Elentir analiza otro execrable ejemplo de dictadura del pensamiento único en la cuestión de la ideología de género.
Otra evidencia del feminismo radical (de tercera ola, que nada tiene que ver con la igualdad entre hombres y mujeres), que pretenden imponerse coactivamente.
Artículo de Contando Estrelas:
Una de las más odiosas costumbres del feminismo de género es presentarse a sí mismo como una ideología que nadie puede contradecir, bajo pena de ser acusado de “machismo”.
¿Adivinas por qué cada vez ven más y más machismo por todas partes?
Pero al feminismo de género ya no le llega con que no le contradigas. Ahora, el mero hecho de no considerarte feminista también te pone en su punto de mira, aunque seas mujer. Un ejemplo de esta actitud totalitaria lo podemos encontrar hoy en un artículo publicado por Icon, la “revista masculina” de El País. El artículo empieza sin dejar lugar a los rodeos: “Digámoslo de una vez: la mayoría somos machistas.” Y es que el concepto de machismo se amplía constantemente, a la par que el afán del feminismo de género por imponer sus dogmas a toda la sociedad.
Si no te sientes oprimida, el feminismo de género se va al garete
El artículo cita a un profesor universitario, que afirma lo siguiente: “Para no ser machista hay que dejar de serlo porque inicialmente ya lo somos”. Es decir, que de “la mayoría somos machistas” pasamos al todos los somos. El feminismo tiene la generosidad de recetarnos cómo hemos de liberarnos de ese estigma ideológico que él mismo nos ha colgado. Y por supuesto, no se conforma con que los demás nos convirtamos en perritos falderos de una ideología instalada en un permanente señalamiento de los hombres como opresores del sexo femenino, señalamiento que procede de la ocurrencia que tuvo la feminista radical Shulamith Firestone en 1970 de aplicar la tesis marxista de la lucha de clases al sexo. Si hay un número significativo de mujeres que no se sienten oprimidas por los hombres, entonces todo el tinglado de la ideología de género se va al garete.
Lo que quieren que creas: que todo hombre es un opresor
El caso es que la agresividad y la intolerancia del feminismo de género están provocando que cada vez más mujeres no se sientan identificadas con sus postulados. Digámoslo a las claras: muchas mujeres ven en los hombres a sus padres, hermanos, maridos, novios, vecinos… y no a sucios “opresores”. Esto es algo que el feminismo actual no puede consentir, pues esa normalidad cotidiana se aparta del objetivo feminista actual de hacer que las mujeres se sientan oprimidas por los hombres en cualquier ámbito de sus vidas. El País, por ejemplo, considera machista que una chica diga: “Mi novio me ayuda mucho en casa”. Que la relación de pareja sea enriquecedora para ambos, basada en la colaboración y la ayuda mútua, y que la mujer no se sienta oprimida por su compañero es algo que irrita a los propagandistas de la lucha de sexos.
Si crees en la igualdad y no te sientes feminista también te llaman machista
Pero el diario de PRISA no se queda ahí. Entre las afirmaciones femeninas que El País considera “machistas” sitúa la siguiente: “Yo no soy feminista, yo creo en la igualdad”. Hay que decir que afirmaciones como ésta las he escuchado yo muchas veces en boca de mujeres por una razón muy sencilla: ellas mismas están comprobando que el feminismo actual ya no lucha por la igualdad, sino por estigmatizar a los hombres. En base a eso se crean normas como la actual Ley de Violencia de Género, que establece penas distintas en función del sexo del condenado y que considera que la palabra de una mujer es prueba suficiente para someter a su pareja masculina a una total indefensión jurídica. Esta aberración jurídica propiciaba la presentación de denuncias falsas. Ante el aumento de las mismas tras la aprobación de la citada ley, el entonces Ministro de Justicia, el socialista Juan Fernando López Aguilar, dijo que era un “coste soportable”. Debió pensar eso porque hasta entonces no se había tenido que enfrentar él a esa indefensión. La paradoja es que él mismo acabó imputado mediante la ley que promovió, en un proceso en el que afirmó estar siendo falsamente acusado. Finalmente el Supremo archivó la denuncia contra él, mediante un auto que señaló la escasa credibilidad de las declaraciones incriminatorias de su mujer.
Si te acusan y te defiendes con argumentos, te llaman ‘violento’
Pero todo esto le importa un cuerno a las feministas. Lo que quieren es dividir a la sociedad en buenas (las feministas) y malos (todos los demás). Muestra de ello es lo que dice el profesor universitario al que El País cita: “Nunca se puede ser feminista por omisión, el no hacer es hacer mal porque estás permitiendo que se siga haciendo de la manera tradicional. La neutralidad no existe”. Es decir, que o te adhieres al feminismo de género, o te señalan como machista. Punto. Es más: ni siquiera les parece bien que la gente se defienda de sus ataques inquisitoriales. El País se queja de que “ante una llamada de atención por machismo, la reacción, sin meditación alguna, sea una defensa combatiente.” Dicho sea de otro modo: quieren que el acusado baje la cabeza y no se defienda. El diario cita a una periodista feminista para que no nos queden dudas: “Si una crítica que debería provocar una reflexión y una disculpa a quien se ha ofendido, lo que provoca es violencia y beligerancia es que es machista y no se tiene intención de modificar ese comportamiento“. Y sin el menor rubor, la periodista feminista apostilla: “El machismo tiene muy poca capacidad discursiva, por eso es tan violento”. Es resumidas cuentas: o te dejas acusar y linchar por el feminismo sin ofrecer ningún argumento para defenderte, o te acusarán de machista y de violento. Y la periodista aún se atreve a disertar sobre la “capacidad discursiva”, manda narices…
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