miércoles, 1 de febrero de 2017

El FMI y la escopeta de feria

Daniel Lacalle analiza los reiterados y graves errores del Fondo Monetario Internacional, tanto a nivel de predicciones, como de recomendaciones y resultado de las mismas.
Artículo de El Español:
I was always so plastered, so if what you say is true looks like I'm fake just like you” Nikki Sixx
Se acaba de publicar otro informe del Fondo Monetario Internacional que, como todos, tiene aspectos muy interesantes. Reconoce la “impresionante recuperación” y, como siempre, hace una serie de recomendaciones que no sorprenderán a nadie. Subir impuestos, sin hacer una sola mención al exceso de gasto o a las subvenciones.
Los informes del FMI serían extremadamente interesantes y muy validos si no incorporasen predicciones de ciencia ficción y, sobre todo, recomendaciones que no funcionan. Porque siempre infraestima los desequilibrios estatales, y suele ofrecer recetas que atacan al crecimiento y aumentan los desequilibrios.
Recordemos:
Marzo de 2007. “El Fondo Monetario Internacional (FMI), en su informe sobre la economía española, estima que el Producto Interior Bruto crecerá en torno al 3,5% en 2007 y 2008. Alaba el creciente ritmo del crecimiento del producto interior bruto, la creación de empleo, la recuperación de la productividad y la moderación gradual de la inflación”.
CrisisWhat CrisisBubbleNo Bubble.
Mayo 2008. “El Fondo Monetario Internacional pronostica que el PIB español sufrirá una contracción del 0,2% en 2009”. Fue una caída del 3,6%.
Mayo de 2010. La crisis en España ya no era una sorpresa y el desastre económico, incuestionable. Informe del FMI: “Las perspectivas de la economía española son de un crecimiento frágil en los próximos meses”, vaticinaba el organismo. En 2011, el PIB caía un 1%.
Todo el mundo se puede equivocar, pero el historial de errores de los organismos internacionales es simplemente alucinante (lean) y sus recomendaciones casi nunca toman en cuenta los enormes desequilibrios que se han generado antes.
El FMI debería empezar su informe sobre España reconociendo que se ha equivocado antes y después de la crisis. Y que ha tenido que revisar al alza las estimaciones de crecimiento en más del 100% en algunos años, desde 2012, “a pesar” de que no se ha hecho lo que pedían. Gracias a ello, más bien.
A cualquier economista le gustaría leer estos informes sin enfadarse, sin que sea siempre un asalto al bolsillo de los ciudadanos lo que se propone y una bomba de flotación a la libertad económica. Pero, sobre todo, nos gustaría leer alguna vez recomendar que los ajustes se hagan en el gasto inútil. Que no aplaudan sistemáticamente todas las burbujas y que nunca hayan identificado una crisis en ciernes.
Porque lo más interesante del FMI no son sus predicciones y recomendaciones, sino los excelentes análisis de la realidad empírica. Fíjense, por ejemplo, como siempre recomiendan subir impuestos y luego, cuando analizan la realidad de más de 170 casos en 15 países durante treinta años, concluyen que las subidas de impuestos tienen un efecto negativo en el crecimiento. Demuestran que un recorte de gasto del 1% no tiene impacto en el crecimiento, mientras que aumentos de impuestos del 1% reducen el ritmo de crecimiento de PIB en 1,3% en dos años.
Curioso ¿no? Recomiendan mantener los desequilibrios del sector público en la inmensa mayoría de los casos, y subir impuestos, y sin embargo tienen la evidencia de que no funciona ni ha funcionado en los últimos treinta años.
El Fondo Monetario Internacional sufre del sesgo de confirmación y las estimaciones diplomáticas que explicamos en esta columna, como tantos otros analistas y organismos, pero a ello se añade la altísima tolerancia que tiene ante desequilibrios causados por burbujas.
El Fondo Monetario suele responder a todas las crisis, que previamente no había identificado, de la siguiente manera:
- Aceptando las medidas de los gobiernos y bancos centrales sin analizar los incentivos perversos y -casi siempre- ignorando los riesgos de extrema liquidez e ingresos fiscales insostenibles (como ocurrió con los 40.000 millones de euros anuales claramente burbujeros del boom del ladrillo español).
- Recomendando unas supuestas liberalizaciones y planes de austeridad que, o no se han llevado a cabo para nada, o se han dirigido a sostener a toda costa las estructuras estatales hipertrofiadas.
- Equivocándose casi siempre en las estimaciones. Menos de un 29% de acierto, según Ned Davis.
- Y terminan pidiendo perdón por “no haber estimado correctamente” los efectos, eso sí, recomendando… Lo han adivinado: subir impuestos y endeudarse.
La excesiva diplomacia con los desequilibrios estatales se traduce en que el Fondo Monetario Internacional pone el mayor acento sobre reformas que raramente inciden en el exceso de gasto político, y sin embargo asume que subidas de impuestos indirectos y recortes de prestaciones no tienen impacto en las decisiones de los agentes económicos. Me permiten ustedes que diga “raramente” y “casi nunca” por si encuentran un caso, pero yo no lo recuerdo.
Pero, desde el punto de vista de recomendaciones, sorprende que mantenga la política de “café para todos”. La falta de detalle en analizar los elementos específicos de las economías les lleva a recomendar lo mismo a todos, siempre.  Olvidando elementos tan importantes como la estructura empresarial, el envejecimiento o crecimiento de la población o el esfuerzo fiscal, que parecen “anomalías” irrelevantes en lo que luego es su recomendación.
Parece, a veces, que los miembros del FMI que recomiendan y predicen estuvieran aislados de los cientos de analistas e informes que publican con un análisis de verdadera calidad y mucho más enfocado de la realidad.  
Si hay algo que los ciudadanos españoles pueden agradecer, es que en los últimos años no se haya hecho lo que recomendaba el FMI. Si se hubiera llevado a cabo el recorte de pensiones, prestaciones y aumentos de impuestos recomendados (muy superiores a los que se han dado), la economía española estaría hoy mucho peor de lo que hemos conseguido todos los españoles con nuestro esfuerzo.
El FMI necesita ganar urgentemente credibilidad, y debe venir de unas estimaciones menos diplomáticas, y un análisis mucho más detallado de la realidad para hacer recomendaciones que incidan menos en cubrir y perpetuar los desequilibrios para que la deuda se pague, y más en fortalecer a las economías para que esa deuda no solo se pague, sino que el país crezca más.

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