lunes, 26 de agosto de 2019

LGTBI: el peligroso camino del colectivismo

Jorge Asiain analiza el peligroso camino del colectivismo y hacia le totalitarismo del movimiento LGTBI, y es su responsabilidad que detener dicho camino. 

Artículo de Disidentia: 
Una vez pasado un tiempo prudencial de las celebraciones del Madrid Orgullo 2019 (MADO’19) es el momento de reflexionar sobre la evolución del Colectivo LGTBI, un movimiento que nació para defender la tolerancia y la libertad individual, pero que una vez transformado en lobby está derivando hacia el totalitarismo, la intolerancia y hasta la violencia con similitudes a otros movimientos del siglo XX.
Para desarrollar estas reflexiones he tomado como base una conversación mantenida en Twitter con una persona del Colectivo LGTBI de Madrid sobre los episodios de violencia que miembros de este colectivo protagonizaron durante las marchas, obviamente las opiniones de esta persona no son representativas de todo el Colectivo, sin embargo, esta persona plantea los mismos argumentos que aparecen en otros foros.

Privilegios frente a derechos

Este es el primer argumento que propone el miembro de este colectivo, el que la comunidad LGTBI ha de tener un trato especial como compensación por la discriminación sufrida durante cientos de años en la sociedad occidental, considerando que una discriminación pasada se compensa con una discriminación futura de sentido contrario.
Ejemplos de esta discriminación es la limitación del derecho a realizar marchas en determinados lugares y fechas y a mostrar determinados símbolos a colectivos que se considera que no han sido suficientemente discriminados en el pasado.
En esta pretensión el Colectivo coincide con otros movimientos totalitarios occidentales, como son el nazismo, que pretendía la instauración de privilegios al Volk alemán en base a un supuesto historial de agravios producidos por otros pueblos como el judío, el gitano o el eslavo; el fascismo, que pretendía privilegios para los que formaban el Estado frente a los que consideraba fuera de él; y el comunismo, que pretende privilegios para la Clase Obrera, sin definir exactamente qué significa eso, frente a los miembros de otras clases a las que se define por defecto como explotadoras.

El mito fundacional

Al igual que estos tres movimientos, el Colectivo LGTBI tiene también su mito fundacional, un mito que justifica cualquier acción.
En el caso del nazismo el mito fundacional es el Putsch de Munich, intento de golpe de estado contra la República de Weimar que acabó con 16 muertos por parte de los sublevamos y cerca de 100 prisioneros incluido el propio Hitler. Una vez en el poder, el nazismo considero a esos fallecidos como mártires y utilizó su supuesta sangre para diversos ritos de la mitología nazi.
También el fascismo tiene su propio mito fundacional, la supuesta humillación del resultado de la Primera Guerra Mundial, que en el caso de Italia era una humillación en la victoria al sentirse engañados al no conseguir los resultados esperados tras la guerra.
Por su parte, el comunismo tiene a los Mártires de Chicago, los ocho condenados, cinco de ellos a muerte, por la Revuelta de Haymarket a los que se conmemora todos los primero de mayo.
En el caso LGTBI el mito fundacional es Stonewall, una serie de disturbios provocados por una redada policial en un local regentado por la Mafia que acabó con la confiscación de las bebidas alcohólicas y la reacción de unas 600 personas que recibió a la policía lanzándoles monedas y botellas.

Identitarismo

El miembro de este colectivo considera que la discriminación y la violencia ejercida sobre la comunidad LGTBI durante la semana del Orgullo es intolerable, pero no así la violencia que sufren otros colectivos LGTBI en otros países como Irán o Cuba, bajo el argumento de que las discriminaciones, aunque sean pequeñas, que sufren los de casa son siempre mucho más graves que la discriminación real y mucho mayor que sufren los de fuera.
Este identitarismo resulta un elemento común en todos estos movimientos, si al movimiento LGTBI español no le preocupan las represiones que sufren los LGTBIs extranjeros es porque no pretende eliminar discriminaciones por esa condición sexual, sino que pretende privilegios para grupos concretos.

