miércoles, 10 de julio de 2019

Predicciones: mejor que no se cumplan

Esta crónica data del 25 de febrero de 2001. Todas las aberraciones alarmistas que proyecta el informe de la ONU era lo que íbamos a encontrar en 2020. Por supuesto no ha ocurrido ni remótamente nada de ello (de hecho ha ocurrido lo contrario en gran medida). 

Es uno más de las decenas y decenas de informes (espectacularmente publicitados y empleados por políticos y lobbies que viven de ello) que pululan y surgen desde hace décadas. 

Alarmismo climático, catastrofismo, destrucción del mundo inminente...Hay que meter el miedo en el cuerpo. Los políticos son nuestros mesías que vienen a salvarnos de nosotros mismos, así que hay que obedecer sin rechistar a todo lo que digan. Hay que darles más dinero, hay que darles más parcelas de nuestras libertades, hay que dejarles que decidan por nosotros en todo, porque si no...MORIREMOS!! Y quién quiere morir? 
Y quien se niegue a someterse, quien ponga el dedo en la yaga mostrando sus reiteradas manipulaciones y errores, es un malvado que quiere que muramos todos..."un negacionista" (no es casualidad que empleen este término, que proviene de los que negaban la masacre judía por los nazis, para estigmatizar lo más posible a quien ponga en duda la propaganda transmitida día tras día). 


Y cuando no pasa nada se lanza otro para la década siguiente (la última, la de la congresista demócrata, Alexandria Ocasio, para la que el mundo se destruirá en 12 años si no hacemos algo urgente...). 

Y así desde mediados del siglo XX, pero cada vez peor, porque el dinero en juego es infinítamente superior, las subvenciones y financiación pública y ejército de relatores crece de manera progresiva generando un incentivo perverso cada vez mayor en apoyo del relato (financiación informes cuya financiación y puestos de trabajo de dicha área de trabajo e investigación -y su continuación- depende precisamente de que se de este alarmismo, propaganda pública institucional, publicidad institucional en medios privados necesitados de dicha financiación para subsistir en un sector en crisis, todo ello para bombardear y extender el interesado relato en las mentes). 

Y cuando pasa el periodo y nada ha ocurrido ni remotamente, no hay responsabilidades, ni arrepentimientos, ni farsa descubierta, ni despidos, ni devolución del dinero...se hace otro informe aún peor para 10 años después, y luego para 100 (para que la gente no piense mal y tenga siempre en el horizonte que nunca alcanzará el final del mundo). Y así sucesivamente. Pero siempre tiene que haber una creciente y constante alarma. Esa es la clave.

Paco Rego se hacía eco de dichas predicciones del informe de la ONU (la misma organización política que bombardea día sí y día también exactamente con el mismo mensaje sin cumplir año tras año fracasando estrepitósamente. 

Artículo de El Mundo: 

2020: El Mediterráneo sin playas

Y EL NORTE de España está salpicado de palmeras; la gente no lleva abrigo en invierno ante la subida de las temperaturas....Así será la vida si se cumple el informe de la ONU

Sentado sobre una esquina de su mesa, el profesor señala con un puntero láser dos mapas proyectados sobre la pared. Entre ambos, casi dos décadas de diferencia, el tiempo que han tardado en cumplirse los peores augurios predichos en el último informe de la ONU sobre cambio climático, allá por febrero de 2001.

En una de las cartas geográficas, actualizada a mediados de 2020, ya no queda rastro alguno de muchas de las playas bañadas por el Mediterráneo y del Atlántico. El nivel de sus aguas, como pronosticaba el Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), ha aumentado hasta cubrir gran parte de las costas europeas.Las olas de calor suben los termómetros por encima de los 40 grados.

Debido al incremento de las temperaturas (entre 1,4 y 5,8 grados centígrados), las zonas frías se han convertido en calientes y viceversa. En el norte de España el paisaje está salpicado de palmeras y la gente prescinde de los abrigos en el invierno.Los glaciares alpinos han desaparecido. Los pocos que quedan siguen en retroceso, lo que añadirá más agua a los océanos.

Pero la dilatación de los mares no es el único regalo envenenado que nos ha legado el efecto invernadero del siglo XX. El calentamiento de la atmósfera también ha disparado la tasa de evaporación marítima, contribuyendo a aumentar el número y la violencia de tormentas y huracanes, además de inducir otros desequilibrios meteorológicos.

Todo ello ha incidido sobre la alimentación, especialmente la agricultura, así como en la forma de vestir y planificar nuestras vacaciones.

Por desgracia, las predicciones hechas por los 3.000 científicos del IPCC han resistido bien el paso del tiempo. Uno de ellos advirtió: «Las consecuencias de este calentamiento las pagará toda la humanidad». Esto es lo que ocurre 20 años después de aquella alarma mundial que muchos prefirieron ignorar.

