M. Llamas y D. Soriano desmontan el discurso de Pablo Iglesias en el Parlamento al respecto de la moción de censura, explicando 10 grandes falacias de su discurso económico.
Artículo de Libre Mercado:
Pablo Iglesias e Irene Montero | EFE
Precariedad, sueldos bajos, desigualdad... Este martes, Pablo Iglesias ha dibujado un panorama muy oscuro para la economía española. Era lo que se esperaba y no ha defraudado. También es lógico, cuando uno presenta una moción de censura no se va a poner a cantar los logros del Gobierno al que quiere expulsar.
Es cierto que tampoco es que le haya dado mucho tiempo en su discurso, quizás porque sentía que es el terreno en el que el presidente del Gobierno podía encontrarse más cómodo. Ahora mismo es complicado para un líder de la oposición entresacar muchos datos negativos en este campo. No es que no haya margen de mejora para la economía española. Hay muchísimo trabajo por delante. Pero la mayoría de las cifras marcan una clara tendencia ascendente. Los últimos dos años han sido buenos y eso obliga a realizar un discurso con matices, que incluso pueda reconocer parte de esta mejoría, aunque plantee alternativas, que las hay.
Pero Iglesias no estaba para matices. Mucho menos para reconocer nada bueno en el Gobierno del PP. Tampoco podía pasar por alto la cuestión económica, no tras dos años en los que ha hecho de este tema el eje principal de su discurso junto a la corrupción. Y ha lanzado decenas de datos a la cara del presidente del Gobierno. El problema es que para conseguir ese cuadro en blanco y negro ha tenido que retorcer las cifras hasta un nivel quizás excesivo, que va más allá de la dialéctica política habitual
El líder de Podemos ha utilizado varios trucos. Por ejemplo, allí donde los últimos datos son más positivos se ha limitado a hacer una descalificación genérica del tipo "España tiene la segunda tasa de paro juvenil más alta de Europa", que es cierto, pero sin explicar que la tendencia en los últimos años es muy descendente. También ha comparado las cifras actuales con las de 2007, en el momento culminante de la economía española pre-crisis, sin explicar que el actual Gobierno llegó en 2012 y no se le puede achacar el desplome del 2007 a 2011, que todavía no se ha recuperado por completo pero está en camino en casi todos los indicadores: por ejemplo, cuando ha reprochado a Rajoy que el PIB aún no ha recuperado su máximo de 2007-08, cuando lo cierto es que llevamos tres años creciendo muy por encima de la media de la Eurozona y ya rozamos aquel nivel.
En conjunto, lo que ha quedado es un discurso más catastrofista que realista, exagerado incluso teniendo en cuenta las circunstancias y más preocupado de descalificar al rival que de ofrecer soluciones. Los siguientes son sólo 10 puntos (podrían haberse sacado unos cuantos más) en los que el relato de Iglesias se ha alejado mucho de la realidad.
Iglesias, en diez cifras
1. Desempleo juvenil: en lo que tiene que ver con el paro, Iglesias casi siempre ha usado la táctica de dar cifras presentes, sin contextualizar y comparándolas con las de la UE, atribuyéndole al Gobierno la mala situación de España en las clasificaciones. Y es cierto que no hay mucho de lo que enorgullecerse por aquí, pero también que los datos son mucho mejores que en 2012, cuando Rajoy llegó a La Moncloa. Por ejemplo, en lo que se refiere al paro juvenil, el líder de Podemos ha afirmado que España mantiene la segunda tasa más alta de la Eurozona, por encima del 40%. Y es cierto. Como también lo es que el paro entre los menores de 25 años llegó a superar el 55% en 2011-2012 y que éste es un grupo en el que se ha creado mucho empleo en los últimos tres años.
Por ejemplo, según los datos del INE en la última EPA, en el rango de edad de 20 a 25 años, la tasa de paro es del 38%, altísima para los estándares de los países ricos de la UE; pero es que a finales de 2012 llegó a estar por encima del 50%. Ha caído en 13 puntos en cuatro años. Pero eso se le olvidó mencionarlo a Iglesias.
