No comparto prácticamente nada del discurso y propuestas de LePen, cuyo programa económico, por poner un ejemplo, es un absoluto desastre, que profundizaría gravemente la situación de Francia, necesitada de profundas reformas.
Sin embargo, en este caso puntual (rechazar ponerse velo en su visita a Libano), no solo no es de rechazar, sino de aplaudir, y de tomar como ejemplo.
Las protestas de las radicales feministas del Femen (poniéndose del lado del Islam, del uso de la imposición del velo y de postulados que niegan la igualdad del hombre con la mujer -sino el sometimiento-) demuestran una vez más que el feminismo denominado de la tercera ola (que cada vez impera más y de manera más totalitaria empleando la violencia y la intolerancia contra cualquier voz discordante) tiene poco de feminismo real. Es sencillamente un subterfugio marxista que se ha apoderado de la etiqueta de la mujer para imponerse poco a poco en la sociedad y atacar a su verdadero objetivo, los valores occidentales y la democracia liberal (que se impuso al comunismo y la dictadura marxista). Dicho movimiento no reivindica el feminismo legítimo y que hay que apoyar absolutamente, que es la igualdad de derechos y ante la ley de la mujer y el hombre, sino la supremacía de un sexo, los privilegios a costa de terceros, y el odio de género, en el que el hombre es un mal a extirpar y culpable de todos los males de la sociedad. Es la estrategia histórica del marxismo para acabar con un sistema que quiere derrocar. La búsqueda del conflicto, de la división social ("lucha de clases", de género, sectoriales...) para provocar el malestar, odio y el conflicto social para llegar a la revolución alzándose con el poder. En sus inicios a sangre y fuego, y hoy mediante el marxismo cultural irrigando las mentes de sus ideas (a través de la educación, sindicatos, medios de comunicación y política, iniciado en la segunda mitad del siglo XX) para alcanzar su objetivo en democracia (tras el fracaso de las armas y el asesinato).
Y para ello, no dudan en emplear cualquier herramienta para conseguir su objetivo, incluido aliarse con los enemigos de dichos valores occidentales, tales como el Islam y la sharía (los enemigos de mis enemigos son mis amigos).
Y para ello, no dudan en emplear cualquier herramienta para conseguir su objetivo, incluido aliarse con los enemigos de dichos valores occidentales, tales como el Islam y la sharía (los enemigos de mis enemigos son mis amigos).
Esta es la triste realidad del movimiento radical feminista de tercera ola, cada vez más desenmascarado y rechazado por las propias mujeres (de las que se apropian para imponer sus consignas y a las que atacan duramente si no se someten a sus dictados y visión).
Arturo García informa del suceso en el siguiente artículo.
Artículo de La Gaceta:
Las feministas han enarbolado en los últimos meses el burka y se han alineado con el islam para supuestamente defender los derechos de las mujeres en el mundo.
Una mujer con los pechos al aire grita "Marine feminista ficticia" mientras es retirada por el personal de seguridad del Frente Nacional. Esta militante de las Femen piensa, como el resto de sus compañeras, que los derechos de las mujeres se defienden mejor semidesnuda y su protesta llega sólo unos días después del gesto de Marine Le Pen frente al gran muftí de Líbano.
Durante su vista a Beirut, la candidata del Frente Nacional estrechó lazos con la comunidad musulmana pero reafirmó sus valores negándose a cubrir su cabello frente a Amin al-Husayni. "Pueden transmitir mis respetos al gran muftí, pero no me voy a cubrir", explicó Le Pen, que recordó que en una reunión con el egipcio Ahmed el-Tayeb, el gran imán de al-Azhar (un prestigioso título islámico sunita) en 2015, no se le pidió que llevara un pañuelo en la cabeza.
Durante las protestas contra Donald Trump, las Femen estrenaron el cartel de una mujer tapada con un velo como símbolo de los derechos universales de las mismas. Desde entonces, las que se dicen feministas se encuentran totalmente alineadas con las posturas del islam, una religión que vulnera los derechos de la mujer y que, en países como Arabia Saudí, no permite que puedan siquiera conducir sin la presencia de un hombre.
La postura de Le Pen frente al islam pasa por reducir la influencia saudí sobre la comunidad musulmana del país. La dictadura islámica de Riad ha aprovechado la connivencia de los diferentes gobiernos para tejer una red de mezquitas por todo el país y colocar al frente de ellas a imanes que propugnan su particular visión del islam, muy similar a la del Estado Islámico.
Pese a las críticas de los colectivos feministas, las medidas de la candidata del Frente Nacional van dirigidas a eliminar del país aquellas corrientes islámicas que difunden, más si cabe, la superioridad del hombre sobre la mujer.
No es la primera vez que el movimiento Femen interrumpe un discurso de la líder del Frente Nacional, favorita para ganar la primera vuelta de las presidenciales francesas que tendrá lugar el próximo 23 de abril.
'¿Cuántos atentados en Francia se habían podido evitar?'
Por otra parte, Le Pen presentó las grandes líneas de su programa en materia de política exterior, que pasan por defender la independencia de Francia, acercarse a Rusia y a la nueva Administración de Estados Unidos y reformar profundamente la construcción europea.
La líder identitaria criticó la actual política exterior de Francia y acusó al gobierno de haber entregado a los rebeldes sirios armas que pueden haber llegado a los terroristas del Estado Islámico.
"¿Cuántos atentados en Francia se habían podido evitar si se hubieran mantenido las relaciones con los servicios secretos sirios?", se preguntó Le Pen.
Además, se comprometió a "acabar con los tratados europeos actuales", que aseguró que solo benefician a Alemania, y trabajar "con el resto de las naciones libres" para "construir una Europa nueva".
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