Patricia Malagón se hace eco de las declaraciones de los propietarios de pisos turísticos, y su rechazo (y las causas) de los planes liberticidas en distintas ciudades, como la de Madrid (Ahora Madrid-Podemos).
Artículo de Libre Mercado:
Manuela Carmena y Rita Maestre | EFE
Bajo el hasgtag #paremoselplan y una petición de firmas en Change.org, la asociación Madrid Aloja, que representa a varios gestores y propietarios de viviendas de alquiler turísticos (VUT), quiere lanzar un mensaje de rechazo y disconformidad contra la normativa que quiere aprobar el Ayuntamiento de Madrid este próximo otoño. El Consistorio, a través de su Plan Especial de Regulación del Uso de Hospedaje, busca que se puedan alquilar solo aquellas viviendas con acceso independiente (casas unifamiliares, básicamente), lo que supondría prohibir el 95% de los actuales pisos turísticos.
"Nos usan como cabeza de turco a los propietarios y gestores de las viviendas de uso turístico. Madrid solo tiene un 3% de vivienda de alquiler público, mientras que otras ciudades europeas tienen hasta un 30%. Para afrontar esto quieren que seamos los propietarios quienes ofrezcamos los pisos de acuerdo a sus intereses, acabando con la libre competencia", explica Felicísimo Rodríguez, portavoz de Madrid Aloja.
La CNMC ha vuelto a dar la razón a los propietarios de este tipo de viviendas. "No es algo nuevo, este organismo ya nos dio la razón anteriormente cuando se quiso limitar el alquiler vacacional a cinco días", comenta Rodríguez. El organismo asegura que la regulación aprobada o pendiente de aprobación en ciudades como Madrid, Barcelona, Bilbao y San Sebastián perjudican gravemente al consumidor.
"El conflicto con el Ayuntamiento surge porque ellos creen que somos una actividad económica, y no lo somos. Su intención es que si se alquila el piso más de 90 días al año se declare como actividad económica. Pero ni el alquiler de larga duración ni el de corta es una actividad económica. Además, esto no lo decimos nosotros. Hacienda es quien establece que no somos actividad económica", lamenta el portavoz.
Además, el plan del Consistorio podría tener consecuencias nefastas no solo para el alquiler turístico. "Si establecen que los pisos en los que se realice una actividad económica tienen que tener acceso independiente, supondría cerrar cualquier oficina que esté en un tercer piso, por ejemplo. Es una locura", alerta.
Desde Madrid Aloja lamentan que el Ayuntamiento busca legislar sin escuchar y sin intención alguna de negociar con los propietarios y gestores de las VUT. "Nosotros estamos abiertos a crear un marco regulatorio que mejore el servicio. Por ejemplo, que se establezca el número de personas que se puede albergar en función de los metros cuadrados que tiene el piso o que la propiedad cumpla unos requisitos para poder ser alquilado. Pero lo que no podemos tolerar es la prohibición que nos quieren imponer. Siempre que sea para dar más calidad a nuestro servicio, bienvenido".
Para poder alquilar un piso en Airbnb es necesario registrarse en la plataforma y subir un documento con las escrituras para demostrar que la propiedad pertenece al arrendador. Otra opción es que el piso lo lleve un gestor externo, lo cual exigiría subir también el contrato firmado con el gestor. Después de eso, no es necesario firmar ningún documento más con los inquilinos. "Sí que a veces, como es mi caso, firmamos un contrato privado para marcar algunas normas, pero al gestionarlo por la plataforma se entiende el acuerdo tácito", explica Rodríguez. Después, a la hora de tributar, se hace igual que con un alquiler normal de larga duración, a través de la Declaración de la Renta.
No impacta en los alquileres
Sobre el aumento de los precios del alquiler, desde Madrid Aloja explican que la vivienda turística no ha impactado tanto como dicen los políticos. "El número de VUT es de 10.000 en Madrid, esto es un 0,7% del total de las viviendas", explica la organización en un comunicado.
"Que suba el precio del alquiler se debe a muchos factores. El Ayuntamiento, cuando llegó al poder Ahora Madrid, paralizó la obra pública, eso influye en el precio porque hay más demanda y poca oferta. En Madrid, además, hay 100.000 casas vacías. Una de las razones es porque la regulación sobre alquileres nos deja desprotegidos. Si tú alquilas a larga duración y el inquilino no te paga, te cuesta mucho tiempo y dinero poder desalojarle. Además, las leyes que hay no fomentan el alquiler, lo dificultan. Esto es lo que hace subir el precio. Por el contrario, el impacto de las VUT, que seguro que lo ha habido, es muy pequeño.", explica Rodríguez.
En cuanto a la competencia hotelera, un estudio de Booking reflejó que los turistas valoran con mejor nota las viviendas de uso turístico que los hoteles. "En Madrid estaremos al 50%. Si se alquilan 1.000 habitaciones de hotel, nosotros alquilamos 1.000 pisos. Evidentemente, esto ha impactado en el lobby hotelero, que está interesado en que las prohibiciones salgan adelante".
Según Madrid Aloja, 10.000 empleados directos viven de las VUT. "En mi gestoría, por ejemplo, que es mediana, tengo 8 asalariados fijos y todos vivimos del alquiler turístico", explica Rodríguez. Además, considera que el tipo de turismo y consumo que realizan las personas que se alojan en pisos es diferente al de los hoteles. "Los inquilinos de VUT hacen uso de los negocios del barrio. Gastan dinero en las tiendas próximas y aportan riqueza al barrio", comenta el portavoz.
¿Conflictos vecinales?
Otra de las cuestiones que preocupan a los propietarios y gestores es la negativa imagen que se está transmitiendo a la opinión pública por parte de políticos y medios. "Los políticos dicen que somos grandes propietarios, cuando, en realidad, yo solo tengo un piso, el de soltero, que es el que alquilo. Somos pequeños propietarios", comenta. Además, pone en duda las quejas de las asociaciones de vecinos. "Nosotros nos reunimos con la asociación del Barrio de las Letras y no tenemos ningún problema con ellos. Sin embargo, con la asociación Letras-Sol sí porque son afines a Ahora Madrid. Pero ninguno de nosotros quiere llevarse mal con sus vecinos y siempre pedimos que se respeten las normas cívicas. En la mayor parte de los casos, son familias quienes alquilan nuestros pisos", añade.
Por último, el futuro, aunque preocupante, no lo ven tan negro como pudiera parecer. "En Europa, ya hubo una ola anti-VUT, pero cayó por su propio peso. Berlín aprendió del error de prohibir estos pisos y quitó las restricciones. En España, terminará pasando igual, aunque sí me asusta personalmente que se puedan cargar mi negocio de un plumazo", concluye Rodríguez.
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