2015, ya como alcaldesa, Colau dijo que Cataluña, que no Barcelona, aceptaría 1.200 refugiados y se quejó de dicha falta de información por parte del Estado. ¿Cuánto costaría? No he podido encontrar cifra alguna en boca de la regidora.
El Ayuntamiento de Barcelona me dio el lunes algunas cifras más actuales. Esquivaron un poco la pregunta sobre la cantidad de refugiados que le gustaría (futuro) a la alcaldesa acoger, o cuánto costaría el empeño, remitiéndome a datos nuevos sobre lo hecho en 2016 (pasado), no con el plan nuevo, de Colau, sino con otro que lleva ya 25 años en funcionamiento en la ciudad bajo la bandera del servicio municipal de atención a inmigrantes, emigrantes y refugiados. En 2016, atendieron a 2.292 personas, un 67% más que el año anterior, pero la mayoría, 1.366 personas, el 60% del total, eran de Ucrania, Venezuela, Pakistán, El Salvador y Honduras, en ese orden. El mayor crecimiento en términos porcentuales fueron los venezolanos, un 730% más, según los cálculos del municipio. La cantidad de sirios bajó de 126 a 111.
Luego hay otro plan, denominado Plan Nausica, este sí más nuevo—empezó en octubre—que pretende ayudar a los refugiados que se encuentran en "una situación extrema". De nuevo dicen que, por ser competencia del Estado, "no tenemos los datos reales sobre cuántas personas refugiadas hay en Barcelona", pero ahora sí hay una cifra: 1,6 millones de euros para cubrir hasta 100 plazas este año—de momento van por 47—o unos 16.000 euros por refugiado. Si sabemos que el presupuesto municipal de Barcelona son unos 2.500 millones de euros al año para 1,6 millones de habitantes y un PIB municipal de 74.000 millones, podemos hacer alguna estimación.
(Nótese que de momento hay 1,6 millones de euros y 1,6 millones de habitantes, es decir un euro por habitante es el presupuesto que ha dedicado Colau a su nuevo plan para solucionar la crisis del asilo.)
Seamos optimistas y hagamos cálculos. Ayudemos a la alcaldesa en su empeño, ya que parece que no ha pensado en este aspecto. Cuidar de los 1.200 refugiados que mencionó en 2015 nos llevaría a 19,2 millones de euros, o 12 euros por habitante. Atender a las 17.000 personas para quien España, en teoría, ha adquirido un compromiso, saldría a 272 millones de euros, una décima parte del presupuesto municipal, o a 170 euros por habitante. Cuidar de 160,000—uno por cada manifestante barcelonés del sábado, usando la cifra de la Guardia Urbana, y aceptando la propuesta de la alcaldesa de que hay espacio de sobra—nos llevaría a 2.560 millones de euros, o 1.600 euros por habitante y, mira por dónde…la totalidad del presupuesto municipal barcelonés, según sus propias cifras.
(No hablemos ya de los 2,3 millones que cruzaron alguna frontera europea en 2015 y 2016, según los últimos datos de Frontex, que a precios del Ayuntamiento de Barcelona se nos iría el presupuesto continental a 36.000 millones.)
No me opongo a la idea de acoger a refugiados que huyen de las guerras y de otras situaciones extremas, Señora Alcaldesa, ni a pagarlo, pero díganos, como representante institucional que ya es, ¿a cuántos quiere acoger, cuánto cree que costaría y cómo financiaría su proyecto humanitario? ¿Más deuda o menos gasto en otras cosas? ¿Cuál es su plan, más allá de las declaraciones bonitas y los titulares gloriosos? Que los refugiados lo necesitan.
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