lunes, 20 de enero de 2020

Beatriz Gimeno o el fundamentalismo religioso

Almudena Negro expone el fundamentalismo religioso que rodea el movimiento feminista de Unidas Podemos (aún mucho más radical), de la mano del nombramiento de Beatriz Gimeno como directora del Instituto de la Mujer, y la guerra abierta con el feminismo del PSOE, exponiendo sus diferencias. 

Artículo de La Razón:
Beatriz Gimeno
El nombramiento de la diputada de la Asamblea de Madrid y activista Beatriz Gimeno como directora del Instituto de la Mujer ha caído como una bomba entre algunos sectores del feminismo de izquierdas vinculados al PSOE. No en vano, hace ya tiempo que se ha desatado una cruenta batalla entre las feministas marxistas y socialistas de toda la vida, como Lidia Falcón, y las activistas pro movimientos Queer, cual es el caso de Gimeno. Y es que los movimientos “trans”, defendidos por los podemitas, niegan la piedra angular sobre la que se sustenta la ideología de género: que el sexo sea un dato biológicoPara Gimeno y sus secuaces, sexo y género son constructos sociales, y lo que hay son infinitos géneros que pueden cambiar constantemente. ¿No han oído acaso hablar del sexo líquido? Vean “First Dates”, el programa de televisión que introduce todas estas teorías en la mente de los jóvenes a través de la pequeña pantalla.
Al no haber para los defensores de los movimientos trans, a los que las feministas iniciales norteamericanas aceptaron como grupos mascota y que ahora se están haciendo con el control de los mismos, sexo ni género fijos, no hay hombres ni mujeres. Por tanto, decae la teoría del heteropatriarcado sobre la que se sustenta el que, hasta ahora, venía a ser el feminismo socialista hegemónico. Una herejía en toda regla para gentes como Nuria Varela o Amelia Valcárcel.
Resulta sencillo encontrar declaraciones de Gimeno que escandalicen al personal, como que habría que penetrar analmente a todos los hombres para llegar a la igualdad, que la heterosexualidad oprime a la mujer, que le parece bien la quema de iglesias que se produjo durante la II República o que pretende cerrar las cárceles en el día en que se condena a prisión permanente revisable al torturador, violador y asesino de Diana Quer.
Detrás de todo ello no hay más que puro fanatismo religioso. Gimeno es una fundamentalista religiosa. Y es que el biologicismo de Gimeno no es otra cosa más que una religión sustitutivaErsatzreligion, con sus dogmas, mandamientos, mártires y santos. En este caso, se trata de una “derivación gnóstica” de la ideología de género, la cual a Gimeno le parece anticuada. Sus seguidores tachan a las feministas socialistas de tránsfobas, negacionistas o TERF. Un fanatismo religioso al que se ha sumado Ciudadanos de la mano de su diputada en el parlamento catalán, Noemí de la Calle. Consideran que “el sujeto político del feminismo ‘mujeres’ se nos ha quedado pequeño, es excluyente por sí mismo”. Para la misma Gimeno, el feminismo hasta ahora hegemónico “revela muchas coincidencias con la manera en que se construyen los discursos racistas o xenófobos”. Ni más ni menos. ¿Cómo encajarán esto las feministas del PSOE como Ángeles Álvarez, Carmen Montón o Elena Valenciano?
Coincide la elección de Gimeno con la entrada del feminismo del 99 por ciento de la mano de Podemos. Un feminismo totalitario, anticapitalista, reivindicado por Isa Serra, que pretende socavar todas las instituciones de las democracias liberales y que entronca con la teoría del decrecimiento económico que sostienen los ecologistas más radicales y creyentes. Un feminismo que tiene sus orígenes en “The female eunuco” de Greer (McGibbon & Kee, Londres, 1970) y en las teorías de Shulamite Firestone, quien convierte el feminismo en un nuevo postmarxismo, sustituyendo la lucha de clases por la lucha de sexos y considerando la maternidad como una forma de opresión radical de la mujer. El movimiento trans, además, se muestra comprensivo con la maternidad subrogada, que entienden como la única vía de estas personas de acceso a la ser progenitores. El feminismo tradicional se opone ferozmente. También la prostitución es otro punto de fricción importante entre ambos movimientos, ahora enfrentados a muerte.
El “Manifiesto feminista”, que publicó a principios de 2018 New Left Review, describe el fundamento de ese feminismo del 99 por cien. Un feminismo muy peligroso, que ya se está inoculando en las mentes de las más jóvenes, que desprecia a las feministas de la ideología de género, a las cuales considera cómplices del capitalismo. Un feminismo que da la espalda a cualquier colaboración empresarial con la sociedad y que se muestra hipercrítico con Hillary Clinton, exponente, según ellos, del “feminismo empresarial”.
Este nuevo feminismo abjura de las cuotas tan del gusto del PSOE, ya que considera que no constituyen más que una alianza con la socialdemocracia, a la que desprecian, y que busca que “unas pocas privilegiadas asciendan en la escala empresarial o en los rangos de las fuerzas armadas”. Para personas como Gimeno, el feminismo, que tiene que “redefinir lo que cuenta como ‘trabajo’ y quién cuenta como trabajador”, debe unirse con otros movimientos capitalistas y antisistema como los ecologistas, tercermundistas o indigenistas. De ahí que las podemitas estén en estos momentos intentando controlar el manifiesto del próximo 8 de marzo, que promete ser la mayor algarada anticapitalista que haya salido a las calles de España en mucho tiempo, si las feministas del PSOE, bastante más sensatas, no lo remedian.
El feminismo del 99 por cien defiende, por supuesto, el aborto libre y que éste sea financiado con dinero público, sin que quepa la objeción de conciencia por parte de médicos y sanitarios. Ya lo hemos visto en la Asamblea de Madrid. Fue la propia Gimeno quien presentó una proposición no de ley para instar al gobierno a legislar contra los provida que se manifiestan a las puertas de las clínicas privadas de aborto, no sea que les fastidien el negocio. Porque detrás de todo comunismo, ya se sabe, hay negociete. Que le corten la cabeza a esta oligarquía para instaurar la mía.
Aquí la duda está en quién ganará la batalla: si las feministas del PSOE, partidarias de la ideología de género, o las feministas de Podemos, partidarias del feminismo del 99 por cien. En cualquier caso, quien seguro que la perderá, es la libertad. Y la mujer, que seguirá siendo colectivizada a mayor gloria de los intereses de la izquierda.

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