Michael Pettis sobre la crisis en China (que no ha hecho más que empezar) y el insostenible crecimiento actual de su economía, y que si bien se están moviendo ahora en la dirección correcta, no a la velocidad necesaria.
Aunque por otra parte, no comparto su análisis sobre Alemania.
Artículo de El Confidencial:
"Para China, la crisis internacional no sólo no ha terminado, sino que apenas acaba de empezar. Eso es lo que piensa Michael Pettis, un prestigioso profesor de la Universidad de Pekín que considera que el gigante asiático está empezando su proceso de ajuste y que las actuales cifras de crecimiento económico son insostenibles. “China está ahora comenzando su parte de la crisis”, explica a El Confidencial. “La gente solía sorprenderse cuando decía que China sería el último en salir de la crisis, pero creo que ya no”.
En un momento en el que Estados Unidos y Europa parecen haber recuperado la senda del crecimiento, China no es el único país sobre el que han planeado dudas en los últimos meses. Muchas de las economías emergentes, como Argentina, Brasil, India o Turquía, han comenzado el año 2014 con problemas en el sector financiero y preocupaciones por sus burbujas inmobiliarias.
“Ya ha pasado antes que los países en vías de desarrollo experimentan la crisis algunos años después que el mundo desarrollado”, explica Michael Pettis en referencia a los años 70. “Eso es lo que estamos viendo ahora en el mundo en vías de desarrollo, estamos viendo problemas importantes en países como Brasil. Y van a continuar durante algunos años más”, concluye Pettis, quien se refiere a este período como la tercera fase de la crisis global, después de la quiebra de Lehman Brothers en Estados Unidos y de la crisis de deuda en Europa.
A diferencia de otros economistas occidentales, Michael Pettis siempre ha tenido un ojo puesto en los países del Sur. Nacido en 1958 en la ciudad de Zaragoza, donde su padre trabajó en la construcción del aeropuerto, este estadounidense creció en países tan distintos como España, Perú y Pakistán.
Durante los 80 y 90 trabajó en Wall Street, donde se especializó en comercio, finanzas corporativas y mercados de capitales. Durante los siguientes años asesoró a los gobiernos de México, Macedonia y Corea del Sur en la privatización de sus sistemas bancarios y sus deudas soberanas, completando así un perfil que ha sido global desde la infancia.
El largo aterrizaje del gigante
Pettis también ha destacado por ir contra corriente y hacer predicciones arriesgadas. En 1998, tres años antes del desastre económico en Argentina, este entonces director regional de la firma de inversión Bear Stearns ya había alertado sobre los riesgos de la economía sudamericana. Pocos le hicieron caso entonces. También durante los últimos años sus análisis sobre la economía china han sido tachados de alarmistas, aunque con el paso del tiempo algunas de esas tendencias se han convertido en realidad y han ido ganando adeptos en los círculos económicos occidentales.
Sus actuales previsiones de crecimiento para el gigante asiático causan también hoy sudores fríos entre inversores, economistas y políticos. Su teoría es que el país no vivirá, como se ha especulado en los últimos tiempos, ni un aterrizaje brusco ni un aterrizaje suave, sino un aterrizaje largo (long landing): crecimientos en torno al 3% y 4% que se mantendrán de forma estable durante años.
“Creo que actualmente en China la mayoría de la gente sabe cuáles son los problemas y cómo de difícil va a ser el ajuste”, explica Pettis. “La mayoría de los economistas está de acuerdo en que el ajuste va a requerir de un crecimiento mucho menor. No necesariamente coinciden con mis números de entre un 3% - 4%, pero casi todo el mundo está de acuerdo en que la actual cifra del 7,5% es demasiado alta”, afirma en relación a las previsiones de crecimiento del PIB para el 2014 realizadas por el primer ministro Li Keqiang, que de alcanzarse sería la cifra más baja desde 1990.
Desde que llegó al país asiático en 2002, Michael Pettis se ha convertido en una de las voces más respetadas sobre el presente y el futuro de la economía china. Además de sus clases en la universidad y sus publicaciones en revistas académicas, el estadounidense se ha hecho famoso por su frecuente presencia en medios de comunicación como The Economist, BBC, Foreign Policy o Financial Times. Su blog, donde todas las semanas publica largos y detallados análisis sobre el estado de la economía china y el contexto internacional, se ha convertido en lectura imprescindible para los interesados en las finanzas del gigante asiático. “Michael Pettis ha sido muy influyente en la visión de la economía china que se ha tenido fuera del gigante, entre los inversores y entre los comentadores occidentales”, explica a El Confidencial Bill Bishop, un famosos analista económico y político con residencia en Pekín, quien añade que muchas de sus actuales advertencias han sido durante años compartidas por economistas chinos.
