Una realidad ya ampliamente advertida años atrás, promovida con erradas y contraproducentes políticas, y de la que hoy sus propios promotores no saben ni qué hacer, salvo huir reconociéndolo. Un problema, que seguirá en ascenso, de cada vez más difícil solución, pero que se pretenden eludir cual avestruz escondiendo su cabeza en el suelo, pero el daño ya está hecho y se sigue alimentando con ideas que lo retroalimentan y estimulan, mientras el potencial estallido se posterga en el tiempo haciéndolo más grande y dañino para todos.
Artículo de La Gaceta:
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La feminista Zeliha Dagli. /STV
Las feministas han recibido una dosis de realidad a manos del islam, esa religión con la que suelen ser tímidamente combativas. Poco a poco están abandonando las áreas de Estocolmo controladas por inmigrantes -Husby y Tensta- y aseguran que los fundamentalistas son ahora quienes reinan en la zona.
Nalin Pekgul, tal y como recoge Breitbart, es una feminista y exmiembro del Parlamento por el partido socialdemócrata. Durante treinta años ha vivido en el barrio de Tensta y asegura ahora que ya no se siente segura allí. Denuncia en la cadena sueca STV que los musulmanes radicales han tomado el control y que le es imposible visitar el centro del distrito sin ser acosada.
Según el testimonio de la afectada, la situación para la mujer en la vida pública se ha deteriorado en los últimos años. Nota que se ha registrado un aumento del fundamentalismo religioso en la mentalidad de los hombres de la zona, muchos de los cuales son inmigrantes o hijos de extranjeros. Pekgul incluso ha intentado combatir la situación organizando charlas y encuentros en cafés, pero lo ha tenido que dejar.
‘’Soy una cara conocida en Tensta y no quiero crear problemas cuando me acosan’’, defiende, explicando además que este es uno de los motivos por las que ya no acude al centro del barrio. Al ser preguntada sobre si se quedaría a vivir en la zona, responde: ‘’Espero que esto acabe. Uno nunca debe olvidar que la gran mayoría aquí no quiere a los fundamentalistas’’. A pesar de los deseos, parece que los musulmanes han impuesto su ley.
Zelida Dagli, una expolítica del Partido de la Izquierda, ha terminado por mudarse de Husby. La feminista describe el nacimiento de una especie de ‘’policía moral’’ que pretende controlar el comportamiento de las mujeres.
Las agresiones contra las feministas se han convertido en un gran problema, subraya. ‘’Se han esparcido rumores de que nosotras queríamos quitar el velo islámico. Me dijeron que tuviera cuidado, y desde ese momento no me he vuelto a sentir segura’’, denuncia.
Dagli ahora vive en el área central de Estocolmo y afirma ser muy feliz por poder vestir o decir lo que quiere sin miedo a represalias. La feminista reconsideraría volver a Husby siempre y cuando el área volviese a ser segura.
Husby, como la ‘zona prohibida’ de Rinkeby, está altamente poblada por inmigrantes, la gran mayoría procente del norte de África y de Oriente Medio. El pasado mayo, los trabajadores de una cadena noruega fueron atacados por un grupo de locales mientras intentaban entrevistar al economista Tino Sanandaji.
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