viernes, 2 de junio de 2017

Trump sale del COP21 y deja pasar una oportunidad histórica

Luís I. Gómez analiza la oportunidad perdida por Trump (de hacer política de verdad) tras su anuncio de retirada de EEUU del Tratado Climático de París. 
Artículo de Desde el Exilio: 
Era una ocasión única: Donald Trump anunciaba la retirada del gobierno de EEUU del Tratado Climático de París y podía haber hecho uso del anuncio para hacer política de verdad. No ha sabido. Una pena.
Podía haber denunciado la politización de ciertos sectores de la “ciencia”, haber denunciado la acción política en función del mito. El mito como motor no sólo de un proyecto de futuro, sino de la historia misma. El mito fascista era el del imperio justo. El de la clase única. El de la superación de la democracia liberal y el comunismo transigiendo la realidad. El de la felicidad eterna suministrada y administrada por el pueblo para el pueblo. Hoy tenemos un nuevo mito político: la felicidad en armonía con nuestro planeta. El equilibrio perfecto entre acción humana y reacción natural. La consolidación de una nueva forma de vida que nos permita vivir eternamente de los recursos que la naturaleza nos ofrece. Es más: para estos fascistas de nuevo cuño, la humanidad es una patología del sistema y debería ser erradicada por completo. Pero Trump ha callado.
En lugar de colocar a los hombres y mujeres de Pittsburg en la punta de su lanza, pudo haber denunciado contundentemente la ideología que se esconde tras la manida “protección del clima”:
“My three main goals would be to reduce human population to about 100 million worldwide, destroy the industrial infrastructure and see wilderness, with it’s full complement of species, returning throughout the world”.
Dave Foreman, cofundador de Earth First!
“Mis tres metas fundamentales serían reducir la población mundial a unos 100 millones de habitantes, destruir el tejido industrial y procurar  que la vida salvaje, con todas sus especies, se recobra en todo el mundo”.
“The Earth has cancer and the cancer is Man”.
“La tierra tiene cáncer, y ese cáncer es el hombre”.
… pero tampoco lo ha hecho.
Trump pudo haber lanzado un mensaje de sensatez, un llamamiento a la ciencia de verdad, la seria, mostrando cómo los datos que tenemos sobre el aumento del nivel del mar, desaparición de hielos polares, la frecuencia y severidad de las sequías y otros numerosos indicadores no justifican el alarmismo actual en ningún modo. Denunciando que la consecuencia del alarmismo descabezado es que estamos evitando la aparición de  soluciones nuevas, inteligentes y más baratas.
Tampoco aprovechó para sacar de la chistera y publicitar el  nuevo estudio de La Agencia de Medio Ambiente de las Naciones Unidas del pasado 3 de Noviembre 2016 en el que ha calculado, sobre la base de diez escenarios y  cuatro modelos climáticos,  cómo de grande es la cantidad de CO2 que se podría emitir de manera global para no sobrepasar esa cifra mágica de 2°C:  553 gigatoneladas. En 2015, se emitieron a la atmósfera 36,2 gigatoneladas. Incluso si fuera posible congelar las emisiones globales en este nivel, apenas nos quedarían quince años para llegar a esa cantidad. Dado que las emisiones de CO2 continúan creciendo en los últimos años, el tiempo que quedaría para aplicar medidas de completa descarbonización sería aún más breve. En otras palabras: el Tratado de París NO SIRVE PARA NADA.
Es una pena, pero Trump ha dejado pasar la ocasión de hacer política de verdad, poniendo en bandeja a los ortodoxos de la religión cambioclimática la mofa y el desprecio. Peor: ahora se autoincumbrarán en el pedestal de la “sensatez” bajo la inscripción “nosotros somos los buenos”. Los políticos europeos ya lo están haciendo (bueno, todos no) Seguiremos sin debate científico real, seguiremos tomando decisiones en función de los sesgos de quienes más cerca estén del poder. Bueno, no pasa nada, siempre ha sido así.
… pero qué pena….

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