La bandera china sobre el Río Pearl cerca de unos edificios en construcción en Guangzhou (Reuters).
“No es sostenible, como España en 2008”
Pettis, quien todavía tiene familia en Málaga, no duda en comparar la actual situación de China con la de España en 2008. El país asiático todavía crece a ritmos saludables, el desempleo está bajo control y las deudas (al menos en porcentaje del PIB) no parecen demasiado elevadas. Detrás de todo eso, sin embargo, se encuentra un modelo basado en la inversión que ha provocado un importante incremento de la deuda pública, especialmente entre los gobiernos locales. “Es difícil conseguir números exactos sobre la deuda, pero todas las indicaciones sugieren que deberíamos estar muy preocupados. Los niveles de deuda son sumamente elevados, y lo que es más importante, están creciendo a toda velocidad”, explica Pettis. “El crecimiento de China ha pasado a depender por completo de un mayor incremento en su deuda. Por supuesto, eso no es sostenible, como vimos en España antes de la crisis”.
La excesiva inversión en infraestructuras estaría detrás de este gran desequilibrio de la economía china. Durante los últimos 35 años, el país se ha embarcado en un gigantesco proceso de construcción de puentes, carreteras, aeropuertos, congresos y viviendas. El modelo le ha servido para experimentar uno de los mayores crecimientos económicos de la historia, pero ha llegado un momento en el que esa inversión ha dejado de ser rentable.
“Hace 30 años, China necesitaba desesperadamente de infraestructuras, pero las construyó tan rápido que en algún momento de los años 90 o de la última década probablemente tenía más que suficiente para su nivel de desarrollo; sin embargo, siguieron construyendo”, explica este economista. El resultado, además de la deuda, es una enorme burbuja inmobiliaria. En comparación con los ingresos de los ciudadanos, China es probablemente el país con los precios de la vivienda más elevados del planeta. “Siempre que las tasas de interés son demasiado bajas y que el crédito se expande demasiado rápido, tiendes a tener una burbuja en el sector inmobiliario. Una vez más, recuerda España”.
El fenómeno se ha visto favorecido en China por el fácil acceso al capital y lo barato de la mano de obra. Además, los gobiernos locales, necesitados de atraer a las grandes multinacionales, de incrementar los números de PIB y de crear puestos de trabajo, tampoco han dudado en financiar sus gastos a través de la venta de tierra y de grandes proyectos de infraestructuras. “Siempre puedes crear puestos de trabajo construyendo otro aeropuerto, construyendo otro puente, construyendo otra súper autopista”, reflexiona Michael Pettis. “Los gobiernos locales no están controlados en su habilidad para gastar dinero y tienen unos muy fuertes incentivos para seguir invirtiendo”.
Un hombre camina con una mascarilla por el distrito financiero de Shangái (Reuters).
La trampa de la sobreinversión
China no es ni mucho menos el primer país en caer en esta trampa de la sobreinversión. Michael Pettis, un “fanático” de la historia económica mundial, encuentra preocupantes ejemplos en tres continentes y épocas distintas: la Unión Soviética en los años 60, Brasil en los 70 y Japón en los 80. “Todos los países que han vivido un milagro económico impulsado por la inversión han alcanzado un punto donde comienzan a sobreinvertir masivamente”, dice Pettis. “Estos países siempre cambiaron (su modelo económico) demasiado tarde, y siempre lo hicieron cuando se produjo un enorme incremento en la deuda”.
A pesar de esos temores, Pettis es de los optimistas en cuanto a la capacidad de China para gestionar su transformación económica. En el año 2013, el sector servicios sobrepasó por primera vez al sector industrial; al mismo tiempo, el país se ha convertido en el segundo consumidor del planeta, otra muestra más de que el cambio de modelo está en marcha. “Nos estamos moviendo en la dirección correcta, pero tal vez no lo suficientemente rápido”, dice Pettis. Este profesor estadounidense, que descarta una crisis bancaria en China debido al control del Gobierno sobre la economía, tampoco piensa que el ajuste de China va a traer dramáticas consecuencias a las finanzas mundiales. “La influencia en la economía global va a ser grande, pero no necesariamente mala”, dice Pettis. Si China consigue reducir las inversiones y las exportaciones y aumentar los ingresos de los ciudadanos de a pie, los consumidores chinos pueden convertirse en un nuevo motor económico, añadiendo una demanda muy necesaria a la economía global. También saldrán beneficiados los países que dependen de las exportaciones, como por ejemplo México, quienes encontrarán mayores oportunidades de negocio gracias a la menor importancia de las manufacturas en China.
