Diego Sánchez de la Cruz se hace eco de la investigación reciente de Alesina, Favero y Giavazzi sobre la relación entre planes de ajuste y reelección de gobiernos, que derriba uno de los extendidos mitos al respecto.
Artículo de Libre Mercado:
¿Cómo afecta la austeridad a nivel electoral? | EP
"Sabemos qué hay que hacer para salir de la crisis. Lo que no sabemos es cómo salir reelegidos después". Son palabras de Jean Claude Juncker, que acumuló décadas de experiencia en el gobierno de Luxemburgo, encabezó el Eurogrupo en plena crisis de la moneda única y dirigió la Comisión Europea durante la legislatura pasada.
Pese a su dilatada carrera como dirigente público, Juncker confesaba de este modo su miedo a las consecuencias electorales derivadas de afrontar con ajustes la crisis fiscal que desencadenó la Gran Recesión. Sin embargo, su miedo no parece estar respaldado por la evidencia empírica, tal y como muestran las investigaciones de Alberto Alesina, Carlo Favero y Francesco Giavazzi.
Los tres académicos transalpinos publicarán próximamente en España un libro especializado en medir el efecto de la austeridad en variables como el crecimiento, el consumo o la inversión. Pero su obra, que llegará a nuestro país de la mano de Ediciones Deusto, explora además las consecuencias electorales de las políticas de ajuste.
La investigación toma como referencia dieciséis países de la OCDE y analiza un periodo que abarca desde 1970 hasta nuestros días. Alesina, Favero y Giavazzi estudian el porcentaje de éxito electoral cosechado por aquellos gobiernos del mundo rico que se vieron obligados a adoptar medidas de austeridad.
Según los investigadores italianos, uno de los factores más importantes es la gestión del tiempo. Cuando el plan de ajuste se introduce un año antes de las elecciones, la probabilidad de que se produzca un cambio político es superior al 60%. Si las medidas correctivas se dan dos años antes de la cita con las urnas, el porcentaje es similar, pero cae al 40% cuando hablamos de ajustes de calado.
Sin embargo, cuando los gobiernos introducen medidas contra el déficit con al menos tres años de plazo, la probabilidad de un cambio en el gobierno cae por debajo del 30%. Este porcentaje es prácticamente la mitad que el promedio de alternancia observado en aquellos países en que no se adoptaron planes de austeridad.
De Aznar a Rajoy
La base de datos de los tres expertos en políticas de austeridad destaca, por ejemplo, los experimentos de Canadá, Finlandia, Suecia o España en los años 90. En nuestro caso, el gobierno del popular José María Aznar pasó de ganar por un estrecho margen en las elecciones generales de 1996 a conseguir una holgada mayoría absoluta cuatro años más tarde, en los comicios del año 2000.
A lo largo de la etapa de gobierno de Aznar, el gasto público bajó del 44% al 39% del PIB y la deuda del Estado se redujo del 64% al 51% del PIB. En clave presupuestaria, el déficit heredado por el gobierno popular llegaba al 5,5% del PIB, mientras que el curso 2004 terminó en un escenario cercano al superávit fiscal.
Más recientemente, gobiernos de otros países europeos como Alemania, Irlanda, Reino Unido o Suecia han introducido ajustes fiscales de cierto alcance que no han supuesto un castigo electoral. De hecho, Alesina, Favero y Giavazzi mencionan en sus trabajos el caso de Mariano Rajoy, que heredó un déficit cercano al 10% del PIB pero logró vencer en las elecciones generales de 2015 y 2016, cuando el desajuste era un 50% inferior.
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