2. Precariedad: algo parecido puede decirse del empleo a tiempo parcial y la precariedad laboral: prácticamente todas las cifras son positivas en los últimos tres años. Se firman más contratos y son de mejor calidad. La mayor parte del empleo indefinido perdido durante la crisis ya se ha recuperado. Las grandes cifras de paro o tasa de actividad siguen siendo malas y están alejadísimas de las habituales en los países de nuestro entorno. Pero, con este Gobierno, han mejorado.
No sólo eso, las perspectivas para los que forman parte del mercado laboral son mucho mejores ahora que en 2012 (y también que en 2009). Hace unos meses, Fedea publicaba un informe sobre los resultados de la reforma laboral y sus conclusiones, tal y como recogimos en Libre Mercado, eran contundentes:
Los autores reconocen que se mantiene una realidad preocupante: cuando un parado encuentra un empleo, lo más probable es que sea con contrato temporal. Pero incluso así, tras la reforma han aumentado las posibilidades de pasar del desempleo a un empleo indefinido. Además, una vez que tienen un puesto de trabajo, estos trabajadores temporales tienen menos posibilidades que antes de ser despedidos, sin que eso se haya traducido en un incremento de las opciones de despido para los indefinidos. Desde 2012 se ha reducido el período medio de tiempo que una persona pasa en desempleo y ha aumentado la duración media de los contratos temporales.
Hay muchos peros posibles que ponerle a la reforma laboral, pero el aumento de la precariedad es uno de esos eslóganes que cada día es más complicado mantener. Además, aquí hay que apuntar un matiz importante que tiene que ver con el porcentaje de temporalidad, quizás la cifra que más se usa para denunciar esa precariedad. Iglesias ha recordado a Rajoy que, con un 26%, somos el país con una tasa de temporalidad más elevada tras Polonia. Y es cierto que desde 2014 ha subido el porcentaje de contratos temporales sobre el total. Pero esto no es ni mucho menos por una mala tendencia en el mercado laboral, más bien al contrario.
Cuando comenzó la crisis, en 2007-08, España tenía un porcentaje de temporalidad por encima del 32%. A partir de ahí, esa cifra se desplomó, porque la gran mayoría del empleo que se destruyó entre 2008 y 2012 fue de trabajadores temporales. Desde 2013, crece el número de indefinidos… y el de temporales. Y la subida en el porcentaje de estos últimos es una consecuencia de la recuperación. O por decirlo de otra forma: en 2011 se alcanzó el mínimo de tasa de temporalidad de las últimas dos décadas, a costa de un paro por encima del 26%, no parece que ese sea un escenario envidiable, aunque hubiera un porcentaje menor de temporales que ahora.
3. Mujeres, brecha salarial y empleo: Iglesias ha dedicado una buena parte de su discurso (y no sólo en economía) a hablar de la penosa (en su opinión) situación de las mujeres en España. Es una reivindicación clásica de la izquierda en las últimas dos décadas, cuando ha decidido revestirse con el manto del feminismo cuando se le han caído otras banderas. Por eso, no ha sorprendido. Lo que sí llama algo más la atención es que utilice datos en los que la economía española o el Gobierno del PP más puede presumir.
Por ejemplo, es verdad que las estadísticas oficiales siguen hablando de brecha salarial entre hombres y mujeres (por mucho que pueda discutirse cómo se hacen estas estadísticas, todos los partidos políticos las usan sin cuestionarlas). Como explicábamos hace unos meses en Libre Mercado, en salario/hora trabajada, la cifra que usa Eurostat para medir el nivel de esa brecha, España está por debajo de la media de la UE y además ha bajado en los últimos años. De nuevo, no es que Iglesias deba obviar el dato, sería ilógico que lo hiciera, pero acusar a Rajoy del mismo se antoja complicado.
4. Empleo femenino: lo mismo puede decirse en lo que tiene que ver con el empleo femenino, un tema que Iglesias también ha echado en cara a Rajoy en varias ocasiones a lo largo del debate para reprocharle las malas cifras de nuestro país. Aquí es si acaso más sangrante, porque ésta es una de las pocas estadísticas en las que el mercado de trabajo español casi ha recuperado su nivel pre-crisis (en algunos casos estamos en máximos históricos). A partir de 2007, tanto hombres como mujeres vieron crecer el desempleo y hundirse las tasas de actividad, pero si a alguien golpeó la crisis con fuerza fue a ellos. Es cierto, sigue habiendo más hombres que mujeres trabajando, pero nunca antes esa diferencia fue menor.
