Y es que es de cajón. Algo que solo puede creer alguien sumamente inocente, sin un conocimiento mínimo de los incentivos políticos o de filosofía política.
Es reiterado (por interesado) el mantra de que para reducir el déficit hay que subir los impuestos mucho más, y que el problema del grave desajuste fiscal son los ingresos, no los gastos. Es decir que los políticos gastan poco y que tu, necio contribuyente, sigues teniendo demasiado dinero en tu bolsillo, que tendría que ser gestionado por el político, a cambio por supuesto, de una fantástica remuneración por su servicio, que lo hace por tu bien, no por el suyo, claro.
La trampa y la perversión de dicho relato no puede ser mayor. Pues el político tiene un incentivo directo en aumentar su poder y emplear el máximo de recursos (vía impuestos y deuda) en crear redes clientelares y comprar votos para mantenerse en el poder, que es su prioridad (digamos que entre sus primeras 10 prioridades, 9 son ésta).
Su promesa de subir impuestos para cerrar el déficit nunca se cumple puesto que a más impuestos e ingresos fiscales, más aumentan sus promesas de gasto (que además son estructurales, mientras los ingresos pueden ser en gran medida coyunturales, en función del ciclo económico) y sus gastos, por lo que nunca se cierra el déficit, lo que lleva a un brutal y continuo aumento del gasto público y a una situación de estrangulamiento de la economía productiva, generando múltiples desajustes o debilidad fiscales, que acaban en graves consecuencias económicas y sociales.
El problema es que este relato interesado del político es reiterado hasta la extenuación y muy dificil de cambiar, pues las redes clientelares son inmensas y nadie quiere salir de ellas (aunque fuera mucho mejor para el conjunto de la sociedad eliminándolas).
Tal mantenimiento lleva a la crispación y ruptura social, a la lucha creciente y continua por sacar tajada de dicho dinero (por parte de lobbies, grupos de interés, clientes políticos, minorías privilegiadas, afines al gobierno...) extraído a la fuerza en forma de impuestos y deuda (impuestos futuros), a la división, a la politización de toda la sociedad, a la fuga y evasión, al mercado negro, al fraude, al engaño, al empobrecimiento (o menor crecimiento y prosperidad del que se alcanzaría), a la injusticia (vestida demagógicamente de justicia), a la desigualdad (desigualdad injusta) y al desengaño (con graves consecuencias) al no ver cumplir la población las promesas con las que han sido constantemente regados por parte de la élite política.
Artículo de Libre Mercado:
El déficit público aumenta | Pexels/CC0/Pixabay
El buen ritmo de crecimiento económico experimentado por España en los últimos años ha permitido que las arcas públicas se beneficien de una notable subida de la recaudación. Sin necesidad de introducir grandes cambios en materia de impuestos, los ingresos tributarios se han disparado de 175.000 a 195.000 millones de euros.
Tomando como referencia el periodo que va de enero de 2015 a junio de 2018, las cifras de recaudación de la Agencia Tributaria muestran que el ritmo medio de aumento de los ingresos fiscales fue del 4%. De hecho, a lo largo del año pasado, la caja de la Agencia Tributaria experimentó una mejora del 5,4% en sus ingresos totales.
Esta tendencia al alza parece haberse mantenido en lo que va de 2019. Así lo certifica el último Informe de Recaudación Tributaria, que presenta los datos correspondientes al primer semestre del año. A primera vista, el resultado para enero-junio parecería preocupante, puesto que apunta a un magro crecimiento del 0,8%. Sin embargo, es preciso ajustar los datos para tener en cuenta los cambios normativos, el impacto de las devoluciones y otros factores,
Una vez se realiza dicha corrección, encontramos que los ingresos en términos homogéneos acumulan un crecimiento del 3,9%. Por tanto, aunque se produce una cierta moderación respecto al resultado del año pasado o el promedio de los tres años anteriores, lo cierto es que la Agencia Tributaria se está beneficiando de una subida importante de los ingresos.
El gasto aumenta
Sin embargo, las buenas noticias por el lado de los ingresos no son suficientes para embridar el abultado déficit fiscal que arrastra España desde hace años. No hay que olvidar que, con los números del primer cuatrimestre encima de la mesa, el déficit de las Administraciones Públicas fue un 20% mayor que en 2018.
Como ya explicó este diario, la subida recaudatoria tiende al 4%, pero el crecimiento del gasto se acerca al 5%. Por tanto, lejos de producirse una caída del desajuste presupuestario, lo que ocurre es que el diferencial entre ingresos y gastos va a más, pasando de 6.000 millones en el primer cuatrimestre de 2018 a 7.500 millones entre enero y abril de 2019.
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