INUNDACIONES...LAS AGUAS SE TRAGAN LAS COSTAS... En los mapas del planeta se ve cada vez más agua. Casi 300 islas han ido a parar al fondo del Pacífico, engullidas por el aumento del nivel de los océanos. En Europa, los deltas del Rin, del Ebro y del Guadalquivir ya han desaparecido ahogados por la subida imparable de los mares. Amsterdam parece Venecia. Los efectos del calentamiento terrestre han desfigurado por completo la fisonomía de las costas. En Cádiz la subida del mar y la baja actividad de la corriente cálida del Golfo han convertido la provincia en un lugar permanentemente amenazado por lluvias torrenciales, inundaciones y riadas, dejando para el recuerdo cientos de kilómetros de playas paradisiacas. Algo similar a lo que ocurre en La Palma, Fuerteventura y Lanzarote.

Mucho más al norte, las condiciones son igual de duras. En Galicia, las islas Cíes y la de Ons han dejado de ser un paraíso ecológico del ocio. Sus orillas, a las que en otros tiempos llegaban cientos de embarcaciones cargadas de curiosos, han sido tragadas por las corrientes del Atlántico.

Al otro lado de la Península Ibérica, el Mediterráneo amenaza la supervivencia de algunas de sus islas, como Sicilia o Córcega donde miles de personas se enfrentan a una subida de las aguas que ha puesto en serio peligro sus recursos pesqueros y agrícolas.

...ENFERMEDADES...EL NUEVO MAL: EL ESTRÉS TÉRMICO...Tierra adentro, la neblina tóxica, que como un sudario cubre las grandes ciudades y asfixia los pulmones de sus gentes, continúa, 20 años después, fumigando con sus venenos el Viejo Continente.Hubo quienes dudaron de que esta lluvia ácida perdurase durante tanto tiempo. Pero, desgraciadamente, la mayoría de los pronósticos del Centro Nacional de Investigaciones Atmosféricas de EEUU no fallaron, ni tampoco los que hablaban de veranos más largos y extremadamente tórridos.

Esto ha provocado que algunas enfermedades tropicales, como la malaria o el cólera, hayan encontrado nuevas víctimas entre nosotros.Estaba escrito, como decía Félix Hernández, uno de los mayores expertos en cambio climático del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. A los hospitales llegan cada vez más casos de cánceres de piel, cataratas y tuberculosis, así como más gente con estrés térmico, lo que ha ayudado a engrosar las listas de mortandad entre la población.

La secuencia de inundaciones y sequías también ha favorecido la contaminación del agua potable con fertilizantes y lodos, contribuyendo a la propagación de infecciones. La mayoría de los casos se salda con vómitos y fuertes diarreas que, en ocasiones, termina con la vida de los afectados, especialmente si son ancianos o niños.

...TURISMO...NI A LA MONTAÑA NI A LA PLAYA
... El calentamiento de la Tierra ha enfriado mucho los ánimos de los turistas. Las playas mediterráneas y atlánticas, donde hace poco más de dos décadas recalaba la mayoría de los europeos y españoles, son hoy unos de los lugares elegidos por los insectos venidos de África. Arena, ya queda poca. Se la tragó el mar.En Torremolinos, en Huelva, en Benidorm... Un calco del vaticinio que, allá por 1999, hacía el climatólogo británico David Viner, de la Universidad de East Anglia (Reino Unido), en un informe para el Fondo Mundial de la Naturaleza.
Y todo porque el clima arrastra una grave avería en su sistema de calefacción que hace que las temperaturas se disparen y las costumbres cambien. El turismo de nieve, antaño una de las principales atracciones de invierno en Europa, es hoy escaso por el aumento de los deshielos.
Con el calor en alza, el mar también sube al ritmo de entre 4 y 10 centímetros por década. Y aunque parezca poco, es más que suficiente para que una gran parte de los ríos se vean afectados.Los nuestros ya ni siquiera se parecen a los que se ven en los libros. La evaporación ocasionada por las altas temperaturas, la contaminación y sobreexplotación de sus aguas para regadíos, ha mermado los cauces del Ebro, Duero y Tajo hasta convertirlos en ríos prácticamente muertos.

...ALIMENTOS1.600 MILLONES DE HAMBRIENTOS
... A mediodía, todas las televisiones abren sus informativos con una estremecedora noticia: 1.600 millones de personas en todo el mundo pasan hambre. Justo el doble de las que estaban en iguales condiciones a finales del siglo XX.
En esa época, la lluvia ácida ya había arrasado el 50% de los árboles en extensas regiones de Europa, el aire de las principales urbes alcanzaban niveles de contaminación intolerables y España perdía, por erosión, 1.000 millones de toneladas de tierra por año.

Hoy, recién entrado el 2020, casi la mitad del suelo fértil que aún queda en nuestro país está a punto de agotarse. Lo que concuerda con los temores de la asesora de Naciones Unidas, Teresa Mendizábal, quien hace dos décadas aseguraba que el 40% del territorio sufría la lepra de la tierra o desertificación. Los cereales, el maíz y los pastos, como ya preveían en aquellos años algunos estudios, se llevan la peor parte. Sobre todo en los países mediterráneos, donde las grandes extensiones de cultivos han sido invadidas por las megaciudades. Estos asentamientos, responsables de más del 80% de la reducción de la cubierta vegetal, han obligado a echar mano de las técnicas genéticas, con lo que se ha podido multiplicar las cosechas y compensar así la falta de terreno fértil. Es el triunfo definitivo de los campos transgénicos.

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