miércoles, 26 de abril de 2017

Más riqueza que antes de la crisis

Juan Rallo muestra la evolución de la riqueza financiera de las familias españolas, y el motivo de por qué acaba de alcanzar su máximo histórico. 
Artículo de su página personal: 
Más riqueza que antes de la crisis
La riqueza financiera de las familias españolas alcanzó en 2016 el valor de 1,3 billones de euros: es decir, nuestros hogares poseen activos financieros en un importe 1,3 billones de euros mayor que el de sus deudas. El dato, por cierto, no incluye los inmuebles en propiedad de las familias (más del 80% de las cuales sí son dueñas de una vivienda), dado que sólo pretende medir la el patrimonio de tipo financiero (en cambio, las deudas hipotecarias sí se usan para computar la riqueza financiera neta). La cifra de 1,3 billones de euros es la más elevada de toda nuestra historia: antes de la crisis, allá por 2007, apenas superábamos el billón de euros. ¿Y cómo hemos sido capaces de rebasar ahora los niveles de riqueza financiera pre-crisis en unos 300.000 millones? Por un lado, por la mayor acumulación de activos financieros (especialmente en forma de depósitos bancarios): los españoles poseemos hoy activos valorados en 220.000 millones de euros más que en 2007; por otro, por la reducción de deuda: las familias españolas adeudan hoy cerca de 100.000 millones de euros menos que en 2007.
En definitiva, la riqueza de nuestras familias se ha incrementado fundamentalmente porque éstas se han apretado durante años el cinturón y han conseguido ahorrar el suficiente dinero como para, primero, hacer frente a sus obligaciones de pago y, segundo, incrementar el saldo de su cuenta corriente. Un muy sano proceso de saneamiento financiero que añade solidez y sostenibilidad a nuestra recuperación actual. Acaso lo único que haya que lamentar sea que la acumulación de activos por parte de los españoles haya adoptado la forma de depósitos bancarios: si de verdad aspiramos a incrementar la inversión interna en nuevas empresas punteras y productivas —capaces de abonar altos salarios a sus trabajadores—, resulta imprescindible que parte de ese nuevo ahorro se canalice a través de los mercados a financiar la inversión en esas nuevas empresas de futuro. Lo que nos falta a los españoles no es disciplina en el ahorro, sino instituciones y cultura financiera de calidad para así poder transformar ese ahorro en inversión productiva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Twittear