lunes, 18 de marzo de 2019

¿Feminismo radical, o feminismo sotonormal?

Plazaeme analiza la demagogia y manipulación del actual feminismo radical, en referencia al supuesto zasca de la presentadora de la Sexta a Rocío Monasterio. 

Artículo de PlazaMoyua: 
carme-chaparro
Es un infantilismo estilo Puigdemont. Quieren convertir un problema que les motiva, en el peor problema del mundo. Por ejemplo, la violencia de pareja, que en España tiene de las menores incidencias del mundo. Y pretenden conseguir su objetivo cambiando el significado de las palabras. ¿Cuál es en España el tipo de violencia que tiene peor categoría moral? El terrorismo. De eso sí hemos sufrido mucho. Pues nada como asociar la violencia de pareja al terrorismo, para conseguir nuestro objetivo. Aunque sean dos tipos de violencia estrictamente opuestos.
El primer paso es convencer a la chiquillería, por pura repetición infinita, de que las matan por ser mujeres. La primera característica del terrorismo. Matar -más o menos aleatoriamente- a alguien, por ser del grupo X. Para acojonar a todos los miembros de ese conjunto. El objetivo no es una muerte concreta, sino el mensaje que manda. No importa la persona, sino la idea. Como cuando los romanos diezmaban a una legión que se había portado mal. Se cargaban a uno de cada diez legionarios, de tal forma que la papeleta le podía tocar a cualquiera. Así que todos se sentían muy muy concernidos por el asunto. Todos podían ser el que iba a caer. Lotería macabra, mensaje definitivo.
Justo lo opuesto de la violencia doméstica. El bestia que la practica no quiere lanzar un mensaje; ni a las mujeres, ni a nadie. El objetivo sí es la muerte de una persona; pero no de una persona aleatoria, sino de una muy concreta. Es algo completamente personal, que es lo que no es el terrorismo. Y puede no ser una contra un mujer, si su pareja es del mismo sexo. O sea que ni es contra las mujeres, ni es por ser mujeres. Es contra una mujer concreta … ¡que además puede ser hombre!
Otra manera fácil de verlo es darle la vuelta, y examinar lo opuesto a la violencia. La ayuda, o incluso la afición. Los hombres sí ayudan -¡y salvan!- a las mujeres por ser mujeres. Se encuentran a una mujer en apuros, y le echan un cable. Y lo hacen exactamente por ser mujer, con total independencia de qué mujer sea, y sin necesidad de conocerla ni de saber nada sobre ella. Es mujer; tiene un apuro; le echo una mano. Punto. O sea, los hombres no matan a las mujeres por ser mujeres (serían muy idiotas si mataran lo que les gusta), pero sí les ayudan por ser mujeres.
Y ahora, establecida la parida, podemos hacer todo tipo de comparaciones alucinógenas:
En España han sido asesinadas más mujeres por sus parejas que víctimas del terrorismo de ETA. Y había una ley específica para el terrorismo de ETA, con un tribunal específico que juzgaba a los terroristas. Siendo menos asesinos, o asesinando menos.
No, no había una ley específica para el terrorismo de ETA. Había -y hay- una ley para el terrorismo. Exactamente lo mismo que puede haberla para la violencia doméstica, con independencia del sexo. Y no había un tribunal para terroristas. No ya para terroristas de ETA, sino que ni siquiera para terroristas en general. Es para un grupo amplio de delitos, muy distintos, en los que los tribunales locales pueden verse comprometidos con relativa facilidad si los delincuentes tienen una capacidad y un poder excesivos. (Es más fácil proteger a un tribunal, que a 17 o más).
Bueno, pues esto no es una broma marginal. Es feminismo de televisión, y de la corriente mayoritaria. Que algunos llaman feminismo radical, pero más parece feminismo subnormal. Y goza de los aplausos entusiasmados de todo el kindergarten.


En definitiva, éste es el único delito donde se cuestiona e insulta a quines luchan contra él en lugar de aplaudirlo, y también el único donde se responde mostrando ejemplos de otros delitos como si perseguir uno excluyera perseguir otro

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