Manuel Llamas analiza las actuales cuentas públicas de España, el déficit de las mismas, el mito de que España tiene un problema de "ingresos" (baja recaudación), su comparación con el año anterior al estallido de la crisis financiera, y la irresponsabilidad política y fiscal de Sánchez precisamente en el momento que más daño o consecuencias negativas puede conllevar para la sociedad española (en gran medida el interés partidista del político es cortoplacista, un incentivo enorme -conservar el poder- que es contrario a los intereses del conjunto de ciudadanos, cuyas consecuencias se sufren a medio y largo plazo -cuando dicho gobierno irresponsable ya no está en el poder, por lo que no paga los platos rotos-).
Artículo de Libre Mercado:
España cerró el pasado año con un déficit público del 2,5% del PIB, equivalente a casi 30.000 millones de euros, el segundo mayor agujero fiscal de la zona euro, tan sólo superado por Chipre (-4,8%) y a la misma altura que Francia. Esta brecha es fruto de un gasto de 499.520 millones de euros (41,3% del PIB) y unos ingresos de 469.538 millones (38,9%), según los últimos datos disponibles de Eurostat.
De este modo, las Administraciones Públicas gastaron en 2018 unos 78.000 millones más que en 2007, en el pico de la burbuja inmobiliaria y poco antes de que estallara la crisis, mientras que la recaudación aumentó en 27.000 millones de euros desde entonces. Estos datos demuestran, por un lado, la ausencia de austeridad en las cuentas públicas, ya que el Estado gasta hoy un 18,5% más que antes de la crisis, y, por otro, que el desequilibrio presupuestario no es un problema de ingresos, puesto que la recaudación acaba de registrar un nuevo récord histórico, al rozar los 470.000 millones el pasado año, un 6,1% más que en el punto máximo de la burbuja.
Sin embargo, el regreso del PSOE al poder de la mano de Pedro Sánchez se ha traducido en el primer aumento del gasto público sobre el PIB desde 2012, cuando España acometió el rescate público de las cajas de ahorros en plena crisis del euro. El anterior Gobierno de Mariano Rajoy logró reducir el déficit de forma paulatina desde 2012 a 2017 (último año completo con el PP al frente) gracias a que mantuvo el gasto más o menos bajo control, al tiempo que la recuperación económica y la creación de empleo se traducían en un fuerte aumento de los ingresos. Esto permitió que el agujero fiscal cayera del 10,5% al 3,1% del PIB.
Pero el Gobierno de Pedro Sánchez, que comenzó su andadura a mediados del pasado año, ha elevado el gasto público del 41% al 41,3%, tres décimas extra, el primer incremento sobre el PIB desde el fatídico 2012, rompiendo así la tendencia de los últimos años. Esto significa que el gasto ha crecido a un mayor ritmo que el PIB. En concreto, aumentó en 21.400 millones en 2018, lo que supone un 4,5% más a nivel interanual y el mayor incremento desde el trágico binomio 2008-2009, cuando estalla la crisis.
Así pues, la leve reducción que registró el déficit el pasado año, de apenas 6.000 millones de euros, se debió exclusivamente al aumento de los ingresos, unos 27.300 millones extra (+6,1% interanual). O, dicho de otro modo, Sánchez fía por completo la consecución de los objetivos presupuestarios a la favorable evolución de la recaudación, a pesar de que la desaceleración de la economía española se ha intensificado en los últimos trimestres.
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