lunes, 23 de octubre de 2017

Steven Pinker: "Los progresistas detestan el progreso"

Una excelente entrevista a uno de los grandes intelectuales del mundo actual, Steven Pinker (célebre por su best seller "La tabla Rasa"): 


Artículo de El Mundo

Rescato algunas citas interesantes: 

"-soy un defensor de los valores de la Ilustración: la razón, la ciencia, el progreso y el humanismo.

-yo me centro en las ideas que han hecho posible el progreso, que identifico claramente con las ideas de la Ilustración. También analizo las fuerzas que niegan el progreso: el nacionalismo, el populismo, la religión, la hostilidad de los intelectuales hacia las ciencias... Y amenazas existenciales, como el terrorismo.

-Las instituciones democráticas liberales han sido determinantes en el impresionante progreso de la condición humana. Y esto no se dice lo suficiente. La cultura política e intelectual lo oculta.
¿Por qué?
Porque los progresistas detestan el progreso. Hoy lo que define la percepción del mundo son los titulares y las anécdotas en lugar de los datos y las tendencias. Y además hay una equiparación absurda entre el pesimismo y la sofisticación. [...]  un pesimista parece que quiere ayudarte; un optimista, venderte algo. [...] Nos interesan más las noticias malas que las buenas.
-Hay otro factor que contribuye al pesimismo colectivo: la ilusión cognitiva. Las cosas malas suelen ocurrir de golpe: un atentado, por ejemplo. En cambio, las cosas buenas, como el aumento de la esperanza de vida o el descenso en la criminalidad, se producen lentamente, porcentaje a porcentaje.
-la desigualdad no es un elemento determinante del bienestar. Lo que es determinante es la pobreza. La cuestión no es si todos tenemos lo mismo, sino si todos tenemos lo suficiente. Siempre puedes lograr que una sociedad sea más igualitaria quemando la riqueza de la mitad más rica de la población. Pero eso no convierte a la otra mitad en más próspera. Históricamente, las fuerzas más eficaces en la generación de igualdad económica han sido las guerras, las epidemias, el colapso del Estado y las revoluciones violentas.
-¿Y cuál es la explicación del estado de malestar de la juventud? ¿Es la cara b del estado del bienestar?
En parte. En mi libro reproduzco un monólogo del comediante americano Louis C.K., en el que dice: "¿Te quejas de que tu avión se ha retrasado 40 minutos? ¿Lo calificas como el peor día de tu vida? ¿Y luego qué ocurrió? ¿Te pusiste a volar por el aire como un pájaro? ¿Estabas sentado en medio del cielo, como un dios griego? ¿Y luego qué? ¿Tu avión aterrizó suavemente gracias a unas ruedas que ni siquiera sabes cómo se inflaron?" Damos por hecho las comodidades de presente como si fueran inevitables. No lo son.
-Todo parte, entonces, de una incomprensión básica del estado natural de las cosas
El estado natural del universo es que la cosas se caigan a pedazos. No podemos esperar facilidades, suficiente comida, casas cómodas. Al contrario: miseria y caos. Tampoco la misión de la evolución es convertirnos en hombres y mujeres felices. Lo natural es una lucha entre organismos: unos queremos comernos a otros; otros quieren evitar ser comidos, y los terceros -las enfermedades- quieren matarnos a todos. Lo increíble es que hayamos logrado prosperar mediante la aplicación acumulada del ingenio humano. Pero la gente quiere creer que la riqueza y la felicidad son el estado natural de las cosas. Y cuando no las obtienen buscan culpables.
-Los demagogos y muchos intelectuales insisten en que las personas sólo tenemos una identidad. No es cierto. La psicología humana admite muchas identidades solapadas... Lo cierto es que el papel de los intelectuales ante el nacionalismo es deprimente. [...] El problema es que reúnen todos sus recursos intelectuales para empujar una idea hasta el extremo. En el libro analizo la triste historia de los intelectuales que han servido a déspotas totalitarios. Mark Lilla también ha escrito sobre el tema en The Reckless Mind. Pero el primero en señalar este fenómeno fue Julien Benda en La traición de los intelectuales. No hay un solo dictador del siglo XX que no haya contado con una corte de intelectuales.
-Hablemos de los medios. Tenemos un ecosistema mediático fragmentado y polarizado, en el que proliferan las noticias falsas. ¿Cómo afecta esto a la capacidad de los votantes para tomar decisiones racionales y sensatas?
Ya había mucha desinformación en los viejos días de los periódicos de papel. Los hechos que desembocaron en la Primera Guerra Mundial, en Vietnam, en la Guerra de Irak... Muchos intelectuales creían que la Unión Soviética de Stalin o la China de Mao eran éxitos. Teorías conspirativas, rumores virales, fake news y libelos como los Protocolos de los sabios de Sion son propios de todas las épocas.
-¿Cuánto nos importa que nos mientan?
No nos gusta que nos mientan. Pero la gente relaja sus estándares de exigencia, a veces a cero, cuando se trata de afirmaciones que refuerzan la virtud de su grupo y demonizan a sus enemigos. 
-Tiene usted un gráfico que muestra que las noticias son cada vez más negativas a pesar de que el mundo va cada vez mejor.
Como dijo Max Roser, los periódicos podrían titular: "37.000 personas salieron de la pobreza ayer, y cada día de los últimos 30 años". Pero jamás lo hacen. El resultado es que la gente cree que la pobreza mundial ha crecido cuando ha caído de forma drástica."

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