Relativizar la violencia

¿Dónde está la violencia?Repito, ¿Dónde ves la violencia?
Esta es la respuesta que reciben mis tweets con los videos de miembros del Colectivo LGTBI insultando y agrediendo a los miembros del partido Ciudadanos que participaban en las celebraciones. Y es que para los miembros de este Colectivo cualquier acto violento no lo es si el que lo recibe no es un miembro de su grupo. Así, se considera violencia intolerable que alguien despliegue una pancarta o saque una bandera al paso de la manifestación, pero no se considera violencia el que se agreda físicamente a personas que participen o simplemente se crucen con la marcha.

Deterioro de la sociedad

Esta relativización de la violencia se ve complementada con la descalificación del que piensa diferente, así la violencia que ejercen los miembros del Colectivo LGTBI no es tal porque se ejerce sobre personas que se consideran que son un cáncer para la sociedad. En este punto ya se ha caído en una gran contradicción, primero se ha asegurado que no hay violencia, luego que la violencia estaba justificada porque se ha ejercido sobre personas que son dañinas y, por último, al tratarse de una violencia justificada no se puede considerar como violencia.
Este planteamiento tampoco es nuevo, tanto el nazismo como el fascismo (al igual que sus equivalentes actuales) consideraban a sus enemigos como subhumanos, y los comunistas los consideran aún hoy parásitos, en todos los casos son seres dañinos, cánceres, para la sociedad por lo que asesinarlos no sólo no es violencia, sino que resultaba una medida de clemencia necesaria e higiénica.
Continuamos la conversación al día siguiente, en el que salieron a la luz tres nuevos planteamientos.

Victimismo

En este segundo día de conversación mi interlocutor ha evolucionado desde la negación de la violencia a su justificación por considerarla necesaria, esta necesidad se basa en que el Colectivo LGTBI ha sido históricamente agredido y discriminado por otros colectivos.
Es importante resaltar que es un victimismo de grupo, se es víctima por el mero hecho de pertenecer al Colectivo, basado en su mito fundacional, los Disturbios de Stonewall, y que convierte automáticamente en agresor a todo aquel que no esté adscrito a este colectivo.
Si buscamos el paralelismo con las ideologías totalitarias del siglo XX, en el nazismo la víctima es el Volk alemán y los agresores los que desfilaban a las cámaras de gas debido a que su mera existencia ya suponía una agresión constante e intolerable; para el fascismo la víctima es el Estado que domina todos los aspectos de la vida y el agresor es todo aquel que permanece en el ostracismo por mantenerse fuera de él; y para el comunismo la víctima es la Clase Obrera y los victimarios los que habitaban el Gulag, pertenecientes a las demás clases sociales con las que estas personas ni siquiera se identificaban.
Así que lo de menos es si realmente se ha ejercido esa violencia, lo importante es que el Colectivo considera que sí se ejerce.

Igualdad y libertad gracias al colectivo

La aspiración del Colectivo LGTBI es conseguir la igualdad y la libertad, pero no la que está definida por el individuo, sino la impuesta por el propio Colectivo. Así, una persona LGTBI sólo puede conseguirlas si se adscribe al Colectivo, que es el que se lo garantiza, y se le niega si permanece fuera, es decir, la igualdad y la libertad no son derechos individuales, son derechos exclusivos de un determinado grupo.
Por supuesto, cualquier persona que no pertenece a este Colectivo no sólo no podrá alcanzar estos derechos, sino que ni siquiera debe aspirar a conseguirlos al no estar legitimado, como agresor, a ellas.
Todo dentro del Colectivo, del Volk, del Estado, de la Clase Obrera, nada fuera del Colectivo.

El enemigo exterior

La conversación termina con una justificación de la violencia. Según el interlocutor, la mera existencia física de determinadas personas, entre las que me incluye, justifican la violencia, sí, esa violencia cuya existencia negaba al comienzo de la conversación.
Una violencia que ahora no sólo está justificada, sino que es necesaria contra determinadas personas a las que se cataloga como enemigos del Colectivo LGTBI, esto se debe a que no valen medias tintas, como sucedía en la España del Frente Popular o en la Francia revolucionaria, o se está con él Colectivo o se está contra él.
O estás con el Volk, el Estado, la Clase Obrera o eres un enemigo que merece ser agredido.
Es responsabilidad de las personas que forman el Colectivo LGTBI detener su camino hacia el totalitarismo.

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