Quizás no haya ningún dato mejor para explicar esta buena noticia que el de la afiliación. Según los datos de la Seguridad Social, en mayo de este año había más de 8,5 millones de mujeres dadas de alta en el sistema. En mayo de 2008, año en el que se alcanzó el máximo pre-crisis, eran menos de 8,3 millones. Estamos en máximos históricos. Nunca antes tantas mujeres formaron parte del mercado laboral español. Ya son el 46,35% del total de trabajadores afiliados; hace una década eran el 41,6%. De nuevo, puede ser comprensible que Iglesias quiera más, pero no hasta el punto de culpar a Rajoy por conseguir el nivel más alto de la historia.
5. Sicav e impuestos: en el discurso inicial de Iglesias los impuestos han tenido un peso muy inferior al esperado. Alguna alusión genérica a las rebajas de Rajoy a las grandes fortunas, promesas de cobrar más a ricos y grandes empresas y poco más. Según sus planes, la recaudación aumentaría tras su llegada al Gobierno en 27.500 millones de euros, pero buena parte de ese extra llegaría por el aumento de la actividad que sus medidas impulsarían.
De subidas de impuestos no ha dicho apenas nada, desde luego no en las grandes figuras (IPRF, IVA) que casi ni ha nombrado. Sólo una referencia a una reforma tributaria "más progresiva" para recaudar 8.000 millones más, el retraso en el cumplimiento del objetivo de déficit para liberar otros 7.000 millones y nuevos tributos a la banca (1.000 millones), lucha contra el fraude (1.900 millones), eliminar desgravaciones en Sociedades (1.400 millones) o suprimir las Sicav (400 millones). Nada muy nuevo en cualquier caso: es el esqueleto de los PGE alternativos que presentó la formación morada hace unos meses y una versión light de las propuestas que llevaba en su programa en las pasadas elecciones generales.
De hecho, el capítulo económico de su alocución ha comenzado con un ataque al presidente por gobernar "contra las clases populares y medias" al tiempo que protegen las Sicav, la figura jurídica que en Podemos creen que mejor ejemplifica los privilegios de los más ricos. Esto último, como hemos explicado en Libre Mercado, es en sí mismo discutible, pero es que además no parece que los partícipes en estas sociedades hayan sido demasiado bien tratados en los últimos años. Por ejemplo, aquí, Finanzas, la web especializada en inversión bursátil, calificaba de "annus horribilis" el 2016 que cerró con "42 sociedades menos en España y con los asesores financieros desaconsejando a sus clientes abrir nuevas sicavs en nuestro país. Todo fue a menos. El patrimonio gestionado por ellas se redujo en 1.298 millones de euros, hasta situarse en los 32.784 millones. Sus partícipes bajaron un 3,5 por ciento, hasta quedarse en 469.889, y su número mermó en 42, hasta frenarse en las 3.226 sociedades. Todo ello inducido por la incertidumbre sobre posibles cambios de regulación en estos vehículos de inversión".
Todavía no se ha producido el cambio legal que todo el mundo espera (en parte, quizás, por el año de Gobierno interino y las sucesivas negociaciones en el Congreso), pero desde hace tiempo los inversores miran cada día con más desconfianza un producto que Hacienda tiene entre ceja y ceja. De nuevo, es perfectamente lógico que Iglesias quiera terminar con las Sicav (lo lleva en su programa), incluso aunque las cifras que dice que recaudará con el cambio normativo no se sostengan. Pero decir que en los últimos años se ha protegido o alentado la creación y crecimiento de estas sociedades no es cierto.
6. Austeridad y el caso de Portugal: la austeridad ha sido otro de los grandes mantras de su discurso, pero los famosos recortes que tanto denuncia Podemos no se ajustan a la realidad. La economía nacional cerró el pasado año con un déficit del 4,5% del PIB, el más alto de la zona euro. Países como Irlanda, Grecia, Lituania o Portugal partían de un déficit similar al español en 2011 y ya han logrado situarlo por debajo del límite del 3% que marca el Pacto de la UE.
