Un análisis del separatismo en Cataluña y su evolución a partir del 2005, desde que se realizan trabajos demoscópicos.
Artículo de Libre Mercado:
El apoyo al 1-O no supera el 9-N ni las autonómicas de 2015 | EFE
El miedo a que Cataluña se separe de España se ha disparado. Cada vez son más los analistas que recomiendan huir del ruido que está generado la crisis institucional desatada por el 1-O. Otros se hacen una pregunta cada vez más recurrente entre los inversores: ¿Cuántos catalanes están a favor de la secesión?
Artículo de Libre Mercado:
El apoyo al 1-O no supera el 9-N ni las autonómicas de 2015 | EFE
El miedo a que Cataluña se separe de España se ha disparado. Cada vez son más los analistas que recomiendan huir del ruido que está generado la crisis institucional desatada por el 1-O. Otros se hacen una pregunta cada vez más recurrente entre los inversores: ¿Cuántos catalanes están a favor de la secesión?
La Generalidad lleva más de una década preguntando sobre esta misma cuestión a través de los trabajos demoscópicos que elabora y divulga el Centro de Estudios de Opinión, un ente público, dependiente del gobierno catalán, que tiene el encargo de realizar encuestas, sondeos y trabajos similares.
En 2005, cuando se publicó por primera vez el Barómetro de Opinión Política, apenas un 12,9% de los catalanes se manifestaba partidario de la secesión. Hoy, ese porcentaje es claramente superior y llega al 34,7%. Pero sería un error pensar que el separatismo ha experimentado un crecimiento ininterrumpido. De hecho, los niveles de apoyo al soberanismo observados en 2017 son los más bajos en cinco años.
Vayamos año por año. En 2006, en pleno debate sobre el Estatuto de Cataluña, el apoyo a una Cataluña independiente solo llegaba al 14,9%. Era un aumento de dos puntos frente a los niveles de 2005, pero en cualquier caso seguíamos hablando de porcentajes reducidos. Algo similar se puede decir del resultado observado en 2007 y 2008, cuando la independencia apenas seducía al 16,9% y al 17,6% de los catalanes.
En 2009 y 2010 se mantuvo la misma tendencia: avance lento pero silencioso del independentismo. Para ser precisos, en 2009 vemos que sube al 20,9% el porcentaje de catalanes que aboga por separarse de España, mientras que en 2010 se da una nueva subida, hasta llegar al 21,5%. En 2011 y 2012 volvieron a producirse nuevos aumentos: 25,5% y 28,7%.
Pero la tendencia se acelera en los años que siguen. En 2013, el apoyo a la independencia se dispara de forma espectacular, hasta alcanzar el 47%. Un año después, en 2014, la consulta ilegal del 9-N permite mantener la tensión soberanista, con un 45,3% de los catalanes a favor de la secesión. La agenda separatista tocó techo con Artur Mas al frente de la Generalidad, pero la situación vuelve a cambiar entre 2015 y 2017.
De entrada, las elecciones autonómicas de 2015 coinciden con una notable caída del respaldo social al independentismo. Según las encuestas de la Generalidad, la opción secesionista seducía entonces al 37,6% de los catalanes. Un año después, en 2016, este porcentaje había experimentado un cierto repunte, hasta alcanzar el 41,6%. Pero el último sondeo disponible, elaborado en el segundo trimestre de 2017, apunta que el apoyo a la causa ha vuelto a bajar, alcanzando su nivel más bajo en un lustro, con un respaldo del 34,7%.
Traducir en votos ese porcentaje del 34,7% supondría que 1,9 millones de personas están a favor de la independencia de Cataluña. Estos niveles no están lejos del 37% del censo que, según la Generalidad, habría votado a favor de la independencia en el referéndum ilegal del pasado 1 de octubre. Esta vez, el gobierno catalán habla de algo más de 2 millones de papeletas a favor del "sí", aunque conviene tomar con pinzas cualquier dato sobre la consulta, a tenor de las múltiples irregularidades que terminaron convirtiendo la votación en una auténtica farsa.
¿Y si nos vamos a la consulta del 9 de noviembre de 2014? Una vez más, estamos hablando de una votación ilegal que, por descontado, no contó con las garantías democráticas pertinentes. No obstante, si tomamos como válidos los datos que emitió entonces la Generalidad, volvemos de nuevo a lo mismo: el respaldo a la independencia volvió a situarse en el entorno de los 2 millones de personas (para ser precisos, el gobierno catalán habló de 1,9 millones de votos).
De hecho, estos datos no están muy lejos de anteriores citas con las urnas . Por ejemplo, en las elecciones autonómicas de 2015, la lista independentista de CDC y ERC, Junts pel Sí, logró 1,6 millones de votos, mientras que la CUP se anotó cerca de 340.000 sufragios. De modo que el bloque que ha impulsado el 1-O también se quedó entonces en el entorno de los 2 millones de sufragios.
Está por ver qué ocurrirá en las próximas semanas. Como es evidente, todo lo ocurrido el 1 de octubre puede generar cambios bruscos en las encuestas, sobre todo entre aquellos catalanes que tienen una postura menos definida. Pero, echando la vista atrás, las encuestas de la Generalidad, las consultas ilegales y las elecciones autonómicas parecen confirmar que, pese a su notable avance en la última década, al independentismo le cuesta lograr apoyos que superen el 40% del censo.
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