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¿Quién acabó con la Segunda República y por qué durante mucho tiempo nadie se acordó de ella? Abro hilo: pic.twitter.com/CdqSxpVWHC— Díaz Villanueva (@diazvillanueva) 24 de agosto de 2018
La guerra civil estalló porque un grupo de generales conspiró contra la República. En 1936 levantaron al Ejército de África y se hicieron con un puñado de capitales de provincia.
No era el primer golpe de Estado que sufría la República. En 1932 se pronunció en Sevilla el general Sanjurjo pero el Ejército no le apoyó.
En 1933 los anarquistas de la CNT llamaron a la insurrección violenta en dos ocasiones para poner fin a la República, a la que consideraban burguesa y por tanto ilegítima.
El 4 de octubre de 1934 los comunistas y el PSOE organizaron un levantamiento armado en Asturias contra la República.
Dos días más tarde Lluís Companys, presidente de la Generalidad de Cataluña se rebeló contra la República proclamando el Estat Català.
En sus primeros cinco años de vida la República había sufrido cinco golpes de Estado. Durante la guerra la zona republicana padeció otros dos golpes más.
En 1937 los comunistas con apoyo soviético se hicieron con el Gobierno arrinconando o purgando a los disidentes. En Barcelona se produjeron graves enfrentamientos. Una guerra civil dentro de la guerra civil.
En 1939 el coronel Casado se rebeló contra el Gobierno de Negrín. Los republicanos volvieron a matarse entre ellos, esta vez en Madrid.
La República española fue una República sin republicanos. Nadie creyó en ella, ni siquiera los que la trajeron. A la izquierda le parecía demasiado burguesa, a la derecha demasiado revolucionaria.
En nueve años soportó ocho golpes de Estado, devastadoras huelgas revolucionarias y el acoso constante tanto desde fuera como desde dentro. Fue un juguete que rompieron tanto los que decían defenderla como los que querían mejorarla.
A su lado la restauración borbónica del 75 se ha traducido en cuatro décadas de paz, prosperidad y concordia que comenzaron con la reconciliación de los que se mataron durante la guerra. No es una opinión, es un hecho.
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