Los perdedores de ese ajuste, sin embargo, serán los países que dependen de materias primas industriales como el acero, el cobre o el zinc, que en los últimos meses ya han visto descender sus precios. “Países como Brasil, Perú, Chile o Australia sufrirán mucho con el desaceleramiento de China”, explica Pettis.
Un trabajador corta acero en una fábrica en Dalian (Reuters).
El escollo: la resistencia de las élites políticas
Pero para llevar a cabo de forma ordenada esos ajustes, y para conseguir ese cambio de modelo sin que se produzcan tensiones políticas y sociales en China, el Gobierno necesita enfrentarse a aquellos grupos que se han hecho fuertes con el actual sistema económico. “Los economistas hoy comprenden bastante bien que China tiene que cambiar su modelo de crecimiento, pero la dificultad, y esto es algo ampliamente reconocido, es la resistencia de las elites políticas”, dice Pettis. Junto a ellas están las empresas estatales, los gobiernos locales, el sector del comercio y provincias exportadoras como Zhejiang o Guangdong. Básicamente, todos los grupos que se han enriquecido gracias al fácil acceso al capital, a los bajos salarios y a la devaluación del yuan. “La clave está en si el nuevo presidente Xi Jinping puede consolidar su poder suficientemente rápido (algo a lo que ha dedicado el último año) para poder forzar y aprobar las reformas necesarias”.
Además de por sus análisis económicos, Michael Pettis también es conocido en Pekín por su promoción del rock and roll y la música alternativa china. En 2006 abrió la sala de conciertos D-22 y un año después creó la discográfica Maybe Mars, dos de los buques insignias de la escena underground pequinesa durante los últimos años. Si durante el día da clases en la Universidad de Pekín e imparte conferencias sobre finanzas internacionales, por las noches es mucho más fácil encontrárselo en un concierto de rock and roll hablando con alguna de las bandas de moda de la capital china.
“El gran problema es Alemania, el país que destruyó el euro”
Tal vez esa pasión por la música independiente ha prendido en algunos de sus provocativos análisis económicos. Para él, no sólo se espera tormenta en los próximos años en los países en vías de desarrollo, sino que Europa todavía no ha acabado su parte del ajuste. “Honestamente, el gran problema es Alemania. Para mí, Alemania es el país que destruyó el euro. Y hasta que los alemanes comprendan esto y decidan reflotar la demanda doméstica no hay solución para otros países europeos”, explica Pettis al analizar los desequilibrios entre oferta y demanda dentro de la UE y las consecuencias que han traído para países como España. “La gente en España ni siquiera habla seriamente de abandonar el euro. Sin embargo, en algún momento se van a dar cuenta de que tienen que hacerlo, y se darán cuenta de que será mucho mejor para España”, concluye aventurando la ruptura del euro, algo que ya pronosticó hace casi diez años y de lo que sigue convencido.
Frente al moderado optimismo que reina hoy en Washington y Bruselas, Pettis considera que los desequilibrios mundiales todavía son demasiado grandes. En su más reciente libro, The Great Rebalancing: Trade, Conflict, and the Perilous Road Ahead for the World Economy, este economista explica como el anterior equilibrio global estaba basado en países que producían mucho (como China y Alemania) y en otros que consumían mucho (Estados Unidos o España, entre otras naciones desarrolladas). “Pero con la crisis, esa explosión del consumo se frenó, y no ha habido un incremento equivalente en el consumo en Alemania y China. Así que el mundo está produciendo muchísimo más de lo que puede absorber”. También aquí el rol de China será fundamental en los próximos años: su sector de las manufacturas y otras grandes industrias están sobredimensionados y ha llegado el momento de reducir su peso en la economía.
Es por eso que, frente al optimismo creciente, Pettis todavía piensa que a la economía global le espera un largo y tortuoso camino hasta encontrar la recuperación. Una vez más, el profesor estadounidense tira de historia para explicar la situación actual. “¿Recuerdas al presidente Herbert Hoover en 1931?”, pregunta Pettis. En aquel momento, después del crack de 1929, el presidente estadounidense afirmó que “ya hemos pasado lo peor”. Los medios le atribuyeron también otra frase de esperanza: “la prosperidad está a la vuelta de la esquina”. La realidad es que la economía estadounidense siguió empeorando durante los siguientes años y que el crack del 29 tan sólo fue el comienzo de una década de depresión. Para Pettis, la comparación es relevante con el año 2014. “En ocasiones hay períodos de optimismo, pero eso no significa nada”. "
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