martes, 16 de mayo de 2017

¿Todo el mundo debería ser feminista?

Santiago Navajas analiza la cuestión de si todos debiéramos ser feministas.

Artículo de Voz Pópuli: 
¿Todo el mundo debería ser feminista?
¿Todo el mundo debería ser feminista? EFE
Están de moda las camisetas que son grafitis andantes. Mi favorita es “Discipline is not a dirty word” (““Disciplina” no es una palabra sucia”) de Ron Dorff. Igualmente me gusta otra que vestía un chico con la que me crucé y que rezaba “You only live once so think twice” (“Sólo vives una vez así que piensa un par”). Pero también me tropecé con un lema estampado que proclamaba “Todo el mundo debería ser feminista”.
Imaginemos un “Todo el mundo debería ser demócrata”. Empecemos por el final. Porque tipos de democracias hay varias. Demócrata fue Hitler, un abanderado de la “democracia orgánica”; demócrata fue Stalin, partidario de la “democracia popular”; demócrata fue Churchill, fan del peor sistema posible con excepción de todos los demás: la democracia liberal. Todos ellos grandes creyentes de que el poder reside en el pueblo y no en alguna divinidad trascendente. Y, sin embargo…
“Debería ser” implica una obligación de tipo moral y/o legal. Y, por tanto, una coacción. Si ya está mal que nos impongan la obligación legal de ponernos el cinturón de seguridad por parte de un inmoral paternalismo -”¡por vuestro bien!” dicen los salvíficos conservadores o los siempre bienintencionados socialdemócratas-, sería de un intolerable totalitarismo que además nos exigieran que aplaudamos las medidas que nos coaccionan, sin tener el más mínimo resquicio a la protesta razonada, ya que no a la desobediencia civil.
Pero si cabe es aún peor ese impostado universal de “Todo el mundo”. Hay un espacio donde el liberalismo es cada vez más relevante: la defensa del disenso, del “informe de la minoría”, del voto discrepante que rompe la unanimidad. En definitiva, de la mejor acepción de “amor a la sabiduría” que es, por definición, siempre individual, nunca colectiva. Como diría Nietzsche, si un “bien común” es una contradicción en los términos, una “creencia unánime” no es más que un cliché acomodaticio.
¿Todo el mundo debería ser feminista? Feminismos hay muchos, tantos como tipos de democracia. Y a una creencia se invita a través del razonamiento y la seducción argumentativa, no se impone mediante el matonismo social y el escrache sectario. Mucho menos se trata de que todo el mundo deba pensar igual. Hay feminismos tan nocivos que imitan al marxismo en su creencia en la “lucha de géneros”. Estamos en una época donde grupos “políticamente correctos” están capturando el monopolio del Estado para imponer sus creencias mediante la violencia del Ejecutivo. Por otra parte, vía homogeneización de la globalización, hay capas sociales donde es imposible encontrar un pensamiento original más allá de los eslóganes publicitarios. Aunque a los zombis les dé por vestirse de rosa o violeta, en zombis se quedan.
Si acaso, pidamos a Ron Dorff una camiseta que proclame “Feminismo no es una palabra sucia”. A ver si se pone de moda y el feminismo liberal, individualista y humanista vuelve a situar en primer plano la cara más razonable y amable de la reclamación por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres.

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