Fernando Parrilla analiza por qué es importante abandonar el empeño de llegar a un acuerdo educativo, mostrando síntomas de que nos hemos equivocado de camino hace mucho tiempo.
Artículo del Instituto Juan de Mariana:
Hace unos días la CEOE presentó una publicación con el título: La educación importa: Libro blanco de los empresarios españoles. En sus 144 páginas se analiza la educación en el contexto del siglo XXI y de la Unión Europea, se describe las carencias del sistema de educación español y, por último, se dan diez propuestas para su mejora.
El informe es interesante, como cualquiera realizado por expertos en la materia, pero lo más significativo son las propuestas finales de la patronal. Algunas suenan bien, otras son humo, y las hay bastante malas y una o dos muy buenas.
Vamos a coger la que más me gusta: desgravación del coste de la educación privada de los impuestos. O sea, que si yo me gasto 300 euros en un colegio privado de mi hijo, me devuelvan esos 300 euros del IRPF siempre que ese sea el coste que estoy ahorrando al Estado en una plaza pública.
La propuesta es muy buena, y en mi modesto alcance se la intento vender a todos aquellos que me escuchan, y que junto a la flexibilidad de los centros escolares para fijar su currículo, podría ser el núcleo central de cualquier programa reformador realista de la enseñanza en España. Pero sin una masa social que lo demande se va a quedar en eso, una propuesta más al montón.
Además de las propuestas liberalizadoras, el informe también desliza la idea de preparar a la juventud española para cumplir el perfil empresarial que según sus previsiones se demandará en un futuro cercano. Me parece una propuesta lógica viniendo de los empresarios españoles, pero entenderán que los que no somos empresarios queramos formarnos en el perfil que según nuestras características y previsiones nos sea útil a nosotros, no a ellos. Eso puede pasar por enfocarse en materias STEM o por estudiar filología rusa, siempre y cuando se tenga la madurez de aceptar el resultado de nuestra inversión.
Así que el problema de este libro blanco es que las propuestas educativas son meras recomendaciones atendiendo a los intereses (perfectamente legítimos) de los empresarios que no pueden, ni deben, ser impuestas a toda la ciudadanía, y que las peticiones de reforma para permitir flexibilidad y libertad educativa no deberían venir de la patronal, sino del grupo social que está siendo muy perjudicado con la actual intervención estatal.
Pero es que este tejido social está muy ocupado firmando peticiones para que les den libros gratis a los niños en la educación pública…
Y claro, es en la lectura de esta noticia, y la entrevista de una de sus principales protagonistas, donde se entiende verdaderamente la educación española. La indignación y el esfuerzo para cambiar cosas y llegar a acuerdos se producen porque se pagan 200 euros por curso en libros para mantener a las editoriales. Y la solución pasa porque el Estado los pague y así dejar de saber cuánto cuesta, excepto si se lee el libro blanco de la CEOE del año 2022.
Ese es el único acuerdo al que vamos a llegar los españoles por la educación. Y es bastante lógico dadas las circunstancias actuales del país. La derecha está muy ocupada protestando porque todos los españoles no seamos iguales por culpa de las CCAA, los profesores no sean una autoridad mayor en las aulas y porque no se estudie igual como en sus tiempos idealizados de juventud, mientras que la izquierda sigue sin dejar de adorar lo público por el hecho de serlo y sintiéndose feliz si consiguen impedir que alguien vaya a un colegio concertado o tenga libertad de montar su propia escuela saliéndose del guion de lo que los burócratas consideran aceptable, actitud conservadora que hipócritamente sostienen sin parpadear.
Así que va siendo hora de entender que precisamente porque la educación importa, no se puede pactar con tanta gente. Y que cualquier intento por llevarnos a un acuerdo común va a ir encaminado a darnos otra vuelta de tuerca a nivel de impuestos o en nuestra libertad educativa. Y que estos intentos surjan de una persona particular con una banderita de la Unión Europea en sus redes sociales, en vez de un político tradicional, mientras que las propuestas de liberalización tienen que salir de un organismo como la patronal, solo es el enésimo síntoma de que nos hemos equivocado de camino hace mucho tiempo.
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