Juan Rallo analiza exponiendo razones y ejemplificando cómo al contrario de lo que algunos dicen, el capitalismo no beneficia a las grandes empresas (eso en todo caso lo hace el corporativismo vía Estado) sino a aquéllas que mejor satisfacen y se adaptan a las necesidades del consumidor.
Artículo de su página personal:
Kodak, Nokia, Blockbuster, Toys ‘R’ Us: todas ellas parecieron durante décadas empresas imbatibles y absolutamente dominantes en sus respectivos mercados. Hoy, en cambio, o han sido absorbidas por otras compañías o se han declarado en bancarrota. La última ha sido Toys ‘R’ Us, los emblemáticos grandes almacenes de juguetes que concentraron durante décadas las demandan de padres y niños de medio globo. En contra de lo que suele afirmarse, el capitalismo no es un sistema económico que privilegie a las empresas grandes: el capitalismo es un sistema económico que expone a todas las empresas —grandes, medianas y pequeñas— a un proceso continuado de competencia orientado a la satisfacción de las necesidades del consumidor. Y, en consecuencia, sólo aquellas compañías capaces de satisfacer en cada momento las necesidades de los consumidores de la mejor manera posible son las únicas que terminan sobreviviendo a tal proceso competitivo, sea cual fuere su tamaño de partida.
Por ello, Kodak sucumbió ante la aparición de las cámaras fotográficas digitales: no supo adaptar su modelo de negocio a los nuevos productos que sus competidores habían comenzado a ofrecer mejor de lo que lo hacía la propia Kodak. Por ello, Nokia sucumbió ante la llegada de los smartphones: la multinacional finesa, que dominó la comercialización mundial de teléfonos móviles de primera generación durante 13 años, no fue capaz de batir en estándares de calidad y funcionalidad las nuevas terminales ofertadas por otros fabricantes como Apple. Por ello, Blockbuster sucumbió ante la llegada de la televisión por streaming: el surgimiento de estos servicios volvió totalmente absurdo tener que acudir a los videoclubs para alquilar películas, concentrando la demanda doméstica de ocio en otros proveedores como Netflix (al que, por cierto, la propia Blockbuster había tenido la opción de adquirir años antes por el módico precio de 50 millones de dólares). Y por ello, en suma, Toys ‘R’ Us ha sucumbido ante la distribución online, esto es, ante la aparición de nuevas fórmulas de comercialización de bienes y servicios: el empuje de Amazon ha vuelto obsoleta la fórmula de grandes almacenes ultraespecializados del otrora gigante estadounidense. En definitiva: o te adaptas a los cambiantes gustos de los consumidores y a las nuevas tecnologías disponibles para satisfacer tales gustos… u otros lo harán por ti y te desplazarán. La única garantía de supervivencia en el capitalismo no es el tamaño, sino la superior eficiencia para servir a los consumidores.
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