martes, 6 de marzo de 2018

#HuelgaFeminista8M: no es feminismo, es comunismo

Almudena Negro analiza la huelga feminista del 8M, y por qué en ningún caso apoyará algo semejante, que lo único que hace es envolverse de la atractiva palabra para abanderar y emplearla como herramienta política con objetivos bien evidentes. 

Artículo de su blog personal: 
El próximo 8 de marzo, algunas mujeres, que viven todas ellas en una sociedad abierta, harán uso del derecho a la huelga que no existe en los países víctimas del socialismo real.
Y lo harán en nombre de las mujeres que “trajeron la Segunda República, las que lucharon en la Guerra Civil, las que combatieron al colonialismo y las que fueron parte de las luchas anti-imperialistas”. Al resto de mujeres, que les vayan dando. Porque éstas, como para los comunistas los obreros que no les bailan el agua, “no tienen conciencia de género”. Es la concepción totalitaria del marxismo. Un totalitarismo que impregna toda la convocatoria.
Que quede claro que el manifiesto que sostiene la huelga explica que ésta no se convoca por la igualdad ante la Ley de las personas, se hace contra el capitalismo, contra las sociedades abiertas y, en definitiva, en contra de la democracia.  Un manifiesto que convierte la inexistente lucha de clases marxista (la historia se explica mucho mejor por la lucha entre oligarquías, como apuntó Maquiavelo) en lucha de sexos en donde el hombre es el burgués y la mujer el proletario. ¿No me creen? Léanlo. Es como un revival de lo peor. El 8 de marzo, dicen, hacen huelga “contra el neoliberalismo salvaje que se impone como pensamiento único a nivel mundial y que destroza nuestro planeta y nuestras vidas”.
Resumamos, aunque se puede leer en el manifiesto, lo que EXIGEN las convocantas y supongo que también las abajofirmantas. Exigen.  Porque el comunismo y el feminismo históricamente no han sido amigos. Que se lo digan a la humanista Clara Campoamorperseguida y humillada por la izquierda… por defender el sufragio femenino y que tuvo que huir en 1936 por miedo a que la izquierda le aplicara la “justicia proletaria”, o sea, que la matara.
Que se lo digan a centenares de homosexuales víctimas del Che Guevara, quien creó para ellos campos de reeducación bajo el lema “el trabajo os hará hombres”. Que se lo digan a las mujeres víctimas del estalinismo, porque el iluminado criminal consideraba “decadente” y “burguesa” cualquier manifestación de feminidad. En la URSS de Stalin pintarse los labios y salir a la calle suponía, como poco, insulto seguro.
Y qué decir de las Cuba o Venezuela actuales, en donde el socialismo de las convocantas lleva masivamente a la prostitución de mujeres y niñas. El paraíso feminista, oigan.
Dicen las convocantas que la huelga es contra el paro, como si dicha lacra no azotase también a los hombres. Y ocultan que bajo gobiernos de izquierdas el paro femenino se disparó. Sin ir más lejos, Zapatero mandó al desempleo a 1,4 millones de mujeres. Les da igual.
Ni qué decir tiene que, en la empanada mental del socialismo actual, que ha hecho suyas teorías biologicistas de raíz nacional-socialista, no podía faltar la mención a otra gran bioideología: la ecología. Dicen las convocantas, y es otro motivo para no trabajar el 8 de marzo, que “las mujeres tenemos un papel primordial en la lucha contra el cambio climático”. Y por eso, de paso, apuestan por la “soberanía alimentaria de los pueblos”. Ni un grupo mascota sin su mención.
La huelga es también (lo dicen ellas) contra la “medicalización”, porque responde a “intereses de grandes empresas… ¡Basta de considerar nuestros procesos de vida como enfermedades!”. ¿Y quién lo considera así, salvo la carcundia más rancia que ve en las empresas el enemigo? Pareciera que las abajofirmantas le tienen manía, por algún motivo que se me escapa, a los parches de estrógenos que combaten los síntomas de la menopausia, que, efectivamente, no es una enfermedad. O contra el ibuprofeno para los dolores de la menstruación, que tampoco es enfermedad. Pues que no lo usen.
Reivindican las abajofirmantas una “educación pública, laica y feminista, libre de valores heteropatriarcales desde los primeros tramos educativos”. Lo raro sería que hicieran huelga para exigir que los líderes del Sindicato de Estudiantes (algún líder supera la treintena) se pongan a estudiar o pedir una enseñanza de calidad. Eso también les da igual.
El manifiesto acaba, como no podía ser de otra forma, con una amenaza totalitaria: “Seguiremos hasta conseguir el mundo que merecemos”, que es la misma patochada de “otro mundo es posible” de los tiranozuelos de toda la vida. Lo de amenazar va de suyo, porque lo que se está buscando es una confrontación de los burgueses, los hombres, y los proletarios, las mujeres.
Como veis, se trata de hacer huelga para dar satisfacción a todas las reivindicaciones de la extrema izquierda.
¿Qué existe el machismo? Por supuesto. No me verán a mi negarlo, que lo he sufrido.
Pero no entraré jamás en la lucha de sexos que hace que cuando alguien afirma que una mujer ha sido víctima de maltrato salgan individuos varios (y varias) diciendo lo obvio: que también hay hombres maltratados. ¿Por qué no dicen que hay hombres violados, que los hay, cuando se habla de una violación femenina? Porque la lucha de sexos está centrada en la llamada violencia de género. Y no solo han caído en ella sus promotores, sino también no pocos de sus detractores.
Pero no apoyaré jamás una huelga en apoyo al rancio socialismo real, el de los cien millones de muertos y subiendo. Hombres y mujeres. En eso sí que el socialismo ha logrado la igualdad.
El 8 de marzo para mi será un día laborable más en el que seguiré defendiendo la igualdad ante la ley de todas las personas. Aquí y en Irán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear