Luís I. Gómez muestra y denuncia el secuestro de la ciencia a manos de las ideologías, que impiden el desarrollo y progreso del país, quejándonos luego de las consecuencias.
Artículo de Desde el Exilio:
Cuando el otro día veía las pintadas en un centro universitario español, exigiendo la “liberación” de la universidad de las garras “feroces” de la empresarialidad opresora pensé: “efectivamente, todos vosotros seréis profesores universitarios, maestros o tertulianos” lo cual excluye per se innovación en la investigación, disrupción en la enseñanza y pluralidad de opiniones. Encapsular la univesidad frente al mundo real es una forma mas de suicidio lento pero efectivo. Como el proceso no es nuevo en España, no debería extrañar a nadie que nuestras universidades no sean referentes internacionales en prácticamente nada.
En países “normales” (vivo en Alemania) el mundo de los negocios y la ciencia cooperan profunda y exitosamente de diversas maneras y desde hace mucho tiempo. Destaco aquí los contratos de investigación, en virtud de los cuales las empresas proponen a los investigadores temas específicos de I+D. Varios miles de millones de euros se destinan cada año en Alemania a las universidades estatales y a las instituciones de investigación no universitarios. Una gran cantidad de dinero que la ciencia, en su necesidad crónica de financiación, recibe con entusiasmo. Miles de estudiantes universitarios que participan en esos trabajos se incorporan más tarde a las empresas para continuar su labor investigadora, esta vez recibiendo el sueldo que, según parece, los universitarios españoles repudian por “impuro”, mientras que los alemanes disfrutan en su envidiado bienestar.
El secuestro de la universidad española a manos de grupos militantes de ideología anticapitalista pone en peligro no sólo la financiación de la actividad innovadora en el país, sino la esencia misma de la libertad de investigación. Y a los anticapitalistas hemos de añadir los animalistas, los anti-nucleares o los anti-transgénicos, que no cejan en sus presiones y chantajes hacia quienes investigan o pretenden hacerlo en esos campos. Las violentas agresiones, en muchos casos, con que imponen su discurso estos grupos no dejan lugar a dudas: no les interesa el diálogo, no entienden qué es el debate de las ideas. Ignoran que una de las principales características de un centro universitario debería ser esa: la universidad es la arena del debate intelectual, sin censuras ni más límites que aquellos que la ética científica nos impone a todos.
La libertad de cátedra no puede ser amordazada por lo políticamente correcto, ni por ideologías de moda hoy que impiden el progreso para mañana. La relación universidad-mundo real no puede ser interrumpida en nombre de una ideología o una pasión.
Confío en que los científicos españoles se rebelen ante esta corriente liberticida. Algunos lo ven como misión imposible y se van. Luego les echamos de menos en casa.
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