La razón de este descuadre estriba en que el gasto público, si bien se redujo de forma puntual en 2012, ha seguido creciendo desde entonces, hasta el punto de que, hoy por hoy, el sector público gasta unos 50.000 millones más que en 2007, en el pico de la burbuja crediticia, a pesar de la fuerte caída que sufrió la recaudación durante los años de crisis.
El problema del déficit no es por la falta de ingresos, sino por el exceso de gasto. Y prueba de ello es que el gasto público lejos de retroceder, aumenta en los primeros años de la crisis para luego estabilizarse, manteniéndose hoy en niveles próximos a los registrados en 2006 y 2007, es decir, en el pico de la burbuja. De hecho,el gasto per cápita que destinan las CCAA a servicios básicos se mantiene en niveles de 2008, de modo que no ha caído durante la crisis.
Asimismo, la deuda pública ronda el 100% del PIB, manteniéndose así en su nivel más alto desde principios del siglo XX. En este sentido, cabe recordar que la deuda rondaba el 35% del PIB en 2007, con lo que ha aumentado en 65 puntos porcentuales, una cifra equivalente a más de 700.000 millones de euros. En concreto, bajo el último Gobierno de Zapatero, el endeudamiento creció en 359.000 millones, a un ritmo medio de 89.900 millones al año, mientras que con Rajoy el aumento roza los 363.000, a un ritmo medio de 72.500 millones al año.
Pero lo más curioso es que, además de mentir sobre la tan manida austeridad, Iglesias ha puesto como ejemplo de gestión presupuestaria a Portugal, gobernado hoy por una coalición de izquierdas, cuya senda fiscal se ha caracterizado por sustanciales recortes de gasto, a diferencia de lo que ha sucedido en España.
7. Cambio del modelo productivo: el líder de Podemos también ha afirmado que el modelo productivo no ha cambiado desde 2007, pero nada más lejos de la realidad. Una de las mejores noticias de la crisis deriva, precisamente, del hecho de que el peso de los distintos sectores ha cambiado por completo, tal y como muestran los datos referidos a la formación bruta de capital fijo (la inversión en capacidad productiva futura) o el valor añadido bruto (VAB). El resultado es que el desplome de la construcción ha sido sustituido por el auge de los servicios y actividades profesionales, de modo que el crecimiento español no se sustenta hoy sobre burbujas insostenibles.
8. La desigualdad se reduce: por otro lado, Iglesias destacó el aumento de la desigualdad y atribuyó este fenómeno al incremento de rentas por parte de los más ricos. Sin embargo, este argumento falla en dos aspectos básicos. El primero es que la desigualdad, medida según el índice Gini, está bajando desde que España salió de la recesión en 2013.
Además, la renta del 10% de la población con menos recursos aumentó en 2015 por primera vez desde el estallido de la crisis. Y la clave es que tanto la subida de la desigualdad como la difícil de las familias con menos recursos no se ha debido a los malvados ricos, sino al fuerte incremento del desempleo. Ésa y no otra es la verdadera causa del aumento de la desigualdad de rentas, que no de riqueza -España es uno de los países más igualitarios del mundo en materia de riqueza-. Y, al revés, conforme la creación de empleo avanza, la desigualdad se reduce.
9. La pobreza baja: y lo mismo sucede con los indicadores de pobreza que citó Iglesias. Para empezar, se suelen confundir conceptos, dando a entender que casi una cuarta parte de la población vive en una situación de grave necesidad cuando, en realidad, no es cierto, puesto que la famosa "tasa de riesgo de pobreza" no mide una situación de pobreza absoluta, sino que refleja el porcentaje de personas que vive en hogares cuya renta total equivalente se sitúa por debajo del 60% de la mediana de los ingresos.
La cuestión es que la tasa de pobreza real, entendida como una situación de carencia material severa, cayó por segundo año consecutivo, tras pasar del 6,4% al 5,8% de la población.
10. El mito de los impuestos empresariales: el líder de Podemos también aludió a los bajos impuestos que, en teoría, pagan las grandes empresas, aludiendo a un tipo, el 7% en el Impuesto de Sociedades, pero que no por ser más repetido deja de ser falso. Y es que estas compañías pagan, en realidad, entre el 19,2% (si se mide sobre la base imponible del Impuesto de Sociedades) y el 21% si se contabilizan los impuestos pagados en el